Yes, my lady ×Sebastian Micha...

cherry-clr

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después de generaciones buscando un alma en pena, que se destruyera de una forma hermosa, lujuriosa...¿Quién... Еще

1.-Ese mayordomo, salvador
Explicación:(
3.-ese mayordomo, en el centro comercial
4.-ese mayordomo rutinario
5.-Ese mayordomo, y su lucha escarlata
6.- Ese mayordomo , el final de la lucha
7.-ese mayordomo , me descubre...
8.-ese mayordomo, me deja en verguenza
9.-Ese mayordomo, su atrevimiento
10.-Ese mayordomo, es popular
11.-Ese mayordomo, me pone de nervios
12.-Ese mayordomo, esta irritado

2.-Ese mayordomo, irritable

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cherry-clr

Un olor a desinfectante, a jabón antibacteriano y a medicamentos me hizo recobrar la consciencia. La cegadora y fría luz que se colaba en aquella blanca y pulcra habitación de un hospital me removió de mi fúnebre descanso.

"fúnebre"

Me reincorporé exaltada de mis sabanas y sentí el pinchazo de una migraña malograda en mi cabeza. Había sido demasiado brusca, tanto así, que fue suficiente para generarme un dolor de cabeza de mierda y una pérdida de visión momentánea. Mi aparato auditivo por suerte funcionaba y comencé a oír pasos dirigiéndose hacia mí.

- Hola ___ ¿Cómo estás? Esperábamos que despertaras con ansias -su tonalidad de voz amable era la simbología auditiva de la blanca bandera de la paz mundial, amor y falsedad, una actuada preocupación y una ansiosa espera de su paga. Ser doctor era como tener el mejor trabajo de actor, solo debían incluir el maravilloso y ridículo gesto de modestia excesiva

- Si estoy en un hospital, sobando mi cabeza por el dolor ¿usted cómo cree que estoy? -dije irónica, y notaba que, si él era la sinología de la paz mundial, yo era más bien como la bandera roja del comunismo y del resentimiento, una muy linda bandera por cierto... - ¿Cómo llegué acá? Y aún más importante ¿Dónde firmo para salir? -me levanté con dificultad y alcancé a dar dos pasos, luego tal cual venado recién nacido, mis piernas tambalearon y generaron una de las mejores luchas contra la gravedad, claramente, caí.

- No te levantes, estas muy débil -él llegó a ayudarme, y de forma idiota intenté impulsar mi miserable peso con ayuda de sus manos, queriéndome ver independiente. Pero adivinen, nueva pelea contra la gravedad, volví a caer. Ya solo me rendí y me dejé cargar por el doctor apestoso a desinfectante. -estabas en un incendio con graves heridas, un chico alcanzó a rescatarte, te trajimos con urgencia.

- ¿un chico? -mi rostro se deformó en un semblante confundido, no había estado tan confundida desde que supe que Lady Gaga realmente nunca tuvo pene y solo lo usó como publicidad. -entonces no fue un sueño... -mascullé de forma inaudible.

- Lo haré pasar, realmente se veía... curioso por tu estado de salud.

El doctor me dejó ahí, sentada a la orilla de la cama con una confusión irremediable y peor aún con una migraña que me iba a matar. De pronto, sentí como como la manilla giraba y daba paso al sonido de un par de zapatos que entraban determinante. Alcé mi rostro con dificultad debido a el dolor de cabeza, quedé boquiabierta. La perfección personificada, la elegancia moldeada en forma de cuerpo humano y la belleza puesta en un solo hombre. Facciones finas, tez de un pálido blanco y unos ojos almendrados, con unos iris teñidos por un vibrante carmesí. Hasta su armonioso caminar era perfecto.

- ¿hola? ¿tú eres?

- Buen día señorita -se inclinó con elegancia, tal cual un lacayo a su amo en la época de la reina victoria. Anticuadamente bien educado. -me entristece que no recuerde a quien la ha salvado

- Ah... -un pequeño recuento en mi cabeza sobre los sucesos que creí un sueño, claramente por conveniencia, pasaron rápidamente- tu eres "el chico demonio" -hice comillas con mis dedos completamente burlesca

- Por supuesto joven ama -su apodo me hizo temblar, mi semblante confundido pasó y evolucionó a ser una mueca de asco. -nuestra marca de contrato está en el centro de su pecho y como puede comprobar, es exactamente el mismo que el mío- desfundó su mano de aquel guante blanco, permitiéndome ver su marca en su mano izquierda. Me apresuré y alcé el cuello de aquella bata de hospital, permitiéndome ver una marca exactamente igual en el centro de mi pecho, pero no en cualquier lado, sino que entre mis bubis.

- ¿no podías escoger un lugar más apto para tener este tatuaje? - me expresé molesta y nuevamente cansada, la historia del demonio era cierta, por lo cual, la muerte de mis padres era cierta. - bueno demonio, preséntate ¿Cuál es tu nombre?

