"¡Ayúdame! Estoy en el río, Stiles esta ebrio. — Scott."
Ese era el mensaje que Scott me había enviado minutos antes, por eso me encontraba en dirección al río de Beacon Hills dónde Scott me dijo que estaban. Al llegar pude identificar a mis dos amigos, uno sentado en uno de los barriles de hierro que se encontraban por ahí y otro acostado sobre las duras piedras como si fuera la más cómoda de las camas, creo que no hay que aclarar cuál de los dos era el ebrio.
Como estaban de espaldas a mi no pudieron verme llegar, pero seguramente, Scott me escucharía en cualquier momento.
— ¿Scott?, ¿estoy borracho?— le preguntó arrastrando las palabras.
— Estas perdido.
— ¡Hey! — dije al llegar junto a ellos.
— ¿Esa es mi Maya Yama? ¡Hey, Maya Yama!
— Ay dios mío, estas completamente en pedo— comenté al escucharlo llamarme de ese modo.
— Ven, Maya. Toma algo.
— No, gracias— lo rechacé sentándome en el suelo entre él y Scott.
De repente Stiles levantó mi brazo para poner su cabeza sobre mis piernas y dejando mi brazo sobre su pecho. Miré a Scott con una mirada entre extrañada y pidiendo ayuda a gritos, pero sólo me susurró que le siguiera la corriente, contestación que no me gusto mucho.
— Cómo te decía— siguió hablándole a Scott— Sé que duele, bueno en realidad no lo sé. Pero sé esto, sé que por mucho que duela terminar, peor es estar sólo.
¿Qué?
Intercambiamos miradas sabiendo que nuestro amigo estaba realmente perdido, esta noche no será fácil en absoluto.
— Eso no tuvo sentido— dijo para comenzar a reír borracho—. Necesito un trago.
Stiles intentó agarrar la botella de Jack Daniells pero antes de poder hacerlo, alguien ya la había agarrado por él.
— ¡Que bien...! Mira un par de muchachitas bebiendo— dijo un hombre de piel morena burlándose, obviamente.
— Dámela— lo retó, Scott.
— ¿Qué dijiste?
— Creo que quiere un trago— le dijo el segundo hombre.
— Quiero la botella— continuó Scott.
O Scott quiere morir o quiere morir.
— Scott, deberíamos irnos— dijo Stiles.
— Me trajiste para embriagarme, Stiles. Y no he terminado.
Scott sacó sus garras y cambió sus ojos asustando a los hombres, quienes devolvieron la botella y Scott la tiró rompiéndola contra un árbol, provocando que los hombres corrieran despavoridos.
Como no teníamos nada más que hacer allí comenzamos a volver.
— Scott, dime que eso fue por la separación— le pregunté asustada.
Si, Scott había terminado con Allison. O... al revés.
— O porque mañana es luna llena— siguió Stiles.
Scott nos ignoró e hizo que nos subiéramos al Jeep, obviamente él conduciría, ya que uno de nosotros estaba ebrio y bueno, si yo llegara a conducir terminaríamos cayendo de un barranco.
*BEEP*
Maldita alarma
*BEEP*
¿Por qué me jode a mí?
*BEEP*
¿Por qué no va a joder a Stilinski?
*BEEP*
Tengo que ir a la escuela...
*BEEP*
¡No quiero ir!
— ¡¡¡Levántate, Maya!!! ¡¡¡Porque sino tiraré todos tus libros a la basura!!!
De repente me dieron ganas de ir.
Me levante de mi cama con toda la pereza del mundo, fui al baño a hacer mis necesidades, bañarme, lavarme la cara y los dientes; para luego vestirme e ir abajo a desayunar.
Encontré a mi padre tratando de arreglarse la corbata para ir a trabajar, como lo vi bastante lúcido, me acerqué con una media sonrisa y lo ayudé.
— Así que decidiste volver a trabajar. — Dije más como una afirmación que como pregunta.
— No puedo dejar que nos saquen la casa ¿o sí?— contestó, al igual que yo, sonriendo.
— Me alegro de que al fin te decidieras.
— Debo irme.
— Claro, adiós.
Mi padre me dio un beso en la frente y desapareció por la puerta. Creo que fue la conversación más larga que tuve con él desde hace meses.
Como llegaba tarde agarré una banana para comer en el camino, saludé a Draco y me dirigí a la secundaria.
Corrí por los pasillos lo más rápido posible, debía llegar a la clase del profesor Harris, sino llegaba a tiempo no me dejaría hacer el examen.
Llegué justo a tiempo para ver como Harris interrumpía una futura plática entre Scott y Allison. Cómo pude me ubiqué en el asiento libre detrás de Scott y a un lado de Stiles, era obvio que ellos lo habían apartado para mí.
— Tienen cuarenta y cinco minutos para terminar la prueba. Veinticinco por ciento de la calificación pueden tenerla justo ahora, escribiendo su nombre en la primera página de la prueba aunque como sucede cada año uno de ustedes inexplicablemente no escribirá su nombre y me volveré a preguntar porque tome la decisión de ser maestro. Bien, evitemos esta decepción y comiencen.
Al terminar su discurso encendió el cronómetro dando comienzo a la prueba.
Iba por la pregunta cinco cuando Scott salió disparado fuera de la clase.
— ¡Señor McCall!
Stiles no lo pensó ni un segundo y salió detrás de Scott.
— ¡Señor Stilinski!
¿Qué son de los tres mosqueteros sin el tercero?
— Señorita Van Acker, si cree que es conveniente seguir al señor McCall y al señor Stilinski en vez de seguir con la prueba, yo le sugeriría que continúe con el examen.
— Con todo respeto Profesor Harris, pero un amigo es más importante que una estúpida prueba.
— No creo que sus padres crean eso.
— Padre. Y créame, se sorprendería.
Finalmente Harris ganó y tuve que terminar la prueba.
Decidí no quedarme al entrenamiento de Lacrosse, ya que por mis contestaciones a Harris me gané diez páginas de tarea que tendré que entregar mañana y si quería terminarlas debía empezar lo antes posible.
Antes de poder poner la llave en la cerradura de la entrada de mi casa comencé a escuchar gritos provenientes del interior de esta.
— ¡TENGO DERECHO A VERLA!
— ¡NO LO TIENES, NOS DEJASTE POR TU ESTÚPIDA VOCACIÓN FAMILIAR!
— ¡¿QUÉ QUERÍAS QUE HICIERA?!
— ¡NO LO SÉ, TAL VEZ PASAR MÁS TIEMPO JUNTO A MAYA!
— ¡DI TODO POR ESA NIÑA, RICHARD!
— ¡PUES YO NO LO VEO ASÍ! ¡PRÁCTICAMENTE LA ABANDONASTE, SIN RAZÓN ALGUNA!
— ¡SABES PERFECTAMENTE LA RAZÓN!
— ¡Y ES POR ESO QUE NO DEBES INVOLUCRARLA EN LA MIERDA DE TU FAMILIA!
— ¡ES MI HIJA! ¡TIENE MI SANGRE!
— ¡NO TIENES NI EL MÍNIMO DERECHO DE LLAMARLA TU HIJA, KATE!
¡¿QUÉ?! ¡¿MAMÁ?!