Parpadeo para recuperar la visión, los rayos del sol entran por mi ventana e iluminan mi habitación, maldigo el momento en que olvidé cerrar la cortina. Me acurruco entre las cobijas cerrando los ojos de nuevo, pero estos son abiertos rápidamente cuando una ola de recuerdos golpea mi mente.
La imagen de una chica débil y agotada en el suelo, con sus anteojos caídos, siendo sujetada por un chico al que odio con mi vida, un asesino desalmado...un vampiro.
La necesidad de asegurarme de que esa chica esté a salvo, hace que salte fuera de mi cama arrojando las cobijas al suelo, y corra hacia su habitación, con el temor de no encontrarla allí.
Dejo salir un profundo suspiro al verla, dormida como un tronco. Al saber que ella está bien, una sonrisa brota de mis labios, a pesar de todo lo que hemos pasado, siempre hemos estado allí apoyándonos la una a la otra.
El timbre hace que me sobresalte, camino tranquilamente hacia las escaleras hasta que lo escucho sonar repetidas veces, así que tengo que apresurar el paso antes de que el visitante lo descomponga.
Abro la puerta con enfado, el cual se desvanece al ver a la rubia tras ella.
Lleva puestas unas gafas oscuras, un suéter negro, pantalón negro, y unas botas hasta la rodilla del mismo color. Sostiene una sombrilla en su mano, esta tiene detalles de un par de hojas otoñales.
— ¿Hola?—más que un saludo, fue una pregunta, ¿Que rayos había pasado anoche?
—Hola— suspira—. El sol es agotador—se queja, dando un paso dentro de la casa para cerrar su sombrilla y colgarla en la perilla de la puerta ya cerrada—. Estamos a 15 malditos grados—toma asiento en el sillón de la sala—. ¿Podrías cerrar las cortinas por favor?
Asiento dos veces y me encamino a tapar todo rastro de luz que haya en la casa.
—Rihanna...—aclaro mi garganta.
—No te imaginas la tortura que fue este verano, los malditos hechiceros nos llevaron a una ciudad horrible—me interrumpe—. Temperaturas de hasta 30 grados—arroja sus gafas—. Estuve a punto de cavar un enorme hoyo y enterrarme hasta que acabara el verano...Claro que Zack y Alex no me dejaron, además, la idea de vivir en un hoyo sola, como que no me convence — se incorpora hasta quedar sentada—. Yo creí que a los vampiros no nos afectaba el sol...tu libro dice eso ¿No?
— Sí...eso dice...dice que a los vampiros no les daña la luz del sol—le informo sentándome frente a ella.
—Eso se suponía...fui con la bruja Clementine y ella me lo contó, Tooooodo—hace énfasis moviendo sus manos—. Me dijo que hace cientos de años a los vampiros no les afectaban los rayos del sol, pero los hechiceros querían derrotarlos de alguna forma, así que decidieron rociarles una especie de gas que los hacía vulnerables al sol...el mismo gas que usaron en contra de las brujas, pero como la piel de los vampiros es muy resistente el sol sólo nos debilita y Mellow Ville acostumbra a estar entre 7 y 9 grados así que no nos afecta, pero este día es una tortura—se deja caer de espaldas en el sillón—. También me dijo que los vampiros descubrieron que si vestían de negro la luz del sol no los afectaba.
—A eso se debe el que estés vestida así—esbozo una sonrisa burlona.
—Y si funciona, además me veo fabulosa con este atuendo—dice—. Pero aun así el sol es demasiado molesto en mis ojos, no lo tolero—eso era más que obvio, los vampiros tenían una vista mucho mejor que cualquier humano, aunque no creí que eso fuera a tener una desventaja.
—Y si los hechiceros querían destruirlos ¿No utilizaron ese gas para hacerlo, no aprovecharon la oportunidad?—continúo con curiosidad.