- yo soy quien quiera que usted desee y puede llamarme como le plazca

- excelente, yo que pensaba no tener hijos para no tener este lio - dije con tono de burla, a esta altura de mi vida, todo sonaba como un mal chiste -bueno... te llamaras... tal cual como te llamaste con tu antiguo contratista. -no le di vuelta al tema

- ______ Phantomhive ¿es así? - asentí con mi cabeza. -soy Sebastian Michaelis, un gusto ser su servidumbre -se inclinó nuevamente, de una forma anticuadísima y yo pues disfrutaba, me sentía la mismísima reina en este momento. De la nada se abrió la puerta y con un gesto, o bueno, una patada, indiqué que era suficiente de inclinarse. Un torbellino color arcoíris corrió por la habitación, era completamente reconocible.

- ¡_______! - jamás había escuchado a mi nombre tan irritante, sentía como la migraña se volvía infernal <badum tsss> y el dolor de mi cuerpo volvía por su cálido y bastante apretado abrazo. Lo aprecié de todas formas, era lo que me quedaba -casi me muero cuando escuche todo lo que pasó

- Me aplastas y dañas a la vez, es como un dos en uno de malas sensaciones. -mi ironía no me abandonaba a pesar de la dificultad de habla.

- Lo siento, no quise -mi amiga se reincorporó y notó la presencia del demonio, al tener los ojos posados en su rostro, noté su leve sonrojo y como se ponía nerviosa, es tan linda e inocente

- Bueno, no se conocen -intenté aclarar mi garganta para generar un énfasis interesante, por lo contrario, solo recibí un dolor de garganta por haber gritado hace unas horas- ella es Alice Middleford, una familiar muy lejana y mi amiga- es decir, la única chica que se salva de ser aburrida en toda Inglaterra, miré a la chica la cual estaba embobada con el rostro del demonio- y él es Sebastian Michaelis, mi... -esperen ¿Qué es el para mí? No podía decirle relajadamente "él es el demonio con el cual hice un contrato y luego tendrá mi alma, jajá saludos"

- Soy su simple mayordomo, es un gusto señorita -lo veía venir, notaba que quería inclinarse, le proporcioné una patada en la rodilla esta vez, el me miró al instante.

- Sebastian, necesito tiempo a solas con mi amiga ¿podrías buscar al doctor y avisarle de que me iré?

- Entendido - hizo aun así una pequeña reverencia desafiante y se marchó de la habitación; me volteé a ver el rostro de mi amiga la cual decía textualmente "¿Cómo rayos llego el acá? ¿Por qué amo los gatos?"

- ¡¿Cómo ratos llego él?! -ahí estaba, ella comenzó a saltar por la habitación y a chillar- ¡es tan guapo dios! ¡¿un mayordomo?! Lo obligaría a ser mi esclavo sexual, joder.

- Calma tus fantasías adolescentes y déjalas para otro momento -me proponía a hablar mientras me quitaba las sondas y mil cosas incomodas conectadas a mi cuerpo. -solo me salvó, el ofreció ser mi especie de guardaespaldas

- ¿y puedes con alguien tan guapo? -dijo casi embobada, luego recapacitó. -momento, recién lo conoces ¿puedes confiar en él? Y si son los malulos que te intentaron hacer daño -un puchero bastante infantil apareció en su rostro

- Créeme, debo confiar en el -mascullé y miré hacia un lado, ella emitió un confuso sonido de su garganta y me miró. - olvídalo, confío en el, sabes que me equivoco en muchas cosas, pero en mis relaciones con otras personas no... no tanto

- Vale... -su móvil sonó y sorprendida miró su celular- ¡rayos! Debo irme amiga, mis clases de ballet, recuerda que en dos semanas entramos a clases, será un gusto tenerte de nuevo en clases, ya todo el mundo lo sabe. Nos vemos, te quiero

Me quedé embaucada en su disparo de mil informaciones por segundo, luego reaccioné. ¡la mismísima mierda! Dos semanas de tiempo libre. Bufé sin ánimos y deseé que pasara lento todo este tiempo.

La manilla volvía a girar y aquellos pasos elegantes inundaron la habitación, estos iban acompañados de un caminar relajado y arrastrado. Suspiré, nuevamente y miré al frente

- Solo debe firmar parar irse señorita -el hablar del doctor sonaba esta vez mucho más antipático. Aun así, su sonrisa estaba intacta

- Nos vamos señorita, le pedí a las enfermeras un carro, esperan por nosotros. -se acercó a mí y comenzó a tirar de mi bata de hospital, lo miré confundida

- ¿Qué haces?

- La ayudo con su ropa -su obviedad era impresionantemente calmada

- Salgan, me vestiré sola

Luego de firmar un par de papeles de pagaré y otros seguros, partimos en un taxi a mi casa. Miré el húmedo y tormentoso panorama. Pensé que jamás lo vería de nuevo.

