La casa de puertas rojas

Von Ceruleo

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Tengo un par de problemas últimamente ¿Dije últimamente? Quise decir toda mi vida. Partiendo por el hecho que... Mehr

♣ Prólogo: Un mal nacido en espacio internacional
♣ Capítulo 1: Receta nivel novato para que tu día sea un suplicio
♣ Capítulo 2: Los fantasmas de Scrooge
♣ Capítulo 3: Lo poco que se sobre amar
♣ Capítulo 4: El abogado del diablo
♣ Capítulo 6: El mito del hombre perfecto
♣ Capítulo 7: Todo eso que no dijiste
♣ Capítulo 8: Lo que pasa en Estambul, se queda en Estambul
♣ Capítulo 9: Hasta que te falle un órgano
♣ Capítulo 10: Una chinita, un erizo y el beso de un ángel
♣ Capítulo 11: La boda de mi hermana parte #1
♣ Capítulo 12: La boda de mi hermana parte #2
♣ Capítulo 13: La cruda verdad del hombre imperfecto
♣ Capítulo 14: Un bolero bajo el agua
♣ Capítulo 15: Otra vuelta al sol
♣ Capítulo 16: El amor en tiempos de lactosa
♣ Capítulo 17: Nunca fui el alma de la fiesta
♣ Capítulo 18: ¡Santísima virgen de la papaya!
♣ Capítulo 19: Listas y recetas
Pequeña entrevista a Gab
♣ Capítulo 20: Sobre cosas que importan
♣ Capítulo 21: Silencio
♣ Capítulo 22: Cuando pase el temblor
♣ Capítulo 23: Más vale tarde...
♣ Capítulo 24: Y los chicos te rompen el corazón
♣ Epílogo: La casa de puertas rojas

♣ Capítulo 5: Meiosis, mitosis y otras calamidades

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Von Ceruleo

—¿Cuatro meses?¿Estás loca Lorena?¿Las hormonas y las vitaminas se te subieron a los sesos?

—Ya te lo dije, me enteré hace solo unas cuantas semanas.

—¡¿Cómo?! Es que no lo entiendo ¿Cómo dejaste que pasara tanto tiempo?

—Soy una persona bastante irregular Gab, con el tiempo se me hizo normal que no me llegara por meses.

Mantuve la mirada en su perfil por varios minutos, se le veía tranquila pero por dentro probablemente estaba a punto de colapsar. Lena tenía fecha de parto para cuatro meses más y no le había dicho a nadie ¡Nadie! Si la noticia del embarazo no mataba a mi padre definitivamente este último dato si lo haría.

—Renuncio, no, esto es demasiado fuerte para mí—me miró por primera vez en toda la mañana. Suplicante.

—¿Renuncias?

—Oficialmente esta es mi última tarea como tu hermano. Desde acá te las arreglas sola—me restregué la cara con las palmas y peiné mi cabello hacia atrás. Mis lentes quedaron por cualquier parte y solo ahí recordé que los usaba, acostumbrarme a ser ciego no era fácil, me metía a la ducha con ellos, me quedaba dormido con ellos, entre otras actividades que antiguamente no representaban gran lio, pero que ahora se asemejaban a aprender a caminar nuevamente. Comprarme el perro guía desde un principio hubiese sido más fácil.

—No puedes renunciar.

—Claro que puedo Lena. Lo último que haré será acompañarte a esta cita y pum, se acabó, no más Gabriel el súper hermano—dije señalando la puerta del ginecólogo—y eso que esto es trabajo de Shomali, menudo pedazo de padre va a ser.

—No te pongas así. Recién lo contrataron y no puede salirse de buenas a primeras. Realmente quería venir—me puso cara de pollo moribundo y tironeó su polera—Por favor Gaby, necesito un poco de tu apoyo, así—juntó su pulgar y su índice—pequeñito. Le diré a mamá y papá cuando vuelvan de su viaje y me mudaré con Alex antes de que termine la semana…

—Espera, espera, espera ¿Te mudaras con quien?

—Alex ¿Qué esperabas? Vamos a tener hijos, quiero que nazcan en un hogar formado.

—¡Debiste pensar eso antes de concebirlos a los veinte!

—¡Tengo veintiuno!

—¡Oh! Claro, el año donde todos pegamos el gran salto de la madures, lo había olvidado. Bien puedes tener todos los que quieras...

—¡Ya! Entendí, no es necesario que alargues el sarcasmo. Mira Gab, yo no planeé esto, pasó y ahora debo tomar las mejores decisiones que jamás he tomado, no solo por mí, por ellos.

—¿Crees que irte a vivir con Alex es la mejor decisión que has tomado? ¡Por dios, esos niños están perdidos!

Y dejó de rezongar. No dijo una palabra más, se acomodó en su asiento y dirigió toda su atención al programa de cocina que pasaban en la televisión de la sala de espera de la clínica. En un principio creí que estaba molesta, Lena siempre odió que le llevase la contraria y por lo general nuestras conversaciones serias terminaban en uno de sus típicos berrinches, pero no, no estaba enojada o molesta, Lena lloraba en silencio para que yo no me diera cuenta que la había herido. Lo noté cuando se llevó la mano a la cara y se secó una lágrima.

—¿Estás llorando?—pregunté anonadado. Nunca he entendido las razones por las cuales las mujeres lloran, partiendo por Lena.

—Gab, no es necesario que me ayudes, tienes razón estos niños están perdidos, tienen una madre que es un desastre y un padre que apenas si ha encontrado trabajo. Gracias por tráeme, desde acá me las arreglaré sola.

Quise argumentar algo en mi favor pero justo la chica de informaciones la llamó para que pasara a ver al doctor. Me besó la mejilla y se despidió con una amabilidad tal que imaginé que la habían cambiado de un segundo a otro. No pude hacer más que seguirla hasta la consulta, aun en contra de su voluntad, y acompañarla. Me arrastró hasta allá lo mínimo que podía permitirme era saber como estaban mis sobrinos.

Nos sentamos frente a un tipo con sonrisa de ardilla y muy poco cabello. Probablemente había asistido el parto de Jesús, de Caín y el del primer dinosaurio. Viejo le quedaba corto, el tipo tenía todos los años. Asintió complacido por algo pero sin decir palabra, y luego soltó una cantidad infinita de aire. Por un momento pensé que era su último suspiro, pero no, volvió a respirar y a asentir. Vaya hombrecillo raro.

—Lorena

—Sí—ella se sobresaltó probablemente también esperaba que el doctor muriera después de botar esa cantidad de aire.

—¿Cómo van esos chiquititos? ¿Patean ya?

—No, nada.

—¿Nausea, vomito, estreñimiento?

—No, me dan ganas de comer atún a veces pero nada más.

—Maravilloso—dijo siseando entre dientes. Fijó la mirada en mí y entrecerró los ojos—y tú que opinas Alex ¿Mucho cambio de humor?

—Casi desde que nació…—respondí alegre de que me confundieran con Shomali. Sí, eso fue sarcasmo.

El médico miró intrigado a Lena, quien solo se limitó a sonreír con tranquilidad.

—No es Alex doctor, es mi hermano Gabriel, Alex ha tenido que atender a su trabajo.

—Ya me parecía que había cambiado mucho el muchacho—soltó una risotada de ardilla. No, ese hombre no iba a traer al mundo a mis sobrinos, definitivamente no.

Cuento corto, él no las trajo a este mundo, las trajo Dena en mi cuarto siendo asistida telefónicamente por el hombre cara de ardilla. Recuerdo que pensé que todo era como un mal chiste, realmente no quería que él asistiera el parto, así que en vez de que eso sucediera mi hermana terminó dando a luz sobre mi colchón. Maravilloso. Pero no nos adelantemos.

Después de unas cuantas preguntas de rigor la subió a la camilla para revisar a los bebés, que hasta ese minuto todos suponíamos eran varones, y se sentó a su lado. Colocó el gel azulado en su barriga y prendió una de esas cosas en negro y gris, esas que parecen una pelea de hormigas blancas contra hormigas negras.

