De niña pensaba que las nubes estaban hechas de algodón de azúcar y que la luna estaba hecha de queso.
Fui creciendo y creía que las nubes eran figuras atrapadas en el cielo, esperando a ser descubiertas por alguien que las liberara.
Hoy pienso en lo maravilloso que sería si existiera un mundo de nubes de algodón de azúcar y lunas de queso.
Hoy sueño con castillos hechos de nubes y luz de luna, y dragones atrapados en el cielo, surcando el horizonte con sus alas extendidas, esperando a ser descubiertos y liberados.