La mansión estaba intacta, estaba todo tal cual quedó hace un día, el auto estacionado frente a la mansión, las puertas a medio abrir y aquel sentimiento de angustia y nerviosismo en mi corazón. Le dije al chofer que se detuviera unos metros antes de llegar a la entrada, el solo paró y nos dejó ahí sin preguntar el porqué. Comencé a caminar y sentí los pasos de Sebastian por detrás de mí. Una vez llegada a la entrada me encontré con el cadáver del chofer tirado en el piso. Mi estómago se encogió, mis ojos ardieron y aparté la mirada al instante. Me acerqué a la puerta de entrada y mientras la movía, sentía como debía cargar con el peso de un cadáver que impedía mi entrada. Una vez dentro de la mansión, el panorama era una montaña de cuerpos sin vida; de empleados que conocía y gente incluso que tenían mi amor.

- Sebastian, encárgate del desorden -miré el techo y tragué fuerte, mi vista amenazaba con volverse borrosa por las lágrimas. - estaré en el segundo piso, en alguna de las habitaciones, durmiendo.

- Entendido señorita.



Un nostálgico ambiente me rodeaba. Divisaba a un pequeño niño de ojos zafiros y cabello negro azulado como el mío. El ambiente estaba rodeado de fuego, unas llamas despiadas quemaban todo a su paso. El chico se encontraba aterrorizado por el nuevo suceso, su mueca de dolor era inigualable, jamás esperarías ver la mueca penosa y afligida de un niño perdiendo a sus seres por el fuego, mucho menos ver la ira que retrataban sus ojos por querer detener aquel suceso. Con una fuerza inexplicable, pero con su mirada moribunda, el chico comenzaba a correr por los pasillos de aquella mansión idéntica a la de mi padre. Su llanto no cesaba, quería ayuda y yo me veía atrapada en una especie de espectador omnisciente, era inútil. De pronto era transportada a una escena distinta, con el mismo chico, siendo torturado, marcado tal cual como lo hacen con las vacas, una varita de hierro ardiendo se acercaba a su virginal piel, el símbolo era exactamente el mismo que vi durante mi estadía caótica en el lugar donde mataron a mis padres. Me desesperé y quise ayudarlo, quise moverme, pero todo era inútil, su vida estaba siendo terminada con un puñal... solo logré sacar de mi garganta un grito.

- Señorita...- Una sacudida de hombros me saco de mi sueño, aun así, seguía sumisa bajo el cansancio, mis ojos se mantenían cerrados- es hora de despertar. -un olor a fresas comenzó a despertar mi olfato y otros sentidos. -señorita, ¿debería despertarla de otra forma? -un gélido y carnoso tacto se posó en mi cuello, generando calosfríos, el olor a fresa se intensificaba y la sensación de un suave roce me obligaba mover mis parpados poco a poco y terminar viendo al rostro de mi contratista muy cerca de mi rostro.

- Aléjate, ahora ya. -posé mi mano de lleno sobre su rostro y lo alejé. - ¿Por qué me despiertas?

- Sus gemidos y quejas indicaban un mal sueño -lo miré con el entrecejo fruncido y el carraspeó su garganta -está lista la cena.

- Okay bajemos.

Pasé por su lado y me dirigí a la escalera, bajé rápidamente esos cientos de escalones y me dirigía con entusiasmo a la cocina. Si existía algo que me mejorara el ánimo, era la comida, eso y ver Bob Esponja. Una vez adentro del comedor, vi un festín frente a mis ojos. Me preocupé por la cantidad de comida, después de todo, soy una glotona, pero tengo mis límites.

- Gracias por la comida -tome asiento en la cabecera de la mesa y me anime a tomar un trozo de carne, se veía que estaba hecha al horno, así que simplemente corté un pedazo y lo eche a mi boca. Umami, ese era su sabor, era inexplicablemente delicioso. Abrí mis ojos como plato y lo miré, él sonrió victorioso -esta delicioso, siéntate a comer hombre.

- No, lamento rechazar su invitación, pero los seres como yo no tenemos la misma percepción del sabor como ustedes -la verdad es que deje de escuchar desde la palabra invitación, volvía a meter otro pedazo de carne y me sorprendía con el sabor.

- ¿Cómo haces para que sepa así? -pregunté sorprendida

- Es un secreto -su respuesta fue melosa y juguetona, su dedo indicé se posó sobre sus labios haciendo aún más énfasis a que era un secreto.

- Salsa de soja, glutamato monosódico, ¿almidón?

- Es un secreto señorita... -me rendí sinceramente y seguí comiendo- prepararé su habitación...

- Quiero que estés despierto esta noche -miré preocupada la oscuridad que veía en la ventana. -saben que escapé...

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