—Mira que lindo el milagro de la vida ¿No te lo parece Gabriel?—preguntó el hombre ardilla, pero yo no veía más que manchones.

—No veo nada—respondí sincero. Lena me dio en un costado con su cara de “Coopera” ¿Qué se suponía que hiciera? No entendía ni un carajo.

—Mira aquí está su cabeza—dijo conciliador—acá su cuerpo…

—¿Eso que se parece a Rusia?—tanto el hombre ardilla como Lena giraron sus cabezas ¿Cómo podía ser que encontraran a un bebé en la imagen y no vieran Rusia?

—Sí, eso que se parece a Rusia.

—Claro ¿Y el otro?

—La otra querrás decir. Son niñitas, noventa porciento de seguridad.

—Dios no ¿Dos como tú? Ha iniciado el apocalipsis—y de nuevo mi costado se vio atacado por el codo de mi hermanita.

Hubiésemos seguido en aquel pequeño conflicto si no nos hubiese interrumpido el interno de turno, quien, para la buena suerte de los secretos de mi hermana, era nada más y nada menos que…

—¿Miky?—pregunta Moira con excitación en la mirada.

—No, Claudio.

—¿Claudio? ¿Quién es ese?—pone cara de decepción y bufa.

—Uno de los muchos ex de mi hermana.

—¿Y que importancia tiene?—dice Magda antes de meterse una galleta a la boca—¿Aun había tensión en el aire?

—No, que va, por lo que me enterado en los últimos meses al parecer salió con él solo para molestar a Shomali. Lo único memorable de él es que por su culpa termine durmiendo en una celda, eso y que tuvo un “encuentro” con Camila esa misma noche.

—Creo que me perdí… ¿Era novio de Camila o de tu hermana?

—De mi hermana, pero se acostó con Camila mientras salía con mi hermana, o algo así.

—Sigo sin entender—acota Magda y procedo a dar toda la explicación.

—Cuando mi hermana tenía dieciséis conoció a este tipo Claudio, se lo presentó mi primo Diego…

—¿Y Diego es?—me cuestiona la más joven.

—Mi primo, bueno no es mi primo, da lo mismo, no es importante ahora…

—¿Ahora?—inquiere nuevamente.

—¿Vas a dejarme continuar?—hace un puchero chistoso y me permito seguir la historia que no viene al caso pero ya que insisten la voy a contar, como si no estuviéramos en un maldito aeropuerto con mi vuelo a punto de despegar… a quien engaño lloverán puercos antes de que mi avión parta ¿Por qué compré pasaje en la aerolínea más barata?—En fin, alguien los presentó y comenzaron un tipo de romance extraño hasta que mi hermana lo descubrió un día engañándola, lo que yo supongo no debió dolerle tanto, pero como es mi hermana armo un maldito tornado con tiburones de ello. Llegó llorando donde mí… no, llegó llorando donde Alex y cabía la casualidad que yo estaba con él. Nos contó que lo encontró con otra chica, borracho, medio desnudo y que incluso, a pesar de haber descubierto todo a él no le importó y siguió en lo suyo. Yo me enfurecí solo un poco y nos peleamos… mucho, narices rotas y todo eso. Al final terminamos en una celda pasando la noche… tengo una foto de eso incluso, fue mi perfil de face por mucho tiempo.

—No le veo la gracia—dice Magda.

—Mis padres tampoco se la veían. Después de eso, y gracias a la mediación de Miky, Claudio no presentó cargos en mi contra, aunque me vi en el dilema de deberle un favor a ese idiota, pero ya llegaremos a eso… ¿Puedo volver a donde iba ahora?

Ellas asienten. Realmente esta fue una interrupción inútil.

Bien, entonces, estábamos viendo el milagro de la vida en los monitores de ultrasonido cuando interrumpió Claudio con los exámenes de no sé cuál paciente. En un principio no nos reconoció pero dos segundos después ¡Zas! Su mandíbula cayó al piso, puedo apostar que él tampoco vio Rusia.

—¡Estás embarazada!

—¡No!—gruñó mi hermana. No sabía con qué fin, lo supiera o no ese tipo no afectaba mayormente las cosas.

—¡Yo veo un bebé ahí!

—¿Cómo lo haces? Yo sigo viendo Rusia—dije para no sentirme tan aparte, ladeó su cabeza y relajó la expresión.

—Sí, se parece bastante a Rusia… ¡Gemelos!—volvió a desencajar la mandíbula—Miky no lo sabe ¿Cierto? Si lo supiera no me dejaría en paz con ello, porque son de Alex ¿Cierto?—sonrió con malicia y sacó su teléfono del bolsillo—esto va a ser el notición del momento.

Lena se levantó chorreando gel y le quitó el teléfono de las manos, se acercó a la ventana la abrió y dejó el aparato colgando entre sus dedos.

—Ni se te ocurra decirle a alguien.

—No, no, no… es un 5S, déjalo en paz.

—¿Vas a contarle a Miky?

—No, solo dámelo.

Se lo devolvió de inmediato con el ceño fruncido y malos modos. Estaba hormonal y créanme que se pondría peor, no me gustan las embarazadas en general, tratan de venderte eso del amor materno pero la verdad es que son bombas de hormonas y líquido amniótico a punto de explotar, literalmente. Mi hermana por ejemplo dejó una mancha en mi alfombra que difícilmente desaparecerá con el tiempo.

—Monsalve, si no quiere reprobar el internado le aconsejo que se retire—terció el hombre ardilla, volvimos a quedarnos solos y el hombrecillo continuo con la visita turística a la tierra del vodka, es decir mis sobrinas.

—Veo que sigues hablándote con ese pelmazo.

—Sí, a veces, es amigo de Camila.

—¿Alguna otra cosa que se te haya olvidado mencionarme?—me miró relajada pero de inmediato sonrió con misterio, volteó a ver a sus hijas en el monitor y soltó una risita maquiavélica.

—No… nada, nada de nada.

No diré que no me resulto extraña su reacción, pero Lena en su totalidad era extraña así que no le tomé mucha importancia. Craso error, para variar.

Tres horas más tarde, mientras discutía algo con Camila, recibí la llamada de Miky. No diré que estaba feliz, no estoy seguro siquiera que su alma siguiera en su cuerpo.

—¿Tu hermana está qué?

—Miky ahora no, estoy en medio de algo importante—respondí irritado, no recuerdo que era pero estaba muy molesto por algo.

—¿Dónde tiene la cabeza esa niña?

—¡Oye, tu hermano fue el que metió ese bebé ahí!—la imagen mental me hizo temblar y me provocó nauseas. Recibí una arcada del otro lado de la línea y nos dimos cuenta que aquella relación nos causaba la misma repulsión.

—¡Como sea! Lo importante es lo siguiente ¿Qué estaba pensando tu hermana? ¿Gemelos? Alguien va a morir de un infarto y puedo apostar que es tu padre.

—¿Mi hermana? Mi hermana no piensa y al parecer tu hermano tampoco. Y claro que mi padre se va a morir, le dará un derrame. De cualquier manera ¿Para qué me llamas? No puedo deshacer las cosas con mi máquina del tiempo, ya sabes, la tengo para cosas importantes.

—Llamó porque necesito gritarle a alguien antes de sentirme feliz por mi hermano gemelo ¡No me dijo! ¡Somos gemelos y tengo que enterarme por mi compañero de vivienda!—y colgué. No estaba dispuesto a escuchar sus berrinches, ya estaba suficientemente enojado por… ¿Qué era? ¡Ya lo recuerdo! Camila.

La miré, estaba sentada frente a mí ordenando sus cosas con el entrecejo arrugado como si ella fuera la ofendida y yo un mal nacido.

—Disculpa la interrupción ¿En qué íbamos? Verdad ¿Tratas de decirme que mi carrera pende de un hilo porque a la princesita no le dan ganas de disculparse?

—Cuida tu boca Vernetti, no soy ninguna princesa.