—Claro que lo hicieron, miles de veces, lo intentaron— suspira—. Pero ese gas sólo nos debilita, no nos mata...Un vampiro sólo puede ser destruido por otro vampiro, esa regla la pusieron los hechiceros al crearnos, y ahora darían lo que fuera para deshacerse de ella—cierra los ojos—. ¿Puedes por favor encender el aire acondicionado?—se queja abanicándose con sus manos.
Hago caso y enciendo el aire acondicionado, poniendo la menor temperatura posible, mientras la vampira yace en mi sillón acostada sin estar quieta. Sin embargo, no estoy del todo tranquila, la ansiedad por saber qué fue lo que sucedió anoche en La Casa del Terror me come viva, no reprimo las ganas de girar sobre mis talones y hablar.
—Rihanna...—digo con sutileza, esperando a que esta vez no me interrumpa.
Ella hace un ruido de asentimiento. Inhalo todo el aire que puedo para sacarlo por mi boca lentamente, me quedo pensando en cuál es la manera correcta en decírselo, sin embargo me decido por la alternativa más fácil.
— ¿Qué fue lo que paso anoche?—trago fuerte.
Abre los ojos como platos y se queda mirando hacia el techo, casi puedo ver la ola de recuerdos pasando por sus ojos. Carraspea.
— ¿Qué es lo último que recuerdas?
—Un dolor en mi brazo izquierdo—masajeo mi brazo con incomodidad—. Formas extrañas, colores, esferas, ¡El mundo de las figuras!—hago énfasis con mis brazos.
—Pues, te inyectaron esa sustancia...estaban a punto de llevárselas a ti, a Monique y a Jennifer...detuve el tiempo, pero lo extraño fue...que detuve a Adelí, ¡Logré congelar a un vampiro!...—dice con emoción incorporándose hasta quedar sentada—. Sólo a ella, lo cual es extraño, supongo que mi odio constante hacia ella ayudó un poco—ríe—. Después...arrojé a las mujeres que sostenían a Zack, y él fue ayudar a Monique, yo ayude a Jennifer...Alex ya había arrojado fuera del edificio a los dos hombres que le sujetaban, logró rescatarte...—para por un momento y agacha la cabeza juntando ambas manos, se queda así por unos segundos hasta proseguir—. Debiste ver lo preocupado que estaba...—traga con dificultad—. El simple hecho de que te hayan inyectado esa cosa, lo volvió loco, es decir, hubo un momento en el que...me asustó—siento un largo escalofrío recorriendo mi piel al escuchar sus palabras, no podía imaginar a Alex actuar de esa forma, no podía imaginármelo como un...monstruo. Una parte de mi agradecía que en ese momento haya estado inconsciente, me ahorró ver aquella escena que jamás hubiera podido borrar de mi mente—. Elízabeth huyó, las llevamos a Jennifer, a Monique y a ti al auto...y aquí están—chasquea la lengua.
— ¿Y eso fue todo?—interrogo.
—Lo demás no me corresponde a mi contártelo—me informa esta vez levantando la mirada hacia mí.
— ¿Y las chicas del equipo?...¿Qué pasó con ellas?—titubeo.
—No pudimos salvarlas—mantiene la cabeza gacha.
—Las personas que...—trago fuerte—.Murieron.
—La policía cree que se trata de un asesino serial—suelta un bufido.
Retrocedo un par de pasos, siento un nudo incontenible en mi garganta, las imágenes de anoche pasan por mis ojos, tan aterradoras como el haberlas vivido. Sangre, personas siendo lastimadas, asesinadas, muerte, vampiros...
Y lo peor es que en aquellas imágenes, permanezco inmóvil y asustada, sin saber qué hacer, sin saber cómo detenerlo. Quiero detenerlo. Pero no sé hacerlo.
—No quiero que nadie más muera Rihanna—las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos—. Todos a mi alrededor...mueren—choco con la pared de la cocina y me dejo caer lentamente hasta llegar al suelo, una vez ahí abrazo mis piernas hundiendo mi cabeza entre ellas.
