La petición de Damon.
Bianca.
—Pues, estoy en mi casa con Vanne. —me comento.
—Crees que soy ingenua, entonces, seguramente tu casa se convirtió en una feria, para que se escuche esa musiquita y se oigan las risas de los niños. —escuche como suspiro. —Porque me están siguiendo, tu y Vanne, les cinco minutos para que se presenten ante mí, si no, no les voy a volver a hablar. —musite molesta.
—No es mi culpa, es la de Vann... —escuche como se quejó. —Ya vamos para allá, no se muevan. —hablo rápidamente Vanne a través del celular.
Minutos después, frente a mí, se encontraban mis dos mejores amigos, vestidos todo de negro.
—Todo esto tiene una explicación. —comento Vanne, pausadamente. —Te seguimos por tu seguridad, porque era extraño que salieras con alguien que recién conocías, y hay algo más, mi hermano te ha estado siguiendo desde que saliste de tu casa. —mi hermano soltó una risa en bajo.
—Voltea lentamente y fíjate quien esta supuestamente comprando algodón de azúcar. —me susurro Zack, cuando se me acerco para agarrarme los hombros y luego darme un beso en el cachete, hice lo que me dijo, y me llevé la sorpresa, de que Damon nos observaba con el ceño fruncido.
Se acerco hacia nosotros, Lizbeth, mi conejita interna, se removió un poco, ante las feromonas que esparcía su alfa, que se encontraba molesto.
—Te advertí que te alejaras de ella. —escuche como le susurro a mi hermano, cuando paso por su costado. —¿Ustedes son cercanos para que la hayas invitado a una cita? —inquirió.
—¿Estas tan curioso acerca de mi relación con Bianca? Y porque ella acepto salir conmigo. —soltó una risa baja mi hermano. —Te lo diré entonces. —suspire. —La conozco desde que nació, por eso, nuestra relación es muy especial que solo nosotros dos podemos tener en todo el mundo. ¿puedes entenderlo? —miro retando a Damon.
Vi como quiso abalanzarse hacia Zack, mi mano sujeto el brazo de Damon, haciendo que su cuerpo dejara de estar tenso. Volteo a verme.
—¿Qué crees que estás haciendo? —lo mire molesta, nadie podía golpear a mi hermano, solo yo lo podía hacer. —¿Acaso me estas siguiendo? —su cara tomo un color pálido, haciendo que la risa de Vanne estallara.
—Tu eres mía, Bianca. —me susurró. —Eres mía, ¿lo entiendes? —me quise reír, pero me contuve, quien se creía este. —Por eso, no te dejare ir nunca.
—No soy tu maldita pertenencia, no soy un objeto. —le grite con los ojos llorosos. —No me vengas a joder, luego de todo lo que dijiste el día que nos encontramos.
Mi pecho empezó a doler, haciendo que me cayera, pero antes de lograr tocar el piso, los brazos de Damon me alcanzaron.
Escuche como gruñía, cuando mis amigos y mi hermano, intentaban acercarse, eso fue lo último que alcance a ver, antes que caer en una completa oscuridad.
***
Me removí incomoda y un insoportable dolor, tomo posesión de mi cuerpo. Lleve mis manos a mi cabeza, sin abrir los ojos.
Fruncí mi ceño al escuchar un ruido proveniente de algún lugar un poco lejos de donde me encontraba acostada.
Pestañeo un par de veces, una vez acostumbrada a la luz, fruncí mi ceño al darme cuenta que el lugar donde me encontraba no era mi habitación, pero mi cuerpo lo siento familiar.
Las suaves sábanas se adherían a mi cuerpo, el cómodo colchón me hacía imaginar que estuviera descanso encima de una nube.
Me estire con cuidado. Escuche unos toque en la puerta, haciendo que dirigiera mi mirada hacia ahí.
—Buenos días, Bianca. —avanzó hacia mí, agarro mi nuca con una mano. —¿Te duele algo? —pregunto.
—Buenos días, Damon. No me duele nada, pero que hago aquí. —lo mire esperando una respuesta.
—Te desmayaste, por eso te traje acá. —me dijo.
—Me hubieras dejado con Zack, por lo menos con él me siento más cómoda. —susurre lo último, a lo que él emitió un gruñido.
—Metete estas palabras en tu cabeza por una buena vez. Me perteneces. Tu cuerpo me pertenece. —me agarro mi mano y me la hizo pasar por todo su pecho. —Todo lo que acabas de tocar es tuyo. Malditasea, siempre ha sido tuyo. Al carajo todo. Te quiero en mi maldita vida.
Me sonroje cuando hizo que tocara su pecho, no lo niego es muy fuerte, y guapo.
—Te quiero en mi vida, Bianca. —volvió a repetir. —No me dejes.
—Así no funcionas las cosas. —le dije molesta. —No porque tú quieras que ahora este contigo, significa que voy a olvidar esas palabras que me dijiste.
—Ya lo se. Te iba a besar, juro que te iba a besar cuando te acorrale en ese salón. Pero no pude, ya que alguien nos estaba espiando, esa persona no era de la manada. Te tuve que decirte toda esa mierda, porque si se hubiese dado cuenta de que eras mi mate, te pudiese haber lastimado. —suspiró. —Pero cuando me iba a disculpar contigo, todo se fue al carajo, tú nunca sonreíste la vez que nos vimos, pero lo hiciste cuando apareció ese nuevo en la universidad, quise matarlo en ese mismo instante. Le sonreíste a él y no a mí.
Sentía como mi cara empezaba a empaparse por las lágrimas, él intento abrazarme, pero lo abofetee.
—Te lo mereces por no haberme explicado antes. No sabes el dolor que sentí. —él asintió y me abrazo. Escondí mi cara en su pecho inhalando el delicioso aroma que este soltaba. —¿Qué hora es? —pregunte.
—Son las tres de la tarde, seguro tendrás hambre, ¿cierto? —asentí, él salió un momento y luego de diez minutos, apareció con una bandeja, donde esta tenía un plato de comida.
Empecé a comer, Damon me observaba, lo que me hizo sentir un poco incomoda, cuando termine, él se me acerco.
—Tienes una mancha acá. —antes de poder reaccionar, él agarro una servilleta y me la limpio, para luego dejar un beso en mi cachete. Me sonroje, y él se empezó a reír, lo que provocó que le diera un golpe en el brazo.
—¿Quieres ir a comer helado? —me pregunto, asentí alegremente.
Me pare de la cama y lo abrase, haciendo que enrollara mis piernas en su cintura, escuche como soltó y gruñido. Me baje rápidamente, creyendo que le había molestado.
—Ve a cambiarte, tu ropa está en el baño. —baje mi mirada hacia mi cuerpo y me sonroje al ver que solo estaba con una camisa suya. —Voy al baño del cuarto de invitados, tengo que solucionar algo, espérame abajo, cuando termines de cambiarte. —asentí.
Estuve esperando abajo, alrededor de veinte minutos y luego bajo Damon cambiado. Caminamos hasta una heladería, nadie hablo en todo el camino, pero el silencio no era incomodo.
Cuando entramos, la vendedora nos atendió amablemente, yo pedí un helado de chocolate, y él uno de menta.
—¿Vamos al parque? —pregunte, él asintió.
—Está bien, pero quiero algo a cambio.
—Okey.
—Quiero que mañana salgas conmigo a una cita. —me atragante, lo cual hizo que tosiera mucho y el me diera palmaditas en la espalda.
—Mmm... lo pensare, mañana te digo. —me llevo hasta mi casa, no sabía que hacer, si aceptaba, sería mi primera cita.
Antes de poderme despedirme, la puerta de mi casa se abrió, mis padre y hermano, salieron de ahí. Ellos de miraban con una cara preocupada. Mi madre se me acerco para abrazarme fuertemente. Mi padre miro receloso a Damon. Y ni hablar de Zack, el parecía que en cualquier momento lo golpearía.
Damon los saludo y se fue rápidamente, parecía que le temía a mi papá, lo que me hizo reír, luego de que se fuera, mis padres lloraron, temían que algo me había pasado. Me dijeron que fuera a descansar, y asentí.
No sé en que momento me dormí, pero me desperté, al sentir como alguien tocaba la puerta de mi habitación.
—¿Puedo pasar? —inquirió.
—Desde cuando pides permiso para esas cosas. —pregunté sorprendida.
—Pide permiso para cualquier cosa, regla número uno del manual para conquistar. —me reí por lo que estaba diciendo Damon.
—¿Qué estás haciendo aquí, tan temprano?
—Responde a todo lo que te pregunte tu conquista. —dijo y me sonroje. —Te vengo a llegar a la universidad. —me sorprendí.
—Dame diez minutos, ahorita bajo. —él salió, y me dirigí al baño, para ducharme. Me gusto lo que había elegido. Bajé y lo vi con la cara pálida. Me miro aliviado, salimos de la casa, luego de habernos despedido.
En el camino fuimos a una cafetería para tomar desayuno, me divertí mucho, cuando llegamos a la universidad, todos se nos quedaron viendo, me sentía incomoda, Damon emitió un gruñido, que hizo que todos miraran a otro lado.
Nos dirigimos a nuestro salón, cuando entramos no había nadie, así que me senté en el medio, entonces sin darme cuenta, Damon estaba frente a mí.