El problema de Camila partía en los derechos de autor. Tuvo una gran idea y la patentó, pero la patente estaba a nombre de todos los creadores, luego los creadores se pelearon y se separaron y ahora ambas tratan de sacar adelante el proyecto pero sin el consentimiento de la otra no llegan a ningún lado. Si, así de ridículo. La primera vez que leí los papeles creí que se trataba de un robo de ideas o de que alguien había tenido la misma idea antes, en cuyo caso no habría mucho más que hacer, pero no, todo esto se trata de un berrinche entre Camila y Carmen, sí, mi desarrollo laboral dependía de los desvaríos menstruales de mi clienta y su mejor amiga.

—Camila ¿No puedes solo trágate tu orgullo por un tiempo y solucionar tus diferencias con Carmen? ¿Qué tanto te hizo? ¿Te gastó el rímel? ¿Se robó a tu novio?—crucé los dedos para que fuera lo del novio, lamentablemente no lo era.

—¡Me desobedeció!

—No sería la primera persona que lo hace, tienes muy poco poder de convencimiento—me fulminó con la mirada. Ni lo sentí—como dije, muy poco poder de…

—Ya basta. El proyecto era mío, la idea era mía y ella se lo adueño.

—Si era tuyo ¿Por qué lo patentaste con ella?

—Porque creí que éramos un equipo, estábamos en esto juntas, pero ya ves, no puedes confiar en nadie porque es cosa que te confíes para que…

—Tu mejor amigo se acueste con tu hermana—dije como reacción refleja, no fue mi intención pero solo logré molestarla.

—¡Oye! Es momento para mis problemas…

—¿Problemas? Lo tuyo no son problemas, son niñerías, si te disculparas no estaríamos sentados aquí…

—Mira quien lo dice, el señor de los “lo siento”

—¡Hey! Eso ya es etapa superada—señalé con mal humor. No estaba seguro como pero ya estábamos peleando de nuevo. No podíamos hablar sin pelear constantemente, era increíble, discutíamos por todo, desde los términos legales del proyecto hasta el clima.

—¿Sí? ¿Superada? Discúlpate tú entonces—se levantó de improviso y se fue. Me tomó cinco segundos detener el tic en mi ojo, recogí mis cosas, conté hasta tres para calmarme, no lo logré y la perseguí por el campus, caminando rápido para alcanzarla.

—Claro que me disculparé. Disculpa por mi rudeza, había olvidado que contigo no se puede conversar, y discúlpame por usar mi tiempo en ti—recité con sarcasmo a sus espaldas mientras cruzábamos la universidad—y perdóname por tratar de ayudar con toda estupidez de tu proyecto, y sobretodo perdóname por pensar que podríamos trabajar juntos, completamente mi culpa.

Se detuvo en seco, casi choqué con su espalda pero me detuve justo a tiempo. Se volteó con las cejas formando una V perfecta y la boca apretada.

—Bueno ¿Y de quien más es la culpa sino tuya?

—¿No me digas que volvemos a lo que pasó hace dos años?

—Claro que no, ya te dije, lo superé.

—Se nota…

—Que lo superé. Sí, no fuiste capaz de disculparte en ese momento pero ahora daría lo mismo.

—Y volvemos a los de hace dos años… bien, discúlpame por lo que dije hace dos años ¿Feliz?

—Eres un completo imbécil.

Y se fue. Se hizo humo, parpadee y ya no estaba. Ahí terminó todo intento de que trabajáramos juntos, plan que por cierto duró menos de una semana ¿De qué iba todo? Ni idea, un día todo bien y al otro me mandaba a freír monos. Nunca entenderé a las mujeres, nunca, menos cuando se van echando chispas y vuelven a los cinco segundos como si nada a gritarte en medio de tu facultad. Porque claro, Camila volvió, con una orquesta de insultos.

—¿Sabes cuál es tu problema?—gruñó apareciendo de la nada y apuntándome a la vez.

—No, pero parece que vas a decírmelo ahora mismo…

—Tu problema es que crees que nada pesa en esta vida, vienes y te apareces en mi vida como si nada, con tus sonrisas misteriosas y tu traje de abogado—dijo tironeando de mi corbata—tratando de parecer maduro y cambiado, pero en el fondo sigues siendo el mismo tipo egoísta.

