-Te levantas o te levanto-anuncio el imponente hombre que miraba a su segundo hijo -¡ahora Adrián! -
-...-
-Vas a seguir de cobarde como la ultima vez ¿no? -dijo frotando el puente de su nariz -no voy a seguir apagando tus caprichos
-pero padre-intenta decir un impotente joven de 24 años a la mirada de su padre
Al ver aquella mirada de desaprobación de su progenitor algo en el se rompió y recuerdos vinieron a su mente de aquella época tan desastrosa.
-Nada Adrián - dijo callando lo con un ademán-quisiste irte a Madrid y te lo permití -menciono mirandolo-y no creas que no se todo lo que esta pasando, soy consciente -dijo harto de su hijo-no preguntes ¿como? Soy tu padre y se todo lo que haces-advirtio mirándole a sus ojos -si tu madre te viera ¡ay dios! Que hice para merecer un hijo asi-dijo pesandose-nada de quejas quiero de tu parte- anuncio cuando su hijo abrió la boca-razon tenia tu hermano pero esto se acaba aquí -menciono con una sonrisa burlona ante la mirada confundida del oji-esmeralda-alistate tu trabajo como profesor empieza ahora
El pater familis de la gran dinastía Agreste se retiraba de aquella habitación dejando con la palabra en la boca de su hijo mientras sentía que su plan esta en marcha.
Mientras el joven golpeaba frustrado su cómoda cama traído de Alemania especialmente para él.
Maldecía a su padre, a Chloe, Lila, Marinette y a medio mundo mas por tener que trabajar en una tonta universidad que su padre había mandado a construir meses atrás.
¡Maldicion! Tener que rebajar a a ser un simple profesor-dijo con cólera mientras jalaba sus cosas para alistarse- me la pagaran todos ¡lo prometo!
Después de al rededor de 30 minutos una mujer de alrededor los 45 años tocaba la puerta del joven de la casa.
Pero al abrir se encontró a un joven bien vestido arreglándose la corbata mientras se miraba en el espejo.
-joven Agreste -dijo tan tranquilamente que recibio la mirada esmeralada-la limosina lo espera abajo-
-esta bien ahora bajo-dijo y la mujer salio del lugar- es hora de "ser profesor"-dijo bufando
Mientras maldecía bajaba al piso inferior mientras divisaba unas maletas, rodando los ojos mientras se encaminaba en su auto.
¡Maldita seas Bourgeous!-grito antes de arrancar su carro mientras se revolvía su cabello.