Capítulo 12

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Nadie cuenta: dispuesto a escuchar

Harry comenzó a enrollarse sobre sí mismo cuando marzo empezó a desarrollarse.

Fueron pequeñas cosas en un principio –andar por la nubes, perderse en sus pensamientos con más frecuencia de lo habitual, sin decir ni una palabra durante algunas comidas– pero estaba siendo estúpido. Dejaba las luces encendidas en habitaciones que no tenía intención de volver por un rato, se quitaba los zapatos y los dejaba tumbados en un lugar que no deberían de estar, se olvidaba de recoger los desechos de sí mismo. Casi tiró su vaso lleno de jugo en el fregadero una mañana, en lugar de la jarra vacía.

Él... él estaba enrollándose en sí mismo, emocional y mentalmente. Sabía que lo estaba haciendo, y también sabía que lo estaba mostrando, pero no sabía cómo detenerlo.

Un peso se estaba asentando en la boca de su estómago. Crecía y cada día que pasaba se volvía más pesado con cada pensamiento y recuerdo, y él estaba mirando la televisión tratando de distraerse. Estaba tratando de concentrarse en la repetición de Misfits[1] en vez del frío y duro tipo de sentimiento que se sentía como la culpa, vergüenza, tristeza, y una patada en el estómago, todo en uno.

Trató de alejar aquella sensación lo mejor que pudo y parpadeó su atención para concentrarse de nuevo en el programa de televisión que veía. Las travesuras de Nathan no lo mantenían interesado, sin embargo. Pero le gustaba el tipo de pelo rizado del programa (no sólo por su pelo rizado), ya que casi siempre podía traer una sonrisa a su cara. Pero hoy se encontró tras el personaje de Simon por la pantalla con más frecuencia de lo habitual. No sabía lo que era o por qué, pero calculó que seguir con Simon era más fácil. Simon con la sonrisa amable y los suaves ojos azules; probablemente sería un buen oyente, pensó Harry.

Harry estaba tan atrapado en esta línea de pensamiento que casi saltó cuando una amable sonrisa diferente y un par de suaves ojos azules que se le hacían mucho más familiar entraron en su campo de visión, bloqueando su vista de la pantalla.

—¿Estás bien, Haz? —La voz de Louis interrumpió su diálogo interno.

Harry asintió, vacilando al principio, y luego una vez más. —Estoy bien, —dijo, y frunció el ceño al mayor. —¿Por qué?

Louis se enderezó con una sonrisa curiosa y alborotó los rizos de Harry juguetonamente. —He estado llamándote durante dos minutos, tonto. —le dijo, para luego señalar con el pulgar hacia su habitación. —Tengo la lista de películas en mi computadora. Quería que vinieras a dar un vistazo rápido. —Hizo una pausa por un segundo, con el ceño fruncido. —Eso es... Quiero decir, todavía quieres ir, ¿no?

—Sí, sí, por supuesto. —Harry se encontró a sí mismo asegurando al chico mayor demasiado rápido, una sonrisa cruzando por sus labios porque Louis realmente quería pasar tiempo con él y tenía al chico más joven flotando en una nube.

Pero Louis se relajó notablemente ante la confirmación y sonrió. —¡Bien! —dijo, ojos azules brillaban a diferencia de los del personaje Simon en la pantalla detrás de él. Harry pensó fugazmente, que tal vez Louis sería un buen oyente, también. Pero entonces estaba siendo arrastrado por la puerta, y la idea la dejó tan pronto como ambos abandonaron el piso aquella tarde de marzo.

La película era buena, servía como una distracción el tiempo suficiente para sacar a Harry de su propia cabeza y en la vida y los problemas de un conjunto de personajes de ficción en su lugar. Fue agradable y le gustaba tener esa tarde junto a Louis, no Zayn o Niall o incluso Josh. Le gustaba oír la risa de Louis al lado de él en toda la película; el sonido llenó sus oídos e hizo que su pecho se sienta mucho menos vacío. Y le gustaba cuando sus codos chocaban en el reposa-brazos, o cuando sus manos accidentalmente rozaban en el recipiente de palomitas de maíz, recordándole que no estaba del todo solo. Él tenía a Louis, se dio cuenta, y eso hizo que el peso en su estómago sea un poco más ligero.

Como En Casa » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora