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Craig lo notó, por supuesto que lo hizo. El rubio literalmente no a mostrado sus alas en años.

En este punto, debería ser imposible para él hacerlo, se conocen perfectamente. Pero por alguna razón Tweek no se lo a permitido.

La última vez que las vio, fue cuando eran niños. Ambos tenían unas alas diminutas con plumas de cachorro que aún no mostraban su real belleza.

Las recuerda un poco más pequeñas que las suyas, eran cafeces, esponjosas y tenía el horripilante hábito de arrancarse las plumas de los nervios.

Aunque no recuerda en qué momento exactamente Tweek dejó de mostrarlas, sabe perfectamente que el rubio está avergonzado de ellas.

Craig no es idiota, sabe que sus alas son considerablemente más pequeñas que las demás, por algo pudo ocultarlas tan fácilmente debajo de la ropa.

Por ello no suele extenderse demasiado enfrente de él. Sus alas son gigantescas y no quiere hacer sentir mal a Tweek.

Tampoco a querido tocar el tema porque sabe que Tweek no se lo tomará a bien.

Suficientes críticas a recibido para saber que Tweek no es sumiso en el asunto. No quiere que lo golpee, no de nuevo.

Y no es que él sea siempre agresivo, de echo, muy raras veces lo es, por ello sabe que este tema es sensible para él.

Entonces aquí está de nuevo. Ambos están tendidos en su cama tomando una pequeña siesta.

Craig se muere por querer acurrucarse con él, cubriéndolos a ambos en sus alas.

Tweek nunca le da la espalda en estas situaciones, y rara vez se deja abrazar.

Extraña abrazarlo.

Craig observa su rostro ojeroso. Tweek no a cambiado, sigue siendo el mismo niño nervioso y paranoico.

Sin saberlo, sonríe al ver las pequitas de sol que cubren sus mejillas.

Lo único que parece aceptar el rubio, son sus caricias en el cabello, así que aprovechando el momento, sus delgados dedos comienzan a enredarse en esas hebras doradas.

Craig creyó que el cabello de Tweek se oscurecería con el tiempo al tener dos padres castaños, pero no fue el caso. Tweek le dijo una vez que tenía un abuelo rubio y que lo heredó de él.

Tweek aún estando dormido, suspira al sentir los mimos de Craig.

Y Craig contiene una risotada al escucharle roncar audiblemente.

Sus alas se mueven inquietas a sus costados. Pican por querer extenderse y abrazar a su pareja.

Tweek está profundamente dormido, talvez no note que le está abrazando si lo hace ahora.

Lentamente comienza a abrir una mientras que al mismo tiempo se arrastra un poco más cerca. Justo cuando estaba por envolver su cuerpo, la alarma del rubio suena.

Rápidamente la vuelve a ocultar a tiempo para cuando Tweek abre los ojos.

— Jesús, me asusté!— Respinga en su lugar, a manotazos busca su teléfono por la cama para apagar el despertador.

— Hey.— Saluda casualmente. Carajo, perdió su oportunidad.

— Joder, dormí cómo una piedra...— Bosteza y se estira.

— Lo noté.— Sonríe divertido al recordar su ronquido.

— Uh, acaso hice algo extraño?!

— No.— Se guardará para sí mismo el secreto.

— O,okay... Ugh no quiero ir a la cafetería. — Tweek haciendo berrinche abraza una almohada ocultando su cara.

— Yo tampoco quiero que vayas.— Revuelve su cabello hasta acariciar la base de su cuello. Inmediatamente Tweek se relaja en su toque.

Craig está dispuesto a descubrir las inquietudes de Tweek, nadie debería estar avergonzado de sus alas, todas son hermosas a su manera.

Y la verdad, Craig quisiera poder llegar a enamorarse de sus alas también.

Imperfección Perfecta. (Creek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora