Ámame, Aldu.
Dos años después en París...
El aire golpeaba mi cara, el agua del Sena estaba tranquila bajo mis pies a quince metros de distancia, el metal de la barandilla del puente se sentía frío en mis manos mientras la calurosa brisa nocturna de verano calentaba el resto de mi cuerpo. Las estrellas me contemplaban esperando a que saltara y vieran otra vida perdida a manos del suicidio. Pero no seré yo y no será hoy. Solo hago esto para relajarme.
“Creo que ya estas bastante relajada, Desy” dijo Aldana.
“Ven aquí tu también, Aldu. Te relajará, lo necesitas” murmuré.
“Me relajaré en cuanto estés al otro lado de la barandilla”
Abrí los ojos y los rodé mientras pasaba al otro lado de la barandilla.
“Voy a ir por primera vez a Londres en dos años, veré a Harry, veré a mis amigos, veré a Adam. ¿Sabes? No es algo precisamente relajante” dije.
“Puede que no te reconozcan” se burló.
“Solo me teñí el pelo” dije dirigiéndome hacía el coche.
“Aunque no lo creas, te cambió la cara cuando tu pelo se domó y lo teñiste de castaño” dijo Aldana entrando en el asiento del copiloto.
“Al menos te tendré conmigo” dije cogiéndole la mano a través del puesto de mandos.
Apretó mi mano y me sonrió cálidamente.
“Eres mi hermana, Desy. Puede que no de sangre, pero tu padre y mi madre se aman, e hice un esfuerzo por quererte. Al final terminé haciéndolo, no eres mi hermanastra, para mi eres mi hermana”
Sonreí y puse en marcha el motor de mi mustang clásico.
Me compré este coche porque Harry me dijo una vez que le gustaban los clásicos, era una forma de aferrarme a él.
Y mañana lo vería de nuevo, en la Universidad. Huy, que bien suena. Y yo que pensaba que jamás logaría entrar en esa Universidad en Londres. Ya tenía planeado mi suicidio, cogería una cuchara y me cortaría las venas. Pero una cuchara de madera, eh.
Aldana era la hija de Melánie, o como la llamaba yo desde que cogí confianza con ella, Melá. Entendía perfectamente como mi padre pudo enamorarse de esa mujer, casarse y tener un hijo. Melánie también había tenido una mala experiencia con su antiguo marido, el padre de Aldana, no le fue infiel como Lucy a mi padre, pero la maltrataba.
Ella escapó de La Bretaña y se fue a París. Mi padre escapó de Londres y se fue a París. Terminaron en el mismo lugar, los dos tenían un hijo y a los dos les habían hecho daño. Rick no estaba con mi padre, y yo que creía que era su hija tampoco estaba.
De todas formas mi padre dice que él me siente como si fuera su hija, para él yo no soy una bastarda, soy su hija.
Eso es lo que diferencia a Jace Harrison de Adam Brooks. Eso es lo que uno sea mi padre y otro de El Diablo. Eso es lo que hace que a uno lo quiera y a otro lo aborrezca.
“Quiero pillar un buen inglés, ya te voy avisando de que ni tu hermano está a salvo, Desy” dijo Aldana echándose hacía atrás.
Reí.
Aldana era incorregible. En ese momento mi teléfono sonó.
“Desy no puede ponerse al aparato que sirve para comunicarse ahora mismo porque está manejando otro aparato que podría hacer que su vida y la mía corriesen peligro” respondió Aldana por mi.
“¿Un motosierra?” se escuchó la voz burlona de Louis al otro lado de la línea.
“¡Lou! Ya echaba de menos tu voz, grr. ¿Qué tal guapetón?” lo saludo Aldana.
Reí ante su comportamiento a la vez que Louis.
“Tu siempre recordando que tengo novia, Aldana. Siempre lo recuerdas” dijo Louis sarcástico.
“Siempre lo hago, pero cuando escucho tu voz y veo las fotos que tiene Desy de un tu dos años más joven se me olvida” dijo Aldana con voz inocente.
“Pues ahora estoy más guapo” presumió.
“Eso tendría que verlo” intervine.
“Lo harás, mañana. ¿Estáis yendo al aeropuerto?” preguntó.
“Si, casi llegamos tarde porque tu querida amiga estaba nerviosa y quería relajarse” se quejó Aldana.
“En Londres no tenías ese extraño método de relajación” se burló Louis.
“Me lo enseño un parisino” dije.
“¿Piere? ¿Gustaf? No no, ya sé cual. Papin” dijo orgullosa Aldana.
“Piere era un lameculos al que no soportaba, Gustaf ni siquiera era francés y Papin tenía ocho años. No salí con ninguno de ellos” dije burlándome de ella y acabando con su orgullo.
“Mierda” se quejó.
“¿Saliste con algún francés?” preguntó Louis.
“De ser así te lo hubiera contado, ¿te conté algo?” argumenté.