La gente grita.
Las personas son arrastradas por el suelo dejando un largo camino de sangre.
Unos seres que solo se encargan de hacer su muerte más brutal y dolorosa.
No puedo detenerlo.
Las imágenes pasan una a una por mi cabeza, gente a la que quiero, muere. Absolutamente todos están ahí, sus cadáveres apilados.
Mis padres, Emmily, Greg, Monique, Mi tía Sandra, Jennifer, Richard, Tobías...Nadie puede sobrevivir.
—No, no es cierto Sarah, no digas eso—se incorpora en el sillón.
Me mira compasiva, pero el nudo que ahora se forma en mi garganta hace que las lágrimas se acumulen en mis ojos nublándome la vista.
—Todos están muriendo...las personas que me conocen...mueren, eso es lo que le pasa a las personas que se juntan conmigo Rihanna...mueren—las lágrimas caen por mis mejillas—. Ya no quiero que muera nadie más, no quiero Rihanna, no quiero— cubro mi rostro con ambas manos, mientras sollozo. No sé en qué momento Rihanna llega a mi lado y pasa su brazo por mis hombros
—No, eso no es cierto Sarah—me atrae hacia ella fundiéndome en un gran abrazo. Hundo mi cabeza en su cuello, sollozando.
—No quiero que nadie más muera—murmuro contra su hombro—. Lo lamento ya no puedo...no soportaré que muera alguien más—deshago lentamente el abrazo.
Los ojos de Rihanna se oscurecen y no puedo evitar mirarla con atención.
—Ellos matarán a quien quieran, cuando quieran y sin tu consentimiento Sarah...las personas seguirán muriendo si no hacemos algo para detenerlo, pronto—dice en un tono firme.
Me seco las lágrimas y la miro pensativa. Mi corazón aún late con fuerza, pero trato de tranquilizarme, no puedo estar así, no puedo ser tan...débil.
— ¿Que es lo que buscan?—digo con un hilo de voz.
—Te quieren a ti...Sarah...y harán lo que sea para conseguirlo—susurra—. No dejaremos que nada te pase...mucho menos Alex—esboza una sonrisa traviesa. Noto el intento que hace en cambiar de tema y subirme los ánimos, y aunque sé que eso sirve de muy poco no evita que me sonroje al instante.
—Contéstame algo Sarah Cooper...—Entrecierra los ojos y me mira con sospecha—. ¿Quieres a mi hermano?
Trago con dificultad, nunca nadie me había hecho esa pregunta, o al menos no de manera directa. Los nervios me ponen la piel de gallina, y me quedo sin hilo de voz con el que pueda contestar a su pregunta. Segundos después ella se cruza de brazos en espera de mi respuesta, yo reúno las fuerzas para contestar de la manera más simple que puedo.
—Claro que lo quiero...—agacho la cabeza y comienzo a juguetear con mis dedos, evito su mirada para que no note el pequeño rubor expandiéndose por mis mejillas.
—No me refiero a esa manera de querer...—le escucho soltar una pequeña risita—. Hablo de la manera en cuando dos personas se quieren, y hacen lo posible para estar juntas, como en las asquerosas películas románticas y todo eso—se acerca más a mí—. ¿Lo quieres Sarah, lo quieres de esa manera?
Siento un nudo en la garganta que me impide hablar, carraspeo y me animo a mirarla, su mirada gris me observa con complicidad y una sonrisa pícara tira de sus labios.
—No lo sé...—admito—. Él es un...ya sabes y yo soy...yo—bufo—. Jamás podría llegar siquiera a gustarle—me seco las lágrimas.
Esboza una sonrisa de oreja a oreja.
—Si tú lo dices—segundos después esa sonrisa desaparece, transformándose en una mueca de fastidio y disgusto—. Estaré en tu habitación, me avisas cuando se vaya—y así sin más sube las escaleras.
