Prólogo.

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KATHERINE

El color en mi boca resalta la forma de mis labios, disfruto un poco frente al espejo sonriéndome y aprovecho para acomodar mis senos dentro del sostén que apenas y puede cumplir con su trabajo: sostenerlos. Arreglo mi cabello, retoco mi maquillaje de nuevo cuando escucho que dicen mi nombre por los altavoces.

La música resuena en mis oídos, estoy tan acostumbrada a esto que ya los dolores de cabeza se redujeron a prácticamente nada. A diferencia de algunas de mis compañeras, llevo tanto tiempo en este trabajo que ya hasta tengo carrera dentro de este club.

A medida en que camino no sé por qué mi mente me regresa a ese pueblo de mierda donde crecí, a esos padres adoptivos para los que no signifiqué nada más que un cheque mensual para sus adicciones e hijos biológicos y a ese idiota que me marcó para toda la vida. Mi cuerpo incluso cosquillea cuando lo recuerdo encima de mí, tomando algo que no le pertenecía en absoluto y me recuerdo entonces siendo una adolescente que poco sabía del acceso carnal, del deseo y del poder que mi cuerpo tenía sobre los hombres, me recuerdo siendo una inexperta y también recuerdo el dolor después de eso. Recuerdo la vergüenza, la sensación de vulnerabilidad, el descenso de un futuro y más que nada, la ira de no haber sido capaz de defenderme.

Los momentos posteriores a eso vienen como en un tráiler de medio minuto a mi mente recordándome que nadie me creyó y que fue en ese preciso momento donde todo cambió, recuerdo pensar que si él había tomado eso de mí completamente gratis y nadie me había creído, no podría suceder de nuevo. Pensé que debía tener el control de mi cuerpo, de quién me poseía y quién no por lo que gasté mis ahorros en un boleto de autobús hacia California, encontré el primer club y entré.

He permanecido aquí los últimos seis años de mi vida. Me terminé de criar aquí, conseguí mi primer apartamento gracias a este trabajo y aunque muchos me han tachado de inescrupulosa, tengo el control de mi vida, de mi cuerpo y mi salud mental. Mantener el control me ha devuelto la confianza en mí misma, el deseo de tener un hombre frente a mí sin ponerme a llorar pero sobre todo el poder de decidir.

Aquí aprendí lo que un poco de curvas le hacen a la billetera de un hombre y es aflojarse. Cada noche soy testigo de como hombres ancianos, aburridos con su propia existencia, vienen específicamente a verme bailar. De por sí hay de todas las edades, razas, etnias, religión, todos tienen algo en común: están locos por mí.

—Demos una calurosa bienvenida a la mujer que todos han estado esperando—anuncia Mark, el dueño del club—Ella es preciosa, cuentan que su madre fue una ninfa y que su padre un Dios y de ahí proviene su belleza, sus curvas parecen haber sido talladas por los mimos dioses del Olimpo esperando convertirla en una deidad sobre la Tierra y más de uno de ustedes ha enloquecido al verla bailar... ella es única, es perfecta y la personificación de la lujuria... con ustedes Melanie.

Los vitores no se hacen esperar y mi mano se enrolla en el tubo de hierro mientras la canción River resuena por todo lo alto. Las luces están apagadas, poco a poco me iluminan cuando debo comenzar con mi performance y sé que es mi momento cuando veo el foco presentándome.

Mi cadera hace el movimiento que los enloquece lanzando dinero sobre la pista incluso antes de verme el rostro o los senos por completo. Meneo el trasero saboreando el tubo con ambas manos, me agacho sonriendo al aire, evitando mirar a los depravados que vienen por mí cada noche contorneándome como un felino, moviéndome en cuatro sobre la pista saboreando el exquisito aroma del dinero.

Esto de ser sensual es trabajo fácil cuando veo todo el dinero que hay en el centro, solo para mí. Me lanzo a por él disfrutando pasarlo por mis senos y bajando hacia mi abdomen, moviéndome sobre él como si se tratase de agua en una piscina coa que los enloquece aún más.

Entre Prendas de Encaje (AQS #2)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora