Spring love (EDITANDO)

Da MissSlytherdor13

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"-En un año todo cambiará, Katherine." Esas fueron las palabras de mi padre antes de ser obligada a trabajar... Altro

Spring love
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Epílogo
Extra

Capítulo VIII

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Da MissSlytherdor13

Seco el sudor de mi frente y dejó las pesas en su lugar, bebo agua y seco mi frente mientras observo a mi alrededor. Son las cinco y cuarto de la mañana, el gimnasio está medio vacío y agradezco, así evito miradas morbosas de algunos hombres y de vez en cuando una mujer.

No podía dormir, mi gato decidió ignorarme y darme una mirada de odio cuando pasé por su lado para salir del apartamento. Normalmente salía a correr, pero dadas las condiciones de tiempo contado que tenía para estar a tiempo cambiada, arreglada y con todo preparado para ir a trabajar, decidí venir al gimnasio, aquí había relojes en cada pared, así evitaría quedarme más de lo que debía y llegar tarde.

Decidí realizar mis rutinas con música movida que me ayudara a no rendirme tan fácil y elegí los lugares más alejados para no tener contacto con las personas que estaban en sus asuntos.

Tras cuarenta minutos, decidí que ya era hora de correr un poco, empecé lento y luego de algunos minutos, por fin moví mis piernas con velocidad, sintiendo el sudor bajar por mi frente y mi cuello, haciendo que entre mis pechos y debajo de ellos se formara una sensación incómoda.

Tenía un brasier y un pantalón hasta la mitad de la pantorrilla deportivo color negro, mis audífonos se caían de vez en cuando gracias al sudor y la botella de agua estaba por acabarse, mientras que la toalla ya estaba demasiado húmeda.

La carga laboral de ayer fue agotadora, salí de la empresa a las doce de la noche y me sorprendió que Chris siguiera metido en su oficina con sus dedos tecleando sobre su laptop.

Como siempre, perdí la noción del tiempo, observé mi reloj y eran las seis quince. Tenía que salir corriendo a mi apartamento para bañarme y maquillarme, era demasiado femenina y me gustaba verme bien siempre que podía.

Dejé la caminadora y observando algunos mensajes en mi celular comienzo a caminar luego de tomar mis cosas. No me fijé por donde iba, lo que hizo que chocara con un cuerpo, haciendo que casi cayera, pero unas fuertes manos me sostuvieron.

Levanté mi mirada y mis mejillas se pusieron rojas de inmediato, estoy segura, al ver al chico frente a mí. Sus rasgos asiáticos eran delicados, pero era alto y musculoso, rompiendo así mis expectativas comparándolo con otros asiáticos. Su piel tenía un ligero tono amarillo y su torso estaba desnudo y brillante por el ejercicio, sus músculos se flexionaron y el calor aumentó en la sala. Su sonrisa era hermosa, sus ojos estaban ligeramente rasgados y su cabello lacio era de color negro y lo llevaba muy despeinado.

—Cuidado, señorita—dijo con una profunda voz.

Sus ojos color café me analizaron de la misma forma que seguramente yo lo analicé. Se detuvo en mis caderas, luego mis pechos y sabía que al final la sonrisa sería con la intención de seducirme, pero en lugar de una sonrisa, obtuve una ceja alzada.

—Lo lamento—dije alzando una de mis cejas y cruzando mis brazos sobre mi pecho.

Su mirada cayó a esa parte y mordió su labio inferior mientras sus ojos se fijaban en los míos.

—Soy Arata. —Extendió su mano derecha en mi dirección y la tomé luego de unos segundos de recorrer sus musculosos brazos con mis ojos.

—Kate—respondí sacudiendo su mano levemente.

— ¿Solo Kate? —preguntó con diversión.

—Solo Kate—respondí con arrogancia.

—Muy bien, Kate, solo Kate—dijo el chico de manera lenta—. Un placer conocerte.

—El placer es mío. —Su sonrisa se transformó en una coqueta, mientras que su mirada me volvía a recorrer.

—Eres muy atractiva, Kate. —Fue directo al grano.

Sonreí de forma seductora. Me divertía el intercambio de coqueteo, él era guapo, su sonrisa era bonita y su musculoso cuerpo le daba el toque necesario para ser totalmente caliente.

—Gracias, usted también es amigable—respondí con inocencia.

—Dime Arata, me haces sentir viejo—dijo fingiendo estar herido.

—No lo conozco, es mejor así.

—Déjame conocerte, entonces. —Alcé una ceja con sus palabras.

Él rio de la manera más sexy que alguien lo podía hacer. Conocía este tipo de coqueteo, el tipo de coqueteo que terminaba en sexo y una disculpa de su parte por no poder darme algo serio.

—Voy tarde al trabajo—dije viendo la pantalla de mi reloj—. Un placer, señor.

—Dime Arata, por favor-dijo cruzándose de brazos y mi mirada se dirigió a sus brazos rápidamente—. Espero que la vida me conceda el deseo de verte por ahí otra vez.

— ¿Vienes diario a esta hora? —pregunté ignorando el intento de impresionarme con su último comentario. Mi horario era diferente, por lo que esperaba que dijera que sí para verlo más seguido. No debía involucrarme con él, pero al menos era guapo y podía apreciar de lejos.

—Soy nuevo en la ciudad, me quedaré unos meses aquí—dijo guiñándome un ojo.

Bien, era hora de huir. No me interesaba ser el juguete de alguien por meses.

—Qué lástima—dije fingiendo tristeza—. Disfrute la ciudad, es hermosa.

—Vaya que lo es—dijo de manera coqueta.

— ¿De dónde viene? —pregunté de manera desinteresada, necesitaba que dejara de coquetearme.

—De por ahí—respondió.

Mi alarma volvió a sonar, iba muy tarde, a este paso no alcanzaría a desayunar y tendría que pedirle a Dios que Chris estuviera de buenas y accediera a dejarme libre en el tiempo del almuerzo.

—Voy tarde, lo lamento, un gusto conocerte, Arata—dije comenzando a caminar al área de los casilleros para tomar mis cosas.

— ¡Espero verte por aquí, Kate! —Escuché que el chico gritó.

Sin decir más busqué mis cosas, guardé mi celular, mi toalla y mi botella de agua, y rápidamente salí mientras me ponía una sudadera y buscaba las llaves de mi auto. Conduje con cuidado, pero tratando de llegar lo más rápido posible, al entrar a mi apartamento, dejé un camino de ropa hasta el baño, incluso el Señor Harris entró conmigo y se echó frente a la regadera mientras lamía sus patas.

Me duché lo más rápido que pude, salí y cepille mis dientes junto mi cabello, lo sequé y peiné de manera que se viera presentable. Entré a mi closet y opté por una falda en tubo color beige ajustada hasta las rodillas, una blusa blanca, algunos collares y un saco largo color rosa palo. Me maquillé en tiempo récord y mientras salía de mi habitación, caminé torpemente buscando mis cosas del trabajo, agarré mi celular de la bolsa del gimnasio, recogí mi ropa tirada y llevé mi toalla a la ropa sucia. Vi el reloj y todavía tenía diez minutos para salir de casa, así que prendí mi cafetera y mientras dejaba todo listo, recordé al chico lindo del gimnasio. Podía salir un día a cenar con él y terminar como cualquier adulto soltero lo haría, aunque con las cargas laborales de Chris, nadie salía con ánimos de ir a cenar y acostarse con alguien luego de eso. Me aseguré que mi amado gato tuviera comida y lo observé verme de lejos, nos amábamos, estaba segura de eso, aunque su cara fuera la de un gato molesto con la vida. Me acerqué a él y lo besé en su cabeza, el maulló y acaricié su barriga.

—Volveré en la noche, Señor Harris, la señora del aseo vendrá a ponerte más comida al irse. —Su maullido me rompió el corazón y mandé un beso en el aire como si él lo entendiera.

Puse mis zapatillas color piel y tomé un termo mientras vertía el líquido con olor a vainilla. Salí corriendo mientras buscaba las llaves de mi coche, caminé rápido al estacionamiento y tras conducir como loca, al fin estuve en la empresa, faltaban cinco minutos para que fuera la hora y sabía que Chris ya estaría ahí dentro, era muy puntual y de verdad deseaba que no hubiera tanta gente esperando el elevador para llegar a tiempo.

Mi sorpresa fue encontrar uno de los elevadores vacíos, presioné el número del último piso y tras unos minutos, llegué con tres minutos de retraso. Dejé mis cosas en el escritorio de Amy y entré a paso veloz a la oficina de Chris.

—Buenos días, Chris—saludé mientras intentaba recuperar mi respiración.

—Buen día, Kate, te acabo de enviar un correo con las cosas que harás hoy—dijo despegando su vista del monitor y centrándola en mí.

Sentí el calor en mis mejillas cuando sus ojos echaron un vistazo de mi cabeza a mis pies, él se veía igual de atractivo que siempre y su sonrisa burlona estaba ahí, justo esa sonrisa era la que me hacía suspirar de vez en cuando.

— ¿Algo más? —pregunté al observar sus ojos sobre mi cuerpo.

—Los socios vendrán en un par de horas, el inversionista mayor enviará a su hijo a supervisar la construcción, al parecer aprobaron nuestra oferta—dijo alegremente.

—Que gusto—dije sonriendo.

—Gracias a ti, Kate—dijo poniéndose de pie.

— ¿Aumentarás mi sueldo? —bromeé.

—Lo mereces—dijo riendo.

—Hoy estás de buen humor—comenté.

—Lo estoy—dijo sonriendo—. Ayer fue un día horrible y hoy desperté con buenas noticias.

—Encontraste el arcoíris luego de la tormenta. —Moví mis manos sobre mi falda y sentí de nuevo el calor en mis mejillas cuando me encontré a Chris observándome con una sonrisa.

—Nunca entendí por qué te sonrojas—dijo mientras dejaba el lugar en su escritorio y caminaba hacia mí.

—Tu mirada intimida—respondí fingiendo desinterés.

—Siempre me gustó ver cómo te ponías roja—comentó—. Veo que algunas cosas nunca van a cambiar.

No sabía qué responder a eso. Chris siempre tuvo un efecto bonito en mí. Me ponía roja, nerviosa, las manos me sudaban y quería esconderme en un agujero para que él dejara de verme. Sus ojos siempre buscaban los míos y la sonrisa en su cara, adornaba lo más bonito que había visto. Me gustaba la forma en la que se formaban hoyuelos en sus mejillas, sus cejas se fruncían cuando se sorprendía o se enojaba y nunca demostraba si estaba triste o nervioso. Antes de irse, él era una persona que siempre buscaba la manera de estar conmigo y platicábamos durante horas cuando no estaba con mi hermano. Sus sueños eran grandes y la forma en la que hablaba de cosas que le gustaba me hacía suspirar siempre. Me había enamorado de su alma.

—Un defecto de nacimiento. —Traté de sonar divertida, pero creo que eso intensificó el color de mis mejillas.

—El defecto más bonito, entonces. —El aire se atoró en mis pulmones y se negó a salir.

Solo él podía acelerar mi corazón con palabras o miradas, y justo ahora lo había hecho.

— ¿A qué hora era la junta? —pregunté tratando de cambiar el rumbo de la conversación.

Chris rio y se quedó observándome otro rato más.

— ¿Te parece si después de la reunión pedimos el desayuno aquí? —Evadió mi pregunta y me propuso desayunar juntos.

— ¿Aquí? —pregunté sin poder creerlo.

—Sí, Kate, tenemos que ver algunas cosas, podemos desayunar mientras lo hacemos, ¿te parece? —En los días que llevaba aquí, nunca lo había visto desayunar.

—Muy bien—respondí fingiendo indiferencia.

— ¿Cómo está Chloé? —preguntó con una ceja alzada.

—Mejor, las pastillas ayudan con el dolor y ayer Dan se hizo cargo de ella—dije.

—Ella me agrada, le tomé cariño con tanto tiempo que lleva en la casa—dijo con diversión—. Es como una hermanita menor.

—Ella nos cuida, es nuestra mamá—bromeé haciendo referencia a Dan y a mí.

—Daniel tiene veintiséis y sigue siendo un niño prácticamente, hasta yo lo cuido—dijo Chris sonriendo.

Dan nos ganaba con un año a mí y a Chloé, de ahí la actitud protectora que tomaba.

—Tomy la amaba—comenté con ternura.

—Tomy decía que Chloé sería su novia cuando fuera grande, aunque sabemos que eso no iba a pasar—dijo Chris sonriendo al recordar a su hermanito.

—Ella siempre estuvo flechada por Dan—reí y él asintió.

—Esos dos son un caso, ¿no es cierto? —preguntó riendo—. Desde pequeña siempre tuvo sus ojos en Dan, aunque eso cambió con el tiempo.

Era bueno cuando Chris estaba así, sonriente y con ganas de tener una conversación sin discusiones u órdenes.

—Lo son—dije luego de un rato—. Creo que es momento de que vaya a preparar las cosas para la junta.

Chris tenía recargado su bonito trasero en el escritorio, sus brazos cruzados y sus pies igual. Él sonrió en mi dirección y asintió. Sabía que al darme la vuelta me vería, era el hombre más visual que conocía y mi trasero sufriría en vistazo de su parte. Caminé sintiendo el calor en mis mejillas, apresuré mi paso y agradecí que no me fallaran mis pies y se doblaran en el trayecto.

Salí de su oficina, me acerqué al escritorio de Amy y prendí la computadora. Normalmente Chris solucionaba sus asuntos por correo o llamadas y hasta ahora no habíamos recibido personas en el piso, lo que hacía un poco solitario mi entorno. Era el último piso, el más tranquilo y silencioso, y probablemente el piso en el que los de más abajo casi nunca o nunca, subían.

Luego de realizar exitosamente lo que él me pidió y me anunciara que la junta empezaba en diez minutos, me puse de pie y arreglé mi ropa mientras él salía de su oficina. Su rostro ya no se adornaba con una sonrisa, en su lugar una fina línea se formaba con sus labios.

Caminé a su lado y agradecí cuando me indicó que pasara primero al elevador. Era un caballero con todas las mujeres desde que era un niño, eso lo había comprobado con tantos años de amistad.

—Aprendes muy rápido, Katy—murmuró viendo el resumen de los datos del proyecto con los inversionistas.

—Lo intento—dije mientras yo también preparaba mis cosas.

—El hijo del inversionista es un joven de veintisiete, acaba de regresar de estudiar de Canadá y créeme que puede ser un dolor en el trasero—murmuró mientras hojeaba una carpeta—. No nos llevamos muy bien y por muy buena que sea la propuesta de nosotros, él se encargará de rechazarla para hacernos enojar.

—Suena a que es un idiota—dije viendo el número de pisos que bajaba el elevador.

—Es un soltero mujeriego que va detrás de proyectos sin futuro y rechaza lo mejor que le puede pasar en su vida, no me sorprendería que intente conquistarte—dijo de pronto.

— ¿Por qué?

—Porque eres hermosa y para joderme. —No pude reaccionar debido a que las puertas se abrieron en el piso de la sala de juntas.

Chris puso una mano en mi espalda y me indicó el camino. A lo lejos vi a un grupo de señores con rasgos asiáticos, todos con un ligero toque de canas en sus cabezas y una expresión de molestia. Nos acercamos y saludamos uno por uno, hasta que un hombre con cabellera negra, seguramente gracias a un tinte, se acercó sonriendo y estrechando en un abrazo a Chris.

—Hola, socio—dijo el señor—. Estoy feliz de presentarte a mi hijo, trabajará a tu lado por el resto del proyecto. Solo que viene un poco tarde.

El señor rio y una sonrisa incómoda se instaló en los labios de Chris y míos.

— ¿Te parece si lo esperamos allá dentro? —Chris odiaba la impuntualidad y justo ahora veía esa sonrisa falsa y el esfuerzo que estaba haciendo por no gritarle a todo el mundo.

—Claro, ese muchacho no debe tardar, mejor cuéntame sobre el proyecto. —El señor caminó de manera alegre junto con los otros señores a la sala de juntas y en ese momento se abrieron las puertas del elevador.

Salió un hombre en un traje, no veía su cara porque iba abrochando los botones de su saco y su cabello estaba totalmente despeinado. Era alto, sus hombros anchos, los músculos de sus brazos marcados, su perfume era delicioso y cuando al fin levantó su cara, ahí estaba.

El chico del gimnasio me sonreía de la misma manera coqueta que en la mañana, sus ojos me barrieron y luego los conectó con los míos.

—Arata Himura, el heredero de mi imperio—dijo el señor que minutos antes estaba feliz—. Llegando tarde, como siempre.

—Solo fueron unos minutos, padre—se defendió sin despegar sus ojos de los míos—. Hola, Kate, solo Kate.

Chris carraspeó a mi lado y dejé de ver a Arata para observar a un Chris furioso.

—Un gusto, señor Himura—dijo Chris estirando la mano en su dirección, Arata la vio y luego la estrechó con diversión en su rostro—. Agradecería que camináramos a la sala de juntas. Tengo mucho trabajo y no me puedo retrasar en esto.

Los japoneses rieron y por mi mente pasó la idea de advertirles que no se rieran o harían aumentar la furia de Chris.

—Los ingleses y su odio a la impuntualidad—comentó el señor Himura—. Nos vamos a divertir mucho.

Arata me seguía viendo y supe en ese instante que nada iba a salir bien. El chico caminó junto con su padre y los socios a la sala de juntas, mientras que Chris me sujetó suavemente del brazo.

— ¿Lo conoces?

—Lo conocí esta mañana en el gimnasio, no sabía que era tu socio—respondí observando su boca en una línea y sus ojos analizando mi rostro.

—Él ya te conocía, Kate—dijo en voz baja—. Es mejor que te mantengas alejada de él, no es bueno.

— ¿Cómo que ya me conocía? —pregunté confundida.

—Después de la junta te cuento, lo prometo—dijo acercándose a mí y haciendo que yo retrocediera con su cercanía, ya que eso debilitaba mis piernas y aceleraba mi corazón—. Solo mantente alejada de él.

Luego de eso ambos entramos a la sala de juntas, varias mujeres parte del proyecto llegaron también y durante la junta sentí la mirada de Arata, mientras que mis ojos buscaban los de Chris, quien me daba miradas de ve en cuando y sonreía ligeramente.


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