LOS NINJAS Y LAS DESGRACIAS VAN DE LA MANO

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El silencio de las calles fue interrumpido por decenas de susurros que iban siendo arrastrados por el viento.

—Todos muertos... Sí sí eso he oído...

—Los Uchiha siempre han dado muchos problemas, desde cuando se fundó la aldea incluso.

—¿Un propio miembro del clan? Imposible...

—Dicen que solo han dejado a uno con vida, pobre chico...

Mai corría por las calles de Konoha. Era imposible que fuera cierto. Los nombres de los Uchiha se repetían en su mente como una oración. Mikoto, Itachi, Sasuke. No podían haber muerto.

La chica recordaba todas las veces que habían estado juntos. Todas las veces que su madre y Mikoto habían organizado alguna tarde para compartirla, y que así ellas pudieran seguir manteniendo su amistad de tantos años.

Itachi y Sasuke eran solo niños, como ella, y Mikoto una mujer amable y buena que no merecía morir joven como su madre. No tenía sentido. ¿Cuándo acabarían las desgracias?

El barrio Uchiha parecía un lugar completamente diferente al que recordaba. No había cambiado nada apenas, pero la sensación y el ambiente era tan cargado y pesado, que Mai tuvo la sensación de haber viajado a un lugar muy lejano.

No pudo entrar, todo estaba precintado, y varios ninjas montaban guardia. A lo lejos podían distinguirse distintos bultos cubiertos por mantas negras, que trataban sin éxito de ocultar los charcos de sangre que se formaban justo debajo.

Cadáveres.

—Mai... No deberías estar aquí.—las palabras del tercer Hokage la hicieron sobresaltar.

El hombre permanecía inmóvil observando el escenario a su lado.

—¿Dónde está Sasuke?—preguntó con voz temblorosa. Una parte egoísta de ella deseaba que él hubiera sido el superviviente del que había oído hablar. Incluso cuando eso significara que tendría que vivir con la carga de ese día para siempre.

—En el hospital, tiene grandes heridas psicológicas.—le contestó sin mirarla a los ojos. Su mirada fija en los ninjas retirando los cadáveres.

Un alivio se extendió por su pecho hasta que calló en cuenta de sus palabras. Heridas psicológicas. Mai no sabía que significaba eso. Entendía que tendría que ver con el trauma de lo que había pasado, pero una parte de ella le decía que se trataba de algo mucho peor.

La chica miró una última vez al Hokage, que seguía sin dirigir sus ojos hacia ella, antes de marcharse al hospital lo más deprisa que pudo. No se despidió, no dijo nada más. Era evidente que el Tercero mantenía su mente en un lugar muy alejado a lo que acababa de pasar.

—Buenos días. ¿Sasuke Uchiha está aquí?—preguntó tras haber calmado su respiración.

La enfermera asintió mientras miraba unos papeles.

—En la primera planta, habitación 3B, pero aún no se permiten visitas, lo siento.—hizo una pausa, como si acabara de recordar algo.—Aunque si quieres puedes dejarle algo aquí para que lo vea cuando el doctor lo permita.—señaló a una pila de flores y tarjetas en una mesa detrás de ella.

La Última SenjuWhere stories live. Discover now