— ¿Pero que...?—el timbre interrumpe mis palabras.
Una boba sonrisa brota de mis labios, no entiendo qué necesidad tiene Alex de tocar la puerta pudiendo entrar por la ventana o por la chimenea, que se yo. Aun así voy dando saltitos hacia la puerta, dispuesta a recibirlo con una gran sonrisa.
Pero esa sonrisa se desvanece al ver a que es Tobías y no Alex quien está de pie frente a mí.
Automáticamente cierro la puerta, pero él pone un pie dentro impidiéndome hacerlo, así que no tengo más remedio que dejarlo pasar.
— ¿Qué es lo que quieres?—digo secamente.
—Hola Tobías, ¿Cómo estás?...Yo bien... ¡Vaya qué bueno!—trata de imitar mi voz.
Suelto un bufido
—Hola—digo a regañadientes.
Casi caigo al suelo cuando salta y me abraza.
— ¡No tienes idea de lo preocupado que estaba por ti!—murmura contra mi hombro.
— ¿Por qué estarías preocupado por mí?—suelto una risita nerviosa.
— ¿Acaso no lo sabes?—se separa rápidamente.
— ¿Saber qué?—levanto una ceja.
Cierra la puerta y corre a echarse en el sillón de la sala, justo donde Rihanna estaba hace un rato.
— ¿Por qué está todo tan oscuro?—me mira desconcertado, observando la habitación.
—Es que...hace mucho sol...y molesta—tartamudeo.
—Estamos apenas 15 grados—arquea una ceja, al ver que me pongo en blanco suelta una sonora carcajada—. Pareces un vampiro—dice divertido.
Me quedo helada al escuchar esa palabra, mientras rio con nerviosismo.
—P-pero los vampiros no existen—titubeo.
—Lo sé—chasquea la lengua—. Mira esto—abre su mochila y saca su computadora portátil colocándola sobre la mesa de centro.
— ¿Grabas las noticias en tu computadora?—digo incrédula, al ver en sus archivos, los videos del noticiero.
—Sip—abre un archivo que al parecer es el noticiero de hoy—. Es lo que pasó anoche en la Feria de Halloween.
Un escalofrío recorre mi piel, provocando que pierda el equilibro y me siente a su lado.
¡Está en las noticias!...
Reproduce el video, y en efecto, es Jorde Evans frente a la Casa del Terror, al fondo, los oficiales rodean la casa con una cinta que dice "Prohibido el paso", al parecer fue esta mañana, ya que se puede ver el sol oculto entre las esponjosas nubes.
Trato de que Tobías no note lo nerviosa que estoy, pero al parecer él está atento al video.
— ¡Mira eso!—grita haciendo que de un brinco del susto.
— ¿Qué?—digo sobresaltada.
—Allí—señala el techo del edificio, la azotea—Acercaré la imagen.
Hace un zoom a la imagen mostrándonos sólo la azotea, y reproduce el video de nuevo. Miro con atención, y veo a lo que se refiere, la silueta de un chico aparecer de la nada, para estar sólo un segundo y volver a desaparecer.
Un vampiro...
Y no era cualquier vampiro...era James Black...
Y al parecer Tobías también lo reconoce, por que cubre su rostro con ambas manos y me mira aterrado. Me paralizo al instante, siento como si un balde de agua helada me hubiera caído encima, mientras me quedo con la vista fija en la computadora.
—No puede ser—susurra—. ¡¿Has visto eso?!—asiento lentamente.
¿Y ahora que voy a hacer?...
— ¿Pero qué Diablos?—grita histérico—. ¿De qué crees que se trate...Un demonio?—se pone de pie de un salto.
Yo aún sentada, conteniendo la respiración y preguntándome una y otra vez...
¿Qué diablos voy a hacer?
—Debemos avisar a la policía—me informa.
— ¿Qué?—me sobresalto—. ¡No puedes hacer eso!—demando.
