Delirium

By sugarmeli

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El problema era que a Kouyou Takashima nadie le decía qué hacer, hasta que Yuu Shiroyama le dio una orden por... More

Así
EL REBELDE OBEDIENTE
DUEÑO
OPORTUNIDAD
TARDE LIBRE
DECISIÓN
SIN VUELTA ATRÁS
POR FIN
PLÁTICA
SOSPECHA
REALIZACIÓN
RECUERDOS
AMO
PLANES
ESTRATEGIA DE GUERRA
SEGUNDO ADIÓS
LO QUE EN REALIDAD PASÓ
DOS MESES
CONSECUENCIAS
ENAMORAR
ESPÍA
PENSAR EN TI
CAMINOS QUE SE CRUZAN
VIENTOS DE CAMBIO
DECISIONES EXTREMAS
LLAMADA
PENDIENTES
REGRESO
DELIRIUM NOCTURNUM
Delirium Tremens/ Epílogo

AÚN DESPUÉS

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By sugarmeli



Era una enorme oficina, con una gran sala de descanso y un escritorio tan grande que parecía imposible que alguien pudiera llenarlo de tantos papeles. Aún así, había carpetas, folders y papeles, muchos papeles regados por toda la madera de la que estaba hecha ese escritorio. Apenas se asomaba la computadora, el teléfono y el celular estaban perdidos debajo de ese mar de archivos.

Nadie en su sano juicio pensaría que aquella era la oficina del CEO de la empresa, no con aquel desastre. Lo peor no eran los papeles, era que necesitaba encontrar una tabla impresa y así jamás lo lograría. De inmediato pensó en despedir a su secretaria, en definitiva no le estaba siendo útil, si la mujer fuera capaz de hacer su trabajo, no tendría ese problema de papeles y no podía darse el lujo de atrasarse por pequeñeces. Se estaba poniendo de malas y eso no era bueno, para nada.

—¡Shiroyama! —escuchó detrás de la puerta de su oficina y sonrió ampliamente. Se había tardado en reclamar.

Sin tocar o avisar, el hombre que había gritado entró poco menos que furico a la oficina del pelinegro. Tenía, para su sorpresa, más papeles en la mano.

—¿Te ayudo en algo, Akira? —sonrió recargándose en el respaldo de su enorme silla de color negro.

Akira Suzuki estaba frente a él con expresión de querer matarlo, su cabello rubio peinado de tal forma que nadie pensaría que era uno de los mejores abogados del país, vestía un traje carísimo de color gris y zapatos más costosos que un auto de baja categoría.

Alzó una ceja y permaneció parado frente al escritorio—. A ver Yuu, contéstame una cosa, ¿estabas drogado? ¿Ebrio? ¿Te pareció divertido? ¿Cómo carajos se te ocurre comprar...—revisó los papeles que llevaba en la mano— una editorial? ¿Una editorial? Dime, a nosotros como empresa, ¿de qué nos sirve una editorial? Además, lo hiciste sin consultarme, de que sirve que sea tu abogado y tu vicepresidente si vas a acabar haciendo lo que se te antoja— por fin se sentó en una de las sillas para visitantes e hizo un puchero.

Yuu sonrió—. Ya sé, pero no me ibas a dejar comprarla si te decía. La verdad ni yo mismo sé porque lo hice, creo que es una gran inversión y no es nada que no hayamos hecho antes. Comprar una empresa que está creciendo y volverla aun mejor —explicó como si fuera lo más normal del mundo.

Habían pasado diez años, diez años desde que se había ido de su casa para estudiar la universidad. Como era de esperarse, su ingenio e inteligencia lo habían llevado muy lejos, al punto en que un año antes de graduarse ya había conseguido suficientes inversionistas para fundar su propia empresa.

Al principio fue un poco difícil, pero a medida que pasó el tiempo las cosas se hicieron fáciles para Yuu, al grado de que a sus veintiocho años, era uno de los hombres mas influyentes y adinerados de Japón. Sin embargo tal vez el éxito no era enteramente suyo, mucho le debía a su vicepresidente Akira, a quien había conocido en la universidad y cuyo padre resultó ser uno de los socios que alguna vez conoció en la residencia Takashima.

Akira probablemente era el único amigo que alguna vez había tenido. El abogado era una persona extraña que a su vez parecía entender a Yuu a la perfección; su carácter, su manera de pensar y de actuar. Muchos tachaban al pelinegro de ser un poco excéntrico y muy malhumorado, nadie negaba su inteligencia y su impresionante visión para los negocios, pero aquellos que lo conocían no pretendían hacerlo mas a fondo, ni siquiera ser sus amigos, el único que había estado presente durante todo el tiempo había sido Akira.

Finalmente, el abogado suspiró—. Bueno, felicidades. Hoy en la noche tenemos que cenar con el presidente de la editorial y con su escritor estrella — dejó el volver sobre el escritorio y cruzó los brazos.

—¿Tenemos? —preguntó incrédulo viendo más papeles sobre su escritorio, retomó la búsqueda de la dichosa tabla sin mirar al abogado.

—Sí, Shiroyama, es tu capricho, te aguantas y vamos. Además el propósito según esto, es que comprendas lo que significa ser dueño de una editorial. Quieren que conozcas al escritor estrella porque después de todo. es la principal fuente de ingreso para la empresa. Al parecer, el muchacho este, ha ganado millones; de ahí que la editorial se haya hecho de renombre y la quisieras comprar —explicó sonriendo, al menos Yuu pagaría por no decirle sobre la compra.

Yuu asintió removiendo los papeles. Sabía que no podía zafarse de ese tipo de formalidades le gustaran o no, eran parte del trabajo y él amaba su trabajo, incluso con ese tipo de reuniones a las que no les veía sentido. Seguía siendo terriblemente malo para hablar con las personas, Akira era quién se encargaba de las Relaciones Públicas.

—¿Cómo se llama el escritor? —preguntó Yuu con cara de inocencia, tratando de no soltarse a carcajadas.

Akira hizo una mueca—. ¿La compraste y ni te diste a la tarea de investigar? Si no fueras tu, te diría que eres un estúpido. Debe ser entonces la compra mas irresponsable que jamás hayas hecho, ¿verdad? Quien te viera —sonrió y revisó los papeles del escritorio—. No dice, la verdad ni yo he visto. Fuera de todo mi trabajo, no tengo tiempo de leer así que ni he escuchado hablar de él —alzó los hombros —. Deberíamos de dejar de comprar empresas a lo idiota, un día nos vamos a ir a banca rota —parpadeó muchas veces.

Yuu rió con fuerza—. Nunca han sido compras a lo idiota —le dijo con seguridad, abandonando por fin la búsqueda entre los papeles—. Si tienes una presencia en cada campo negociable, poco a poco te vas haciendo dueño de todo – sus ojos brillaron.

—Estás loco, parece que quieres dominar al mundo o algo así —sacudió la cabeza y se levantó—. La cena es a las ocho, te quiero listo —se quedó esperando la respuesta de su jefe y amigo.

—Me lo dices como si fuéramos pareja, eres un gay de lo peor —se burló.

—JA, mira quien lo dice.

—Yo soy bisexual, me puedo coger tanto a mujeres como a hombres —sonrió con autosuficiencia.

Akira negó con la cabeza—. Eres un asco, cabrón —dijo riendo.

—Me gusta el sexo, no es mi culpa —se alzó de hombros—. Por cierto, ¿has visto la cotización de la industria Takashima? Me urge —miró con desdén su escritorio.

—Yo la tengo, el precio es altísimo, jamás nos la venderán. No entiendo que traes contra esa empresa, el presidente ni siquiera te ha devuelto la llamada y dado que te rehusas a hablar con mi papá para que te ayude, no vamos a llegar muy lejos —se acercó a la puerta—. A las ocho Shiroyama —advirtió y salió de ahí.

¿Qué tenía contra esa empresa? Simple, era la empresa de Kouyou o al menos estaba bastante seguro que lo era. El presidente de la industria Takashima, era un hombre muy discreto, no iba a eventos sociales ni se presentaba a negociaciones, todo lo hacía discretamente y sin llamar mucho la atención. Había un sin fin de rumores alrededor de él, algunos decían que ni siquiera era el hijo, pues todo había comenzado meses después de que Takashima padre se había retirado; lo cual había pasado apenas un año antes.

Desde que Yuu escuchó aquello, comenzó su obsesión. No había visto, ni había oído hablar de Kouyou en diez años, aunque se negaba a que tuviera que ver algo con el chico; pensaba que solo quería la empresa, pues se sentiría realizado de comprar la empresa que le había causado admiración en su juventud. Nada tenía que ver con ese niño. Además, si lo pensaba detenidamente, lo mas probable es que Kouyou odiara ser el presidente de la empresa, por lo que sería mas fácil comprarla. Lo llenaba de curiosidad el saber por qué no le habían devuelto la llamada y lo mas probable era porque Kouyou esta evitando a Yuu, lo cual lo ponía de cierta forma, feliz.

