Cuanto de perfecto eres en mí, que te entregas a las imperfecciones de mi vida, cuanto llenas con la tuya, que de natural me llena el alma y siento correr el regocijo. Calma de mil tempestades atravesando la aurora a su brillante resplandecer. Florecen las sonrisas de tu mañana y se acorta la noche porque solo te queremos ver. Y quién no? Si coloreas los linderos por los que pasan los pastos de tu divina creación. Adorando tu majestuoso espíritu y viviendo tan grande bendición, bonita, completa y perfecta.
La fuerza que me regalaste aún la conservo, habita en mi, esperando el amanecer a su paso. Y que agradecida de que sea así, de todo lo que habéis traído a mi sin más, como si fuese ganadora de semejante suerte y yo que no hago nada para merecerla. Poniendo todo en tus manos, porque es en ti en quien confío, que tranquilidad y reposo he experimentado, no hay nada tan pleno como la belleza de esa sensación, y perdóname por ser omisión de buenas formas, con que fallé. Poniendo siempre por delante tu amor y tu fe, lo más hermoso que nos brindas sin falta y por encima, que de abundante nos tapa de pie, nos cubre hasta la mirada, que se queda plena porque llegaste tú.
Haciendo todo resplandecer, nadie piensa que puede pasar mañana, nadie se preocupa y hay un sentimiento de alegría, y no pasa nada si no hay motivación, los rostros siguen reflejando que se sienten invadidos de tu corazón, que de inmenso mueve montañas, lagos y tierras. Y haciendo crecer en los corazones el espíritu que hace tu esencia, sana, pura y discreta. Quienes necesitamos más de ti estamos aquí. No hay nada que pueda alejar la intención de tu calamidad y que bueno es el mundo por quererlo así, a través de ti, reinando entre nosotros y en los más bellos reinos. Rey de mis días y de mi vida.
Vuelve a mi, no permitas que nada me aparte de ti, sujétame todos y cada uno de los segundos que pasan con el tiempo, y con tu reposo, que es mi paz. Vuelve a mi, cada día, cada noche, pero vuelve. Vuelve, sin haberte ido y no te vayas más. Que felicidad sentirte formando parte de esto y tan cerca, que casi te puedo tocar. Que ser de magia celestial y terrenal, al poder participar de tu presencia, aún cuando no te podemos ver. Ceremonia que acompaña la velada de esta noche y nos mantiene erguidos, disciplinados, aunque oleada de tranquilidad, mar de toda armonía y espacio inundado de lluvias de tu dulce existencia. Gotas cristalinas y mágicas de ti.
