El silencio de las Mariposas...

נכתב על ידי BrisaHys

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《Cuidado con lo que deseas bajo la lluvia de estrellas.》 Melissa apenas puede caminar a seis calles de su cas... עוד

🦋 Dedicatoria 🦋
🦋 Perfhosia (NUEVO MAPA)
0. Año Nuevo
1. ¿Te gustan las mujeres?
2. ¿Quieres vivir?
3. Respiración automática desactivada
4. El recuerdo de aquella vez
5. Cosquilleos en la piel
6. ¿Te puedo pedir un favor?
7. Volver a casa
8. Lo que puede soportar
9. Ellas en su mundo
10. ¿Dormir juntas?
11. Y no como amiga
12. Los labios más dulces
13. Soy una imbécil y me gustan las mujeres
15. Nunca podrás entender
16. Una gota de problemas
17. ¡Devuélveme ese beso!
18. Lo contrario al silencio
19. Como un roble
20. La vida te arrastra
21. Fue culpa del Helado
21. No me dejes sola

14. Lo arruinaste

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La campanilla sonó. Vio a Gema con una bandeja en sus manos observando la puerta y luego clavándole una mirada fija a ella antes de moverse a entregar el pedido.

Cuando quiso reaccionar se alejó de la barra y giró su rostro completamente aturdida.

—No debiste hacer eso...

Relamió sus labios y volvió a acomodar su cabello. Estaba sonrojada. Aun percibía las cálidas manos de Iris en sus mejillas.

—Lo siento, creí que te estaba gustando. —Iris le dijo en un tono más seductor, que arrepentido.

—Sí, no, solo que no esperaba que lo hicieras.

—Mel, en serio lo siento. Solo vi tus ojos y tus labios... y no pude contenerme. —Tomó asiento—. Prometo que no lo volveré a hacer si no me lo pides.

Tras esas palabras se animó a verla de nuevo.

—Pero en tu mensaje me dijiste que te demuestre que no estaba mintiendo. Y te puedo jurar que no lo hago. —Se justificó.

—Después hablemos de eso. Ahora no es momento, estoy trabajando y si alguien me ve podrían despedirme. —En parte era cierto. Miró hacia la cámara—. Si es que no lo han hecho ya.

Volvió su vista a la puerta, porque Gema acababa de hacerla sonar de nuevo para salir. Definitivamente algo raro sucedió allí.

—Bueno, ya sé que hoy por la noche no podremos salir ¿verdad? —dijo en un tono desganado para poder captar su atención.

—¿Te puedo dar un batido? Así no te ves sospechosa.

Iris se vio un poco atontada por la pregunta, pero al instante captó el mensaje y volvió a retomar su sonrisa.

—Supongo que puedo permitirme uno.

—¿Fresa?

—¿Me vas a responder?

Melissa decidió comenzar a hacer su licuado. Saco dos tazas y media de fresas picadas, el yogur natural, el azúcar y la leche.

—Esta noche no puedo, mañana temprano tengo un curso.

Midió una taza y un cuarto de yogur, lo lanzó a la licuadora y, luego agregó la leche.

—¿Un curso de qué?

Fue añadiendo poco a poco las fresas hasta logar una textura cremosa.

—De pintura.

—Me encantaría ver eso. Me acabas de dar una idea.

Añadió un poco de hielo a la licuadora y la detuvo después de unos segundos.

—¿Quieres un sorbete? Es de acrílico.

—¿Me lo puedo llevar? —preguntó emocionada.

—No.

Melissa sonrió al ver el gesto que hizo Iris tras su decepción. Colocó el sorbete rosa para que su licuado quede más chocante y ella también se sirvió uno con una salsa de frutilla.

—Sabes —Sorbió un trago—. ¡Qué delicia! —Dejó el vaso enfrente—. Cuando recibí tu comentario, tu nombre me pareció dudoso y solo confirmé que eras tú porque vi tus pinturas. Me alegró muchísimo saber de ti.

—¿En serio? Siempre estuve aquí. —Trató de ocultar su interés.

Era verdad que estuvo pensando todos esos años en ella, pero nunca se animaba a dar el primer paso para hablarle de vuelta. Había borrado contacto con su pasado.

—Pero no sabía si podía volver a verte. Si me aceptarías después de lo que pasó.

Iris apartó su licuado y trató de encontrar la mano de Melissa en medio de la barra.

—No podía odiarte por lo que pasó, simplemente tuviste que mudarte.

—Mi madre te trató muy mal y yo me quedé callada —interrumpió con fastidio por su culpabilidad.

—Puede ser que eso me haya molestado mucho —¿Lo seguía haciendo? —. Ahora entiendo que no podíamos hacer nada.