-x-

Entró al restaurante con tedio, sería una noche muy aburrida, ¿de qué podía hablar él con el presidente de una editorial y un escritor? Ni siquiera leía, al menos nada que no tuviera que ver con el trabajo. El poco tiempo que tenía libre lo utilizaba para divertirse con alguien, pagaba por el sexo. ¿Por qué? Porque ya ni siquiera le quedaban ganas de pasar por todo el proceso de conquista, le aburría. La única forma en la socializaba era aquella, hablando con un cliente, con futuras adquisiciones, con sus empleados o con Akira, eso era todo.

—Solo haremos las debidas introducciones, hablaremos de lo que haremos con la editorial y nos iremos de ahí. Así que quita esa cara —le dijo Akira al verlo, se había cambiado de traje y había optado por ir sin corbata, al contrario de Yuu quien se veía impecable con su propio traje y su corbata azul perfectamente arreglada.

El pelinegro chasqueó la lengua y giró los ojos. Se acercaron por fin a la mesa, en la que solo había una persona sentada; un hombre de pequeña complexión. Llamaba la atención, pues su cabellos a pesar de ser en su gran mayoría negro, tenia varios mechones de color rojo, además de usar lentes de contacto azules y de ser bastante atractivo. Se levantó de inmediato al ver a Yuu y a Akira llegar.

—Buenas noches, soy el presidente de la editorial "Tsuki" y el principal editor. Takanori Matsumoto —se presentó. Tanto Yuu como Akira parecían sorprendidos, pues la apariencia del hombre los hizo pensar que él era el escritor, incluso debía tener la misma edad que ellos. Los tres se sentaron y Takanori sonrió—. Gracias por venir, no creo que debamos empezar a hablar de negocios hasta que...ah no esperen —se volvió a levantar, al parecer la persona que faltaba había llegado.

—Perdonen la tardanza —dijo una voz bastante profunda detrás de ellos.

Yuu se levantó solo por educación, odiaba la impuntualidad aunque hubiera sido por algunos minutos. Se giró a saludar al recién llegado, pero su alma cayó al piso al darse cuenta quién estaba frente a él. Kouyou Takashima.

Después de diez años ahí estaba parado frente a él, por supuesto había cambiado. Ahora era mas alto que él, su cabello era castaño claro, ya no tenía cara de niño y su cuerpo para nada lucía como un adolescente. De inmediato Yuu notó las piernas de Kouyou, las cuales se marcaban por el pantalón ajustado; sus orejas perforadas y su ligero maquillaje que lo hacía ver aun mas hermoso y sexy de lo que el pelinegro recordaba. Ahí estaba, Kouyou Takashima. Su obsesión y su delirio.

—Mucho gusto, Kouyou Takashima —sonrió tendiéndoles la mano. Fingiendo como si nunca en la vida hubiera conocido a Yuu, conservaba aquel carisma que lo representaba en la preparatoria.

Los cuatro se sentaron y de inmediato hablaron de negocios, en su mayor parte, era Takanori quien hablaba con Akira. Kouyou de repente aportaba algo y Yuu permaneció en silencio admirando al increíble ser que estaba frente a él. Ni en sus más profundos sueños hubiera imaginado que luciría de aquella forma, haciéndolo sentir como si fuera un chico de dieciocho años nuevamente, haciendo que cada parte de su cuerpo temblara al recordar las cosas que pasaron juntos.

—Así que, dinos Kouyou —dijo Yuu sonriendo como si nada ocurrier—. Eres increíblemente joven y ¿ya eres un escritor estrella? Akira me dijo que eres el ingreso mas fuerte de la editorial —comentó curioso. Usualmente no tenía ese tipo de pláticas con sus clientes e incluso Akira lo miró sorprendido, pero no le quitó la vista de encima al escritor.

Kouyou sonrió—. Yo sigo sorprendido, pero estoy feliz. Todo esto me ha traído cosas buenas —sin querer miró a Takanori y algo parecido al enojo se acumuló dentro de Yuu.

—Shima escribió su primer libro antes de salirse de la universidad, fue cuando lo conocí —contó el mas bajo de los cuatro.

—¿No terminaste la universidad? —le ganó a preguntar Akira.

Kouyou negó con la cabeza—. Estaba estudiando literatura, pero verás que pagarte la escuela tu solo, es mas trabajo del que parece. No me alcanzaba el dinero y tuve que salirme. Meses después, Taka publicó mi libro y bueno, aquí estamos —volvió a sonreír.

—Aun así, Shima tenía el mejor promedio de la carrera —Kouyou se sonrojó por el ultimo comentario de Takanori.

