Sin Estragos

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El enamoramiento es algo que jamás hemos podido comprender. Un humano no puede conocer a ciencia cierta el porqué nos enamoramos. El porqué de repente una persona que jamás habíamos visto en nuestras vidas se vuelve alguien especial para tu vista o tu agudo corazón. O peor que el amor a primera vista, el amor que surge de la nada. Sí, con alguien a quien veías día tras día, considerabas tu amigo, compañero casi, casi hermano… Pum. Se vuelve algo mucho peor. Te dan ganas de vomitar cuando lo ves, las mariposas revolotean demasiado rápido y tú no tienes ni idea de que es lo que está pasando en tu interior. Piensas: Eres adolescente, es normal. Las hormonas te traen loco y te intentas engañar, porque no, no es posible que sientas así por alguien como él. Lo niegas una y otra vez, hasta que un buen día te sonríe y sientes como extrañamente toda la sangre que el mismo corazón bombea a cada segundo se amontona en tus mejillas.

Ya no lo puedes negar más. Te gusta. Tan simple y sencillo como eso. Ya paso de ser tu amigo a algo más. Y aunque no lo quieres aceptar, lo niegas con todas tus fuerzas sabes que no tiene remedio, porque ahí está y no sale de ti. Porque no depende de ti.

-Viviana, ya está lista la comida.

Genial, y ahora en mis momentos de filosofía mi mamá me arruina todo.

-Ya baja corazón, hice Espárragos con mantequilla y salmón, tus favoritos.

Y supongo que mi hermosa madre jamás comprenderá lo mucho que odio los espárragos. Me levanto con desgana y me miró en el espejo. Me veo fatal, los ojos se me notan demasiado hinchados y mi nariz le gana a la de Rodolfo el reno ayudante de Santa. Moquea y además la cabeza me duele. Eso me pasa por llorar tanto y tan descontroladamente, lo peor es que ni sé por qué. O quizá sí…

Tal vez debería comenzar por el principio.

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