—Mel, no seas así. —Apretó su mano conteniendo la de su amiga—. Sé que te herí al no defenderte. Eso estuvo horrible de mi parte. Y si aún queda un poco de rencor en tu corazón por eso, lo entiendo completamente.

Esas palabras le obligaron a forzar una sonrisa. ¿Cómo podía enojarse con Iris, cuando fue ella la que cortó relación con todos? Borró todas sus cuentas y cambió de número, dejando claro que no quería atarse al pasado. Para su desgracia Iris había quedado incluida en esa decisión.

—En estos momentos solo puedo enojarme conmigo misma.

Iris arrugó la frente y le envió una mirada complaciente.

—Te puedo ayudar a hacer las paces contigo misma —Puso su mano alrededor de su boca en modo de susurro—. Aunque hablamos de una persona muy difícil de tratar, por dentro es un ángel.

Se apoyó contra la pared gris y tomó su celular mientras veía cómo Ama se iba a su clase de violín. Los bucles de la morena brillaban con el sol, estaba feliz porque eran sus últimas clases. Nunca sabía cómo conversar con Ama, así que, en los últimos días, Ama se iba sin demora.

Desbloqueó su teléfono para leer el mensaje que le había llegado.

Iris

¿Ya saliste de tu curso de arte?

Melissa

Justo ahora ¿Dónde estás?

Iris

Estoy en un taxi, a unos minutos.

Melissa

Te espero.

Guardó su móvil en su bolso. Y miró hacia la plaza de enfrente mientras trataba de no cerrar los ojos por el reflejo del sol. Le había enviado un par de mensajes a Lilian por el tema de su pijama, pero no le llegaban. Y esta mañana, cuando pasó por la cafetería, había un chico atendiendo en lugar de ella.

Hizo su cabello hacia atrás y estiró las mangas de su camiseta. Pasaron tres taxis naranjas, pero ninguno frenó. Estaba un poco nerviosa porque iba a salir de su calle. Iris le prometió que la llevaría y traería sin dejarla sola. Así como fue con Lilian, se animaba a ir con Iris. No había sentido miedo de caminar entre tanta gente porque estaba acompañada.

Pensaba en las aves que revoloteaban en los árboles, cruzándose con las mariposas que daban vueltas por toda la plaza, y creaba una pintura en su cabeza hasta que al fin un taxi frenó.

Iris bajó de ahí. Esta vez tenía un vestido floreado salmón y llevaba sus anteojos oscuros puestos.

—Hola bonita ¿Quieres que te preste uno?

Melissa aún la miraba con los ojos semi cerrados por el reflejo del sol en el pavimento. Se levantó y recibió unos lentes en forma de corazón.

—¿No tienes algo menos llamativo?

—Está bien, yo usaré estos. —Se quitó los suyos de marco fino y se los acomodó—. Así estás linda.

Estiró su mano extendida hacia Melissa. Ella no podía negarse a esa sonrisa radiante y sincera. Así que la tomó.

—¿A dónde iremos?

—Es una sorpresa, déjame darte un regalo.

—¿Qué clase de regalo?

Iris con aire misterioso regresó al taxi. No le quedó más que seguirla. Al parecer el chofer ya estaba informado sobre a dónde irían porque apenas estuvieron sentadas arrancó el auto sin hacer preguntas.

—Este sector de la ciudad es bueno, pero lejos de aquí están las mejores joyas. En uno de mis viajes encontré un lugar que me recordó a ti.

—¿Y cómo es?

—Tiene cuadros, pinceles, comida, tizas. Y mucho césped. No dejaba de visitarlo pensando que podría cruzarte algún día.

La sonrisa que se le había escapado desapareció por completo. No le tenía miedo al césped, pero si una relación difícil con él. En la facultad si quedaba como último recurso estudiar bajo un árbol lo hacía, pero trataba de evitarlo.

Cuando bajaron del taxi, Melissa se encontró con lo que parecía un complejo comedor, pero de Arte. Había escuchado hablar de él, pero nunca se había animado a venir.

Después de pagar la entrada, tenían a su disposición una mesa con dos bancos largos, y dos atriles próximos con lienzos, esperando ser pintados por el arcoíris de pinturas que se veían esparcidas en estantes.

Era como un cuarto, pero al aire libre. Agradeció que Iris no haya elegido un lugar plagado de personas. Los más próximos estaban a varios metros en su propio mundo de acuarelas.

Melissa se distrajo un momento con el gran árbol que les proporcionaba sombra. No era parecido a ese día, nada lo era. Pero aun así... ¿Por qué sentía esa presión en el pecho al verlo?

