puntos suspensivos #Wattys20...

De valeriafisa

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#Wattys2016 "Emilia nunca podrá poner punto final a su historia. esta siempre se vera marcada por unos punt... Mai multe

Capítulo 1
Capítulo 2
capitulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
---
---
Capítulo 9
nueva portada
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capìtulo 13
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Epílogo
¡NOTICIAS!
Historias de P.S
H.P.S

Capítulo 14

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De valeriafisa

Capítulo 4

-¡oye ten más cuidado!- proteste hacia unos chicos de un grado menor que habían pasado corriendo y me habían tirado todo al suelo.

-lo lamento-respondió ya a lo lejos sin dejar de correr. Levante rápidamente mis cosas para que no se perdieran o dañaran entre las pisadas de los diferentes estudiantes del colegio, continúe mi camino hacia mi casillero.

Digite la clave de seguridad "0000" súper segura esa combinación, pero al fin y al cabo quien querría robarse unos libros escolares y unos tenis para deporte, sinceramente yo no. Abro con cuidado la vieja puerta y deposito adentro mi muy odiado libro de matemáticas y biología y suspiro. Me quedo mirando por unos instantes unas fotografía que tengo pegadas a la puerta de mi casillero, en una de ellas estamos sebastian y yo comiendo palomitas de maíz, en otra aparecemos también ambos parados frente a la gran casa del padre de sebastian en los ángeles, y en la tercera aparecemos mi madre con mi hermano en brazos, mi padre y yo. Paso mi dedo índice brevemente por la fotografía que ya se encuentra un poco arrugada y echo un vistazo a la mirada de mi padre. En aquel entonces todo era alegría, el hecho de estar más pequeña me acarreaba menos preocupaciones que ahora, y los horarios de ambos padres eran más flexibles por lo que pasábamos gran parte de los tiempos juntos, o al menos más que ahora. En ese entonces vivíamos en Boca ratón, florida y mi padre solía llevarnos a diferentes parque acuáticos que yo amaba.

-¿recordando viejos tiempos?- preguntó una voz a mis espaldas que me sobresaltó. Voltee lentamente y me encontré con una nariz grande y curva, cabello oscuro y una gran sonrisa la cual le devolví.

Suspiré.

-tiempos que no volverán.-admití y cerré mi casillero luego de sacar mi merienda de la mañana.

-extrañas a tu padre- afirmó y lo mire incrédula.

-¿eso es una afirmación o una pregunta?

Miró hacia el suelo sin saber que responder.

-no sabes cuánto- repuse ante el silencio incómodo respondiendo a su pregunta.

La directora caminaba por el césped con un chico a su lado, parecía que hablaban sobre algo importante, ella hacía gestos con las manos como recalcando o puntualizando algo lo que me impedía verle la cara al chico. Alcance a ver que tenía el cabello despeinado y caminaba con aire despreocupado mientras que el andar de la directora era recto, pulcro y sofisticado.

Olvide por un momento que Max me hablaba y sacudí un poco mi cabeza para regresar a la realidad haciendo que la coleta en mi cabello se moviera a cada lado.

-que duro, pero ya sabes, son etapas. Además ni que tu padre lo fuera todo.

Levante una ceja ante su imprudencia.

-lo siento ¿Qué?

-siempre me he preguntado por qué no eres una chica más libre, ¿sabes? Es obvio que no eres virgen.

-oye.- lo corté- ¿Qué te sucede? No tienes derecho a tratarme de ese modo y mucho menos a meterte en mi vida privada.

-oh vamos, por aquí todos dicen que eres una boba que se corta las venas luego de la muerte de su padre. Debes superarlo. Y sobre lo de la virginidad, quizá yo pueda ayudarte con ese asunto.

No pude evitarlo y antes de que me percatara mi mano ya estaba estrellada contra la mejilla de Max creando un gran estruendo ante el golpe. Aleje mi extremidad de su piel lo más rápido posible y pude notar mis delgados dedos marcados en la mitad de su cara junto con un intenso color carmesí que advertía que más tarde se convertiría en un gran hematoma. Max tenía la mandíbula fuertemente apretada y sus ojos desprendían una llama intensa de furia, sus pupilas dilatadas y sus puños cerrados con fuerza me indicaron al instante que lo siguiente no sería bueno y me había metido en un lío.

Todos los estudiantes del colegio que se habían mantenido alrededor, ahora estaban mirando fijamente la escena. Algunos murmuraban cosas que no alcance a escuchar mientras que otros simplemente nos observaban con mirada escrutadora. Max, se enderezo notablemente, tomo un poco de aire y luego lo soltó sonoramente para después mirarme de nuevo todavía con las pupilas a punto de estallar. Tomo mi muñeca fuertemente y yo respondí con una mueca de dolor.

-Emilia no es para que te pongas de ese modo.- murmuró con voz fuerte como si quisiera que los demás escucharan, sin dejar de apretar mi muñeca la cual escondía al lado de mi cadera para que nadie supiera lo que me producía el gesto de dolor.

-suéltame ¡ahora!-replique.

