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Violet.

Estamos en shock.

Debía ser como las carreras clandestinas a las que Mía está acostumbrada.

Ganar e irse.

El que haya revelado su identidad la pone en una situación difícil con su padre.

–¿Es una chica?–Escucho preguntar a unos chicos que están detrás de nosotros.

–Yo digo que el que ganó es un hombre pero al final lo cambiaron por una chica para hacer creíble esa mierda de que las mujeres pueden hacer lo mismo que nosotros y bla bla bla–Le responde otro y siento mi rostro calentarse por el enojo que me provoca ese estúpido comentario machista.

–¿Te molesta creer que una chica de dieciocho años le ganó a más de veinte sujetos entre los 20 o 30?– Pregunto dándo media vuelta, son tres chicos que aparentan ser unos años mayor que yo. Se miran entre sí.

–Oye, tenemos derecho a dar nuestra opinión, es un país libre– responde el más delgado de los tres

–Pues en ese caso, yo opino que el machismo en el siglo veintiuno es algo retrógrada– me cruzo de brazos– pero ya que estamos dando opiniones sobre el sexo opuesto, en mi opinión los hombres deberían tener un mínimo de 21 centímetros en su amigo de allá abajo– señaló las entrepiernas de los tres, pero al verlos a ustedes puedo asegurar que las opiniones son eso, opiniones y no realidades.

Los dejo con la palabra en la boca y bajo de las gradas seguida de los demás en busca de Mía.

–Lo sé, 21 centímetros me parece mucho, yo ni a veinte llego– escucho como los gemelos hablan en voz baja.

–Habla por tí, a mí 21 me parece muy poco– responde Daniel.

–Apuesto que no llegas ni a 18– Le dice Sebastian con burla.

–Paren ya, que todas sabemos que si tienen 10 centímetros es mucho, pero no se preocupen, los queremos por sus sentimientos.– Mía se nos une saliendo por la derecha, caminamos un poco para alejarnos de los periodistas y fanáticos que la acechan.

Ya en el estacionamiento me giro para observarla y al ver sus mejillas más rojas que nunca, junto con sus ojos brillantes puedo reconocer que aún no se le pasa el subidon de adrenalina, y después de lo acaba de pasar puedo entender el porqué.

–Un segundo–Mía levanta el dedo índice mientras cierra sus ojos y respira profundamente para así calmarse– He tenido una semana difícil y no ayudó escuchar los comentarios machistas y denigrantes de mis contrincantes antes de la carrera, supongo que lo hice para probarme algo a mí misma, no quiero preguntas, ni reclamos, ni comentarios al respecto, hagamos como sí esto nunca pasó.

–¡¿CÓMO SI NUNCA PASÓ?!– Chilla Mich– ¿Sabes cuántas llamadas tengo de papá y del abuelo?

–No, ni quiero saberlo.

–Tú nunca piensas en las consecuencias– Suspira el pelirrojo hermano de mi amiga.

–Las asumiré si es eso lo que te preocupa— Dice Mía molesta .

–¿A qué te refieres con eso?– Pregunta Mich y cierro mis ojos porque presiento lo que se viene

–A que sé que temes el regaño del abuelo y de papá por no saber controlar al problema de la familia– escupe Mía con veneno y rueda sus ojos.

Puedo ver el rostro de Mich pasar de blanco con pecas a rojo con pecas.

–¿Eso es lo que crees, Mía?– me miro con todos los chicos, están igual de sorprendidos de escuchar a Mich llamar a su hermana por su nombre.– ¿Crees que sólo me preocupo porque nuestro abuelo me regañe por tu culpa?.

–Ella no...– intento decir al ver la decepción en los ojos del pelirrojo pero soy interrumpida.

–No lo creo, lo sé– Mía levanta el mentón con altivez.

–Ya veo– Mich eleva su mirada al cielo y se queda así por unos segundos hasta que la devuelve a su hermana– Ya veo que a pesar de ser hermanos, no me conoces. Veo que no tienes ni puta idea de lo que pasa en nuestra casa, pero eso es mi maldita culpa.

»Es mi maldita culpa por querer protegerte de nuestro violento abuelo, es mi culpa por cada vez que asumí la culpa de tus errores para evitarte una paliza y que me la dieran a mí en tu lugar, es mi culpa por querer que dejes de meterme en problemas por una puta vez en tu vida para evitarme una golpiza ya que no Mía, no le temo a los regaños del abuelo, ¡le temo a que en una de esas palizas el logré matarme!.– Yo lo sabía, pero eso no quita el que me quedé sin palabras ante la declaración de Mich.

–Y-Yo no...yo no sabía que– Balbucea Mía conteniendo las lágrimas.

– Déjalo– Michael levanta su mano mientras crea un gesto amargo en su rostro– Tú sigue con tu vida pensando que eres el centro del universo que yo me largo. Nunca debí enseñarte a conducir.

Eso nos impacta a todos pero más a Mía que respira entrecortadamente mientras ve a su hermano alejarse molesto.

– Yo juro que no lo sabía– Ella nos mira a todos histéricamente sin detenerse en uno de nosotros– el nunca me lo dijo– Miles de lágrimas empiezan a correr por su rostro– Soy la peor maldita hermana del mundo, ¡Qué clase de hermana no se da cuenta de que su propio abuelo apalea a su único hermano!.

Empieza a temblar mientras el llanto no deja hablar y jala constantemente su cabello, automáticamente las chicas y yo la rodeamos en un abrazo y caemos al asfalto cuando las rodillas de Mía se tambalean aún sin dejar de abrazarla.

–No es tu culpa.

–Solo deben hablar cuando estén tranquilos.

–Debes decirle a tu padre.

–Todo estará bien, respira.

Esa y otras frases motivadoras son las que repetimos para ella hasta que la adrenalina sale de su cuerpo y finalmente se desmaya en nuestros brazos antes de pedirle a los chicos que la carguen para llevarla a casa.

Cuando llegamos a la mansión ya no hay rastro de Michael y sus cosas no están en la habitación.

Rápido vino y rápido se fué.

Pero todos sabemos que esto no puede quedar así, ellos se aman y nunca se habían peleado de esta manera, pero los dos son orgullosos como el demonio así que no sé que mierda va a pasar.

Los populares mandanWhere stories live. Discover now