Unos pajaritos cantaron desde la copa haciéndola salir de su trance. Se animó a volver la vista hacia Iris. Tenía en sus manos una canasta de picnic como si fuera pequeña. De allí sacó el almuerzo y algunos pinceles nuevos.

—Sabes que yo no soy buena pintando, pero lo voy a hacer para no distraerte. ¿Qué opinas? ¿Te gusta?

—Es precioso. Creo que podría pintarte —dijo con sinceridad tomando asiento en una banca—. Primero quiero descansar. ¿Por cuánto tiempo nos dan este espacio?

—Hasta que tú quieras, podemos almorzar y quedarnos hasta que sea hora de volver a trabajar.

—¿Eso no es muy costoso? Pensé que solo estaríamos un par de horas.

—No te preocupes, lo vale si podemos estar juntas. Y con respecto a lo de la cafetería...

Dejó de comer un segundo para encontrarse con su mirada azul. Estuvo toda la noche pensando en ese beso inesperado. Pensando en ella y sus centímetros menos de altura que eran suficientes para abrumarla.

—¿A qué te refieres?

—Tú también me gustabas en la escuela.

Trató de no sorprenderse, o por lo menos que Iris no notara la alegría y tristeza que eso le daba al mismo tiempo. El vacío que ella había sentido al apartarse de su pasado también había chocado en Iris.

—Ya pasó mucho tiempo de eso —apoyó su mejilla en sus manos—. De seguro...

—¿No sentías lo mismo? —la interrumpió amenazando con acercarse.

—No me refiero a eso. El beso... No sé nada de ti, tal vez ya no eres como eras antes. Por lo menos, creo que yo no soy como lo recuerdas —dijo Melissa.

—Probablemente —bajó su voz pensativa—, pero eso no afecta en nada al hecho de que me gustabas en la escuela.

Volvió su rostro a la comida sin comprenderlo por completo. En esos días Iris nunca dio indicio de nada. Ellas simplemente estaban todo el tiempo juntas, pero en las conversaciones además de sus sueños hablaban de chicos. Y Melissa se veía obligada a fingir que alguno había llamado su atención.

—Eres una tonta.

—Tú también —Iris rio. No se esperaba que le dijera eso, pero podía imaginar el porqué.

Solo tenía un par de horas antes de ir a una sesión de fotografía. No quería mencionarlo porque Melissa estaba muy concentrada haciendo un retrato de ella. Tenía los dedos manchados de colores pasteles y también un poco de pintura en su flequillo. Le daba miradas cada tanto, y necesitaba que Iris estuviera de perfil.

Así que Iris simplemente daba pinceladas al azar en el lienzo. Al principio, intentó imitar al paisaje de enfrente, pero después sólo quería deshacerse de los colores que había puesto en su paleta.

El sol se había ocultado por completo detrás de las nubes. Parecía avecinarse una tormenta, como suele ocurrir con un mediodía tan caluroso. Las nubes oscuras todavía estaban lejos, pero si ella no interrumpía a Melissa su obra quedaría arruinada.

Hizo una mueca de disgusto comenzando a limpiar la paleta.

—¿Qué sucede? —Melissa apartó su rostro del atril y se encontró con sus ojos.

—Sucede que aún no te di tu regalo.

Se acercó a su canasta y levanto una bolsa de tela que parecía contener algo rectangular.

Esto llamó la atención de Melissa, quien dejó el pincel en el vaso y se acercó a su amiga. Cuando estuvieron muy próximas, no pudo evitar sentir ternura por el rostro ruborizado de Iris. Era una faceta que nunca antes había visto.

—Pero ¿qué es?

—Es algo artesanal. Ábrelo cuando estés sola por favor —le alertó extendiendo sus manos.

Melissa recibió la bolsa y palpó un par de veces.

—¿Es una libreta?

—Sí. La hice hace años.

Palpó un par de veces más, solo hasta sospechar que tal vez Iris la había hecho. Inmediatamente después de guardarlo en su bolso, el rubor en el rostro de Iris desapareció y volvió a su confianza habitual. O por lo menos la que podía percibir en fotos.

—Creo que está por llover.

Miró el cielo deseando que sea mentira. Se apresuró en limpiar los materiales y apartar su bastidor. El rostro de Iris y la parte superior de su vestido brillaban en el lienzo y, a modo de decoración, dejó círculos de la paleta de colores en el lateral izquierdo.

—Te quedó precioso, no sé qué tienes en tus manos para lograr eso.

—Gracias. Es tuyo.

—Me había olvidado lo buena que eras en esto. —Ya lista para irse descubrió la mano de Melissa muy cerca, así que la sujetó—. ¿Mañana podemos hacerlo de nuevo?