Yuu sonrió hipócritamente, no podía creerlo, esos dos se traían algo mas que una relación profesional. No sabía si estaba furioso, si le causaba curiosidad o le encantaba que la situación se hubiera complicado de aquella forma, se levantó.

—Disculpen, debo ir al baño —sonrió.

Entró y de inmediato se acercó al lavabo, se echó agua a la cara. Llevaba toda la noche resistiéndose, habían pasado menos de dos horas que se había reencontrado con Kouyou y su mente ya estaba llena de pensamientos obscenos. Cosas que quería hacerle al castaño que seguramente ni en sus pensamientos mas sucios había imaginado, imaginarse el sonido de aquella voz ahora tan ronca gimiendo su nombre, lo hacía sobreexcitarse de manera en que no lo había hecho en diez años. Quería cogérselo, su cuerpo se lo demandaba a gritos, tenía que controlarse, porque si bien ya no era un adolescente parecía tener las hormonas como tal. Alguien entró al baño, Yuu se giró de inmediato y vio a Kouyou cerrando la puerta con seguro. ¡Los estaba encerrando! ¿Qué se proponía? El pelinegro sonrió.

—¿Necesitas algo? —preguntó altaneramente.

Kouyou lo miró serio, pero se acercó al lavaba a lavarse las manos como si fuera una plática cualquiera—. Ni se te ocurra decir una palabra de que tu y yo nos conocemos desde antes. Mucho menos todo lo que hicimos —advirtió con aquella seguridad que Yuu recordaba y sin siquiera voltear a verlo, solo dedicándole una mirada a través del espejo.

—¿Por qué? —Molestó Yuu sin evitar sonreír. Se sentía como un adolescente y su mismo cuerpo estaba reaccionando a aquello—. ¿Te da pena que sepan que eras mi juguetito? —se acercó a Kouyou peligrosamente.

—Éramos unos niños, solo eran juegos insignificantes que no tienen porque estar reluciendo en estos momentos —altanero, seguía siendo tan altanero como siempre. Con la diferencia que ahora también parecía serlo con Yuu.

El pelinegro sonrió—. ¿Te estás cogiendo a Matsumoto, verdad? Quien diría que mi bonita mascota podría ser el activo, apuesto que te verías hermoso gimiendo mientras te la estoy metiendo —provocó.

Kouyou giró los ojos fastidiado encarándolo finalmente—. Me da igual, solo haz algo bueno por primera vez en tu vida y no digas nada —se giró para salir del baño, pero Yuu fue mas rápido que él. Lo tomó por la muñeca, lo volteó hacia él azotándose los dos contra la puerta de la baño—. Suéltame —la seguridad se había desvanecido, Yuu lo notó de inmediato, el tono que Kouyou había usado era el mismo que recordaba del chico de dieciséis años que alguna vez había dicho que era su dueño.

—¿En serio creíste que te iba a creer toda la palabrería de que éramos niños? —dijo el mayor muy cerca de los labios del castaño—. Excelente actuación Kouyou, en serio, pero eres mío, te guste o no. Si yo te digo que hagas algo...

—Lo hago —contestó el menor con voz ronca, parecía estarlo disfrutando casi como él. La satisfacción de Yuu fue tal que sintió su miembro despertar de inmediato.

—Si te digo que te calles.

—Me callo.

—¿A quién le perteneces?

—A ti, eres mi dueño —bajó la mirada, pero una sonrisa se formó en su rostro—. Siempre lo has sido.

Yuu sonrió—. No le diré nada a tu noviecito, no te preocupes —acarició la mejilla de Kouyou con un dedo, repasando sus labios los cuales se moría por besar.

Y así lo hizo, lo besó tan violenta y desesperadamente como se sentía, mordió el labio del menor con fuerza provocando un gemido por parte del otro. El beso estaba cargado de agresividad, sin embargo a comparación de hace diez años, Kouyou mantenía el ritmo a la perfección, respondiendo de una manera simplemente deliciosa. Permitió el acceso de la lengua de Yuu, la cual llenó su cavidad con salvajismo. Las manos de Yuu ya estaban en el trasero del menor y sus miembros rozaban ligeramente. Kouyou gimió cuando el mayor se separó.

—Debemos salir —se separaron—. Saldré yo primero —anunció Yuu—, arréglate y espérate unos minutos, tus labios muestran a la perfección lo que acabamos de hacer. Aunque si me preguntas te ves mejor así —sonrió.

Kouyou se acercó al espejo—. Puta madre —maldijo al ver sus labios hinchados y rojos debido al beso.

Yuu lo miró obscenamente—. Agua tibia —dijo y salió del baño como si nada hubiera pasado. Había recuperado su juguete perdido. 

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