—Creo que no entiendo de donde sale todo esto.

—Tengo novio, lo quiero y no quiero que te entrometas ¿Me has entendido?—lo gracioso era que aún no ponía en práctica ningún plan de seducción así que no tenía idea de que me estaba hablando.

—No tengo idea de que me estás hablando.

—¡Claro que lo sabes!—no, no lo sabía.

—No, no lo sé ¿Te has vuelto loca?

—Sí que lo sabes, mirándome como si quisieras comerme, sonriendo con gracia, quitándome los mechones de la cara…—dijo aquello intercalando un piquete de su dedo en mi pecho a cada palabra.

—Yo soy así con todo el mundo—me defendí ofuscado, realmente yo soy así, una persona de piel. Bueno quizás me haya puesto un poco más cercano los últimos días pero nada fuera de lo socialmente permitido.

—¡Claro que no! No creas que no sé lo que tramas, pero ten segura una cosa, entre nosotros no hay absolutamente nada, nada de nada.

Y la besé.

¿Qué? Tenía que callarla de algún modo, se me estaban trizando los tímpanos. No tengo ni idea de cómo se sintió, no lo recuerdo, mi única meta era que dejaran de salir palabras por esa boca, llámenlo medida profiláctica ante futuras migrañas.

Nos separamos y nuestros ojos se encontraron. Sonreí con la intención clara de promover el calentamiento global y destruir por completo la capa de ozono.

—Voy a recuperarte ¿Lo sabes cierto?—se puso roja, retrocedió un par de centímetros y trago sonoramente.

—¿Me estás amenazando?

—Te estoy advirtiendo, solo en caso de que no lo hayas notado.

—Tú tienes novia, una muy simpática por cierto ¿Te acuerdas?

—Y tú tienes un novio que quieres mucho—lo dije riéndome, fuera quien fuera ese pelmazo estaba completamente perdido, no podía competir conmigo…

¿Les ha pasado que miran hacia atrás y dicen, como pude ser tan pedante? A mí me pasa siempre y ese recuerdo es el que encabeza la lista.

—Vernetti, de ahora en adelante tu única tarea como mi abogado es conseguirme otro abogado ¿Me has entendido?—chilló con un tono agudo muy molesto.

—¿Tanto miedo te doy?

Se tensó, estiró lo que más pudo su cuello y espalda, acomodó sus hombros hacia atrás y subió la barbilla, todo lo posible por parecer más alta, aun así apenas si me llegaba a los hombros.

—Mira Gab, no me das miedo ni por si acaso. Tan una cosa clara, lo nuestro es única y exclusivamente profesional así que si vuelves a besarme ten por seguro que te dejaré las pelotas como amígdalas—y lo hizo, dos meses más tarde, en la boda de mi hermana, frente a mi familia completa. Aun hoy me pregunto si podré tener hijos.

Y se fue, de nuevo, pero de manera definitiva esta vez.

¿Les pareció romántico? Acomódense que se pone mejor. Sí, eso también fue sarcasmo.

A las siete y tres cuartos llegué a la casa de mis padres. Resulta que justo ese día se iban de viaje por su aniversario y volverían en cuatro días, a tiempo para recibir la noticia de que mi hermana se mudaba con su prometido y que además estaba embarazada de cuatro meses, y como viven en una colina perdida en la cordillera necesitaban a alguien que los llevara al aeropuerto. Ninguno de mis hermanos parecía tener espacio en su agenda, así que me lo pidieron a mí, cosa rara porque según ellos conduzco como abuelita ¿Qué esperan? Casi me mato en un accidente de tráfico.

Me senté a esperarlos en la cocina pues mi madre aun no llegaba a casa, según mi nana Rosa, se encontraba visitando a mi tía Francisca, quien en realidad no es mi tía, sino que es una antigua amiga de mi madre, compañeras de escuela, pero es tan cercana a ella que todos la llamamos tía y a su hijo Diego todos lo llamamos primo.

En fin, me quede ahí esperando que llegara mientras me comía un pote de helado de frutilla cuando se abre la puerta de la cocina y mi madre entra con una sonrisa inusualmente grande.