— ¿Por qué no Sarah?—interroga.
—Porque...porque—piensa Sarah, piensa—. ¡Porque no estamos seguros de que se trata!—me excuso.
—Yo si estoy seguro—afirma—. Mira no te lo había dicho antes pero...Mellow Ville tiene muchos secretos...y uno de ellos es esa cosa que acabas de ver—apunta a la pantalla de la computadora. Abro mucho los ojos mientras lo miro ahora aterrada. ¡Tobías lo sabe! ¡Mierda, Tobías está enterado! La cuestión es...
¿Cómo?
— ¿De qué rayos hablas?—inquiero, fingiendo estar desconcertada.
—Cosas extrañas Sarah...sobrenaturales...demoniacas...cosas que desde pequeño me he dedicado a investigar y esta es una prueba irrefutable, como mi abuelo lo dijo...Vampiros...—señala de nuevo a James.
La sangre que corre por mis venas de pronto se queda helada. Vuelvo a escuchar las palabras de Tobías en mi mente...
Vampiros...
Mis labios comienzan a temblar de manera descontrolada, parpadeo repetidas veces mientras pienso en lo siguiente que diré. Debo hallar alguna manera de que Tobías se retracte de lo que ha dicho, de que crea estar equivocado, no puedo meterlo a este mundo, no puedo ponerlo en peligro de a él también.
— ¿Vampiros?—suelto una sonora carcajada.
¡Lo ha descubierto!...
¿Qué rayos voy a hacer ahora?...
Finge Sarah...Finge que lo que dice no es más que tonterías...
—Sé lo que digo...y se lo voy a demostrar a todos— se encamina hacia la puerta.
— ¡Tobías no!—trato de detenerlo.
El gira la perilla de la puerta y al abrirla su expresión se transforma en una de horror.
— ¿A dónde crees que vas?—Rihanna permanece tras la puerta de brazos cruzados.
— ¡Mierda!—exclama cerrando la puerta en su cara.
Tobías da media vuelta encontrándose de nuevo con Rihanna.
— ¡Aléjate de mí demonio!—Tobías saca una pequeña cruz de madera de su bolsillo del pantalón y se la muestra a la vampiro.
— ¡Soy católica idiota!—le arrebata la cruz colocándola delicadamente en la pequeña mesa de madera.
— ¡Toma esto!—ahora saca una botella y le arroja su contenido.
— ¡Imbécil!—exclama furiosa—. ¡Haz arruinado mi cabello!... ¡Considérate muerto!
Tobías comienza a gritar como niñita, retrocediendo hasta llegar a la puerta.
—Rihanna—digo entre dientes.
Esta me mira por encima de su hombro, y retrocede a regañadientes dejando a Tobías en el suelo.
Este se arrastra por el suelo colocándose detrás de mí.
— ¡Aléjate de nosotros!—le ordena.
Rihanna gruñe dejando a la vista sus filosos colmillos, y Tobías hace un grito tan agudo que me sobresalta.
— ¡Deberías ir a la Iglesia a bendecirte!—exclama aterrado—. ¡A que Dios te perdone y se apiade de ti!
— ¡Será mejor que le cierres la boca a tu amigo si no quieres que le arranque la cabeza!—espeta Rihanna colocándose en posición de pelea.
Rodo los ojos exasperada.
— ¡Cállate ya Tobías!—me alejo de él y me coloco a un lado de Rihanna.
Tobías tarda unos segundos en comprender.
— ¿Tú...?—titubea.
— ¿Que si lo sabía?...Sí...sé más cosas de las que tú crees Tobías.
— ¡Sarah ellos son unos asesinos!—grita dirigiéndose a Rihanna.
Niego divertida.
— Nada es lo que parece—extiendo mi brazo para ayudarlo a levantarse.
— ¿Desde cuándo lo sabes?—toma mi mano para ponerse de pie.
—Desde que lo conocí—sonrío.