Si ambos sienten esa atracción sexual hacia el otro...
¿Por qué esperar más?
Desean sentir el cuerpo ajeno sobre el suyo, desean deleitarse con los gritos del otro, desean cumplir sus fantasías más íntimas, aquellas que tanto tiempo han deseado cump...
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Habían pasado más de cinco minutos desde que se había esfumado la luz, lo cuál había provocado que el ascensor en el cuál sea encontraban Luca Paguro y Giulietta Marcovaldo dejara de funcionar, quedándose completamente inmóvil y sin luz o ventilación alguna.
—⟨¡Maldita sea! Atrapado en este estúpido ascensor sin ventilación, con nadie más que Giulia. ¡Maldición!⟩ —Luca maldecía internamente por su mala suerte. Maldecía por la insoportable falta de luz. Maldecía por el irritante calor que emanaba cualquier rincón de ese pequeño lugar. Maldecía la hora que seguía avanzando con una lentitud intolerable. Maldecía a los técnicos por ser unos ineptos y no solucionar el problema con velocidad. Y se maldecía a él por estar encerrado con la joven Marcovaldo.
¿Tanta mala suerte tenía como para quedar encerrado justo con ella?
—¿Puedes quedarte quieto por lo menos dos minutos? Tus movimientos me desesperan —llamó la pelirroja con una voz cansada, cosa que hizo que el semiacuático volteara a verla.
Los ligeros destellos brillantes que liberaba su bronceada piel a causa del sudor parecieron cegarlo durante unos instantes. ¡Maldición! ¿Debía ser ella la que estuviera ahí junto a él?
No era sano para la salud mental del varón –y mucho menos si tenía a la oji-marrón frente a él con ese tentador vestido negro que se ceñía de manera magistral a su voluptuosa figura–.
—Quiero salir de aquí —exclamó Paguro, con desesperación y un sonrojo cubriendo sus pálidas mejillas. Las gotas de sudor no se hicieron esperar, por lo cuál, las áreas húmedas se habían transformado con pequeñas escamas verdosas.
—¿Y creés que yo no? —cuestionó la fémina— ¡Llegaré tarde a mi cita!
Luca frunció el entrecejo ante tal declaración por parte de su amiga.
—¿Vas a una cita? —cuestionó con curiosidad y una pisca de celos invadiendo su cuerpo.
—Sí, aunque a este paso no creo alcanzar a llegar a tiempo —respondió con frustración, pasando una de sus manos por sus rizos pelirrojos en señal de frustración.
Esas fueron las últimas palabras antes de que ambos quedaran sumidos en absoluto silencio.
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