La orientó hacia el camino llano para dirigirse a la salida. La pintura estaba a salvo con Melissa por la soga que llevaba atrás para ser sujetada.

—Tal vez, algo distinto.

—Solo me quedo hasta el fin de semana, algunas tardes no podré verte.

—Podrías pasar a la noche por el café. —Bajó la mirada porque su mano la desconcentraba. Era una mano suave y pequeña.

—Sí, es una alternativa. Aunque me sabrá a poco.

—Tu estilo es más llevarme una tarde completa a pintar y correr antes que te atrape la tormenta.

—Por supuesto. Quiero ver a mi preciosa amiga como solía hacerlo.

Se detuvo cerca de la puerta. Era Iris, era ella. Era Iris quien había pronunciado esa palabra. No iba a hacerle daño. Estaba a salvo. Tragó saliva y se concentró en su respiración. "Preciosa amiga", "Mi preciosa amiga", "Mi preciosa". A medida que pasaban los segundos la voz de Iris se transformaba en algo distinto. En su cabeza había una máquina que la distorsionaba a su antojo para martirizarla. El estómago se le empezó a revolver.

—¿Estás bien? ¿Qué te pasa?

Asintió con la cabeza buscando las pastillas en su bolso. Ya sentía esa maldita voz en su cabeza y las nubes no ayudaban en nada. "Mi preciosa" "Mi preciosa Melissa" Era lo que repetía el monstruo sujetando sus muñecas. Era una voz que no podía borrar de su memoria. "¿Quieres vivir?" sentenciaba cuando ella intentaba detenerlo y se llevaba un corte como respuesta. Maldito día.

Se agachó sujetando su pecho, mientras al fin podía apartar una pastilla de la tableta. Iris no perdió tiempo, comprendiendo o casi haciéndolo, su primer impulso fue buscar una botellita de agua en su canasta.

La observó un instante con un nudo de preocupación en su garganta. Melissa tragó la pastilla.

—Lo siento, ¿Lo arruiné verdad? —preguntó Iris.

Su respiración no la había abandonado esta vez, el llanto no apareció. Melissa había actuado a tiempo, pero aun así sentía que por su culpa la tarde había quedado manchada.

Subieron al taxi y volvieron en silencio. No se animaba a hablar de sus asuntos delante de un desconocido, pero tampoco podía fingir que todo iba bien. Ella era un completo desastre.

Iris la llevó devuelta a su casa. Se acercó a la puerta todavía sin descifrar qué había sido lo que afectó a Melissa. Debía ser más cuidadosa al hablar, pero para eso tenía que saber. Conocerla de nuevo. Y eso no era algo fácil de lograr considerando que podría traer un peor resultado si Melissa decidía rememorarlo. Tenía que avanzar a ciegas en un campo minado y estaba dispuesta a hacerlo. Solo debía tener paciencia.

—Te enviaré un mensaje.

—Nos vemos mañana —respondió Melissa con una voz menos animada que antes.

Esta vez no hubo ningún beso de despedida. Melissa habló desde el marco de la puerta y la cerró sin posibilidad de decir nada más.

Del otro lado arrastró su espalda a lo largo de la madera hasta quedar sentada en el suelo. No podía quitar esa voz. La lluvia estaba comenzando a caer, y ella no podía quitar esa voz.

Al parecer, no había nadie en casa por lo que comenzó a sollozar sin culpa. Las gotas de lluvia se hacían notar en el techo. Antes de que alguien llegara se dirigió a su cuarto para sentirse resguardada.

Pero no lo lograba.

Las imágenes del césped, la lluvia, la sangre, y el monstruo, daban pantallazos en su mente. Podía sentir el dolor de sus manos aplastadas. Sintió un retorcijón sin anuncio y ella se vio obliga a correr al baño a vomitar. Se mantuvo ahí un buen tiempo hasta que las lágrimas dejaron de salir.

Hasta que terminó la lluvia.

Hasta que terminó la lluvia.

Hola gente bella de Wattpad!!!!

Este capítulo llega a ustedes a pesar de una computadora defectuosa.

Es un poco tarde, pero no quería no publicarlo. Me niego. Sucede que estoy decidida a terminar esta historia. A pesar de lo que haya dicho antes. Con la facultad quitándome mucho tiempo, prefiero encontrar momentos para escribir y traerles un capitulo así sea borrador. Así como Melissa, Lilian, Iris y Gema, están en mi cabeza quiero sacarlas y darles su espacio en cada párrafo que se merecen.

Gracias por quedarse entre estas líneas. Se les quiere.

~Brisa

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