¿Recuerdas la primera vez que te rompieron el corazón? ¿Cómo esa decepción hizo estragos en ti? ¿Cómo decisiones ajenas te afectaron? No busques. No llames. Ni siquiera te preguntes el por qué: no hay un por qué. Estuve mucho tiempo buscando un culpable: finalmente di con él. Las esperanzas, sueños y anhelos arraigados de una relación de tantos años, de un casi algo o promesas sin cumplir son como pequeños dardos que se meten dentro de nuestra piel. Una vez llegas a la realidad de que todo fue un engaño... Recuperarse lleva tiempo. Vivimos en un mundo donde quién amó, respetó y dió lo mejor de sí mismo para otro ser humano tiene que ir a terapia porque la otra parte es incapaz de hacerlo. Así que mientras veía mi dolor transcurrir en un par de líneas afiladas llegué a una conclusión... Para siempre: adiós.