Debo acotar que mi madre tiene una bonita sonrisa pero nunca sonríe, según yo es porque no tiene alma, según ella yo y mis hermanos le espantamos todas las razones para estar feliz.

Entró a la cocina casi riéndose a carcajadas y me pareció de lo más extraño, supuse entonces que algo malo tendría que haberle pasado a alguien, esa es la única cosa que a mi madre le sacaba sonrisas. Le pregunté por la salud de mi abuela paterna pero no sabía nada de ella, buena noticia pero no suficiente para entrar carcajeando.

—¿A que no sabes con quien me encontré?—preguntó de repente.

—¿Con la tía Francisca?

—Sí, pero me estoy refiriendo antes.

—¿Con Diego?—soltó una risa malévola.

—Sí, pero ese no es el chiste. Me encontré con tu amiga ¿Camila? La chica que vivía en tu departamento.

—Sé a quién te refieres—cosa extraña, mi madre nunca recuerda los nombres de las personas, excepto el de Camila, ese lo tiene tatuado en la palma de la mano, nadie sabe porque.

—Pues la cosa es que fui a donde tu tía pero ella estaba retrasada así que me dijo que esperara dentro, y como tú bien sabes tengo llaves de esa casa así que entré como siempre—bromas aparte, mi madre tiene llaves de todas las casas del mundo, no importa cuántas veces cambies la chapa, ella siempre entrara sin tocar ni forzar la entrada— y… y…—rió nuevamente—¿Cuál es la probabilidad que te encuentres a una persona que no conoces dos veces en la misma situación?

—¿De qué hablas?—consejo, nunca te metas algo poco consistente a la boca después de hacer una pregunta, como por ejemplo helado.

—Es que ahí estaba tu primo Diego con esa chica en la misma situación que cuando la conocí—juro por mi santa madre que el helado me salió por la nariz de la misma manera que sale de los dispensadores de un Mc Donals, se me atascó un trozo de frutilla en un cornete, sufrí congelación cerebral severa, principalmente porque tenía helado en el cerebro, y solo sentí olor a frutilla por una semana.

—¿¡Que!?—grité pasmado.

—Ya sabes, el día en que fui a dejarte a Emilia… Cariño ¿Quieres un pañuelo? Se te están cayendo los mocos.

—¿¡La encontraste con su mano en el pantalón de mi primo!?

—Sí, pobre Dieguito, se puso todo rojo y me pidió un millón de disculpas porque creyó que estaban solos, mientras que Camila maldecía al cielo diciendo “¿Cómo es posible que me pase esto DOS VECES!”, fue de lo más hilarante. Luego se fueron, llegó tu tía, se lo conté y nos reímos el resto de la tarde ¿Pasa algo? Estás pálido.

—¿Por qué Camila está en la casa de Diego?

—Porque son novios ¿No te lo contó tu hermana?

No sé si fue el helado congelándome el cerebro o mi creciente ira lo que detonó mi locura momentánea pero me transformé en yo mismo por el tiempo suficiente como para traer el caos de vuelta a este mundo. Lena me había engañado, había ocultado información de suma importancia para mí y no solo eso, también lo había disfrutado.

Miré a mi madre con mi sonrisa sínica y me acomodé en la silla.

—Ma ¿Podrías sentarte? Hay algo muy importante que discutir—a mi favor diré que suelo ser explosivo implosivo, es decir, todos saben que no deben darme información de importancia vital.

—Tengo que terminar con esto—dijo acomodando uno huevos.

—Creo que vas a necesitar estar sentada—se acomodó con cara de pregunta y su sonrisa confundida—Bueno, seré breve. Tu hija está embarazada, tiene cuatro meses y fecha de parto para cuatro meses más, son gemelas…¡Ah! Casi lo olvidaba, se mudará con Alex antes de que termine la semana.

Quedo de piedra, se puso pálida y por un momento creí que dejaba este mundo, pero se recompuso en el último momento. Me levente con calma, me quedaba una sola cosa que hacer antes de recuperar el sentido común, solo tenía que encontrar a papá.

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