“No”
“Ahí tienes mi respuesta” aparqué en el aeropuerto.
“Llegamos al aeropuerto, nos vemos mañana, Louis”
“Adiós, Daisy” colgó.
“Ayudame con las maletas, Desy” dijo Aldana desde la parte de atrás del coche.
Ese apodo al principio, cuando ella me odiaba, había sido un insulto, pero al final terminó diciéndomelo con cariño. Salió de que Alain no sabía decir mi nombre así que le salía Desy, en vez de Daisy.
Cuando estábamos en el avión cerré los ojos para dormir. Eran las diez de las noches, llegaríamos a la casa de Rick a medianoche.
Ajá, Rick se había comprado un apartamento, es más, casi todos lo habían hecho.
“¡Qué emoción! ¡Nunca había salido de Francia!” chilló emocionada.
Un chico con el pelo castaño claro, unas gafas de sol, a pesar de ser de noche, y vestido de cuero nos esperaba apoyado en un coche negro.
¿La verdad? Lo reconocí por el pelo.
“¡Rick!” grité corriendo a abrazarle.
Rick me recibió con los brazos abierto y me dio un abrazo que casi acaba con mis pulmones.
“¡Daisy! ¡No puedes imaginarte lo que te eché de menos!” dijo.
Alguien carraspeo incomoda detrás de nosotros y nos giramos a mirar a Aldana.
“Oh si. Aldana, él es Rick, Rick ella es Aldana. Nuestra hermanastra” dije.
Mi hermano deslizó sus gafas un poco más abajo por el puede de su nariz, lo suficiente para dejarme ver un ojo morado, y miró de arriba a abajo a Aldana.
Silbó.
“Si salió a su madre entiendo perfectamente a papá” dijo sonriendo coquetamente.
Le di una colleja.
“Dejate de idioteces y explicame ese ojo morado” dije mientras lo seguíamos con nuestras maletas hasta el maletero.
“Harry estaba enfadado, no lo sé, por cualquier cosa, y quiso boxear. Fue mi culpa, porque le dije que no se frenara. ¡No pensé que tuviera tanta fuerza!” dijo metiendo nuestras maletas en el maletero.
“Aboyó una taquilla hace dos años, aún lo recuerdo” suspiré.
“Si, y hace dos días aboyó mi cara. Le gusta aboyar cosas desde que te fuiste” dijo cerrando el maletero.
“¿Está muy enfadado?” Rick le abrió la puerta de atrás a Aldana mientras yo me subía al asiento del copiloto.
“Está cabreado con el mundo en general, vas a sorprenderte cuando lo veas” respondió cuando entró en el coche.
“¿Cómo hice contigo? ¡¿Qué demonios te pasó?! ¡Tu no vestías así!” dije.
“Harry cambió por el dolor de perderte, yo cambié por el dolor de perder a Rebecca. Estamos bien así, Harry repele a las mujeres, que no te extrañe que también te repela a ti cuando te vea. Guarda mucha ira y rencor contra ti en ese pequeño corazón” dijo saliendo del aparcamiento.
“Fue por su bien. Yo no soy como Rebecca que te dejó por otro tipo, ¡No he salido con nadie estos dos años!”
“Lástima, porque él si. Podrías haber aprovechado” dijo Rick.
“¿Cómo? ¡Louis no me ha contado nada!” exclamé indignada.
“Quizás solo quiso ahorrarte el mal trago de saber que ha salido con la mitad de la población femenina de Londres en estos dos años” dijo sonriendo de lado.
Sentí mi corazón romperse mientras le miraba con los ojos entrecerrados.
“¿Qué mierda te ha pasado Rick? ¿Qué mierda os pasó a los dos? Hace dos años te habrías pensado el decirme eso dos veces. ¡Me lo digiste sin una pizca de compasión!”
“¡Lo abandonaste! ¡Me abandonaste! ¡Te fuiste como una cobarde! ¡Si esperabas que todos te trataran como hace dos años vuélvete a Francia! ¡Te seguimos queriendo pero huiste y sufrimos!” gritó “¡Y eso no vamos a perdonártelo nunca!”
El coche se quedo sumido en el silencio.
“Solo llamabas a Louis, nos teníamos que entrar por él si estabas bien o no. Ni siquiera me llamaste a mi, tu hermano. ¿Por qué él? ¿Por qué no yo? Me preguntaba todos lo días, ahora quiero que me respondas” murmuró.
“Sabía que Louis sería el único que no me juzgaría, él es el único que te entiende”
Rió amargamente.
“¿Cómo puede entenderte Louis?”
“Se crió con un padre que no es el suyo, pero no quiere saber nada de su verdadero padre. Él sabe lo que se siente” dije suspirando “Tienes derecho a odiarme, lo entiendo”
“No te odio, nadie lo hace, ni siquiera Harry. Solo estamos resentidos. La discusión que hemos tenido los dos aquí no se podrá comparar con la que tendrás con Harry”