-cállate- escupió cerca de mi oído.- no permitiré que nadie me vea débil delante de una mujer en pleno pasillo. Ven.

Me arrastro por en medio de la gente que aún nos miraba pero ya algo más disimulada.

-son solo unas pequeñas discusiones de pareja. Ya saben- repetía Max a unas personas para que dejaran el tema de lado- puntualizo la misma frase unas cuantas veces más, pico el ojo a otras pocas personas y luego continuo caminado sin dejar de soltarme el brazo.

-a donde me llevas, estás loco ¡suéltame!-forceje unas cuantas veces ignorando el dolor que me producía. Llegamos a un lugar apartado de las miradas de la gente y me estampo contra la pared.

-me la he pasado casi todo este maldito año intentando ser lindo contigo ¿y que consigo? Que me ignores y tras del hecho mires con esos ojos que tanto deseo a otro tipo que ni conoces.

Estaba asustada, el miedo de que el me hiciera daño recorría cada pedazo de mi cuerpo haciendo que todas mis extremidades temblaran y que se me erizara el bello.

-no voy a hacerte daño, pero no puedes golpearme en frente de todos así como así- de repente su humor había cambiado, a pesar de mi temor no pude evitar pensar que aquel chico tenia unos fuertes problemas de bipolaridad y que si salía de esta le recomendaría un ben psicólogo. ¡Pero que estoy pensando! ¡Por supuesto que saldré de esto!

Max comenzó a acercarse a mi peligrosamente con un gesto que tal vez el piense que es tierno, pero para mí estaba totalmente fuera de lugar, tomo mi cara entre sus manos y luego invito una de ellas a posarse en la parte baja de mi espalda. Espere que se acercara lo suficiente y cuando este cerró los ojos, alce valientemente mi rodilla logrando darle en la entrepierna. Este cayó al suelo con ambas manos en el lugar que lo había golpeado y comenzó a lanzar maldiciones hacia mí, logre reincorporarme de mi ataque de pánico y camine apresuradamente fuera de lugar en el que me encontraba. No me di cuenta de que ante los nervios de que me siguiera comencé a aumentar mi ritmo y comencé a correr sin dejar de mirar atrás.

Corría muy deprisa y con la mirada gacha para que nadie viera que en mis ojos se reflejaba el temor. Di vuelta en uno de los salones y sin pensarlo dos veces cerré la puerta.

-señorita Valentine- dijo una voz firme a mis espaldas, voltee inmediatamente encontrándome con la mirada de la directora y con nada más y nada menos que Will- ¿se le ofrece algo?

Dude un poco antes de responder.

-lo siento, eh...- vacilé- pensé que no había nadie- no podía despegar mi mirada asustada de la de Will, creo que ya me había acostumbrado a que siempre que estoy en problemas me encuentro con esos ojos grises. Will y la directora me miraban fijamente, pero no era el mismo tipo de mirada, no, los ojos de la directora manaban profesionalismo y dureza al mismo tiempo, mientras que en la cara de will se reproducía una pequeña sonrisa ladeada que hacía notar un pequeño hoyuelo en su mejilla. Pero esa sonrisa no alcanzaba a llegar a sus ojos, los cuales lucían algo fríos e indiferentes ante mi presencia.

-me encontraba hablando de algo de suprema importancia con el joven Mcdaniels.

-continúe, digo, lo siento por interrumpir- agache la cabeza y me deslice fuera del aula.

El timbre sonó indicando que era hora de volver a clase. No me percate que había pasado todo el receso en manos de Max por lo que no comí nada de lo que traía. No necesitaba de libros para la clase de español ya que nos encontrábamos trabajando con un portafolio de fotografías que ella misma se llevaba y traía de vuelta todas las clases. Guarde mi comida en una pequeña mochila que llevaba y me dirigí a mi salón correspondiente.

-hola Lía.- exclamó sebastian al verme.- ¿cómo va todo? No te vi al salir.-frunció un poco el ceño junto con los labios esperando mi respuesta. Yo por mi parte me encontraba muy pensativa sobre lo que había sucedido con Max. ¿Quién me aseguraba que no pasaría algo peor la próxima? ¡que estás pensando! Me reprendí a mí misma, no sucederá de nuevo. Sebastian, al ver que mi respuesta no llegaba se acercó más a mí, como tratando de averiguar con una mirada lo que sucedía, como era típico en él.

-no es momento- lo reprendí.

El solo me miro y asintió.

-me lo dirás de todos modos.

Mi furia empezó a crecer a medida que pasaban los segundos luego de su odioso reto. Comencé a contar mentalmente hasta diez para calmarme y no lanzarme sobre el con miles de gritos.

La profesora entro caminando despacio con un montón de portafolios en las manos que ya casi se le caían al suelo y un chico rubio delgado se levantó a ayudarle.

La chica que se acostumbraba a sentarse en el puesto de atrás a mí no se encontraba y empecé a preguntarme si le habría pasado algo pero al momento lo descarte. <<No es de mi incumbencia>> pensé.

-gracias Matt- respondió ella dejando su maletín en el respaldo de la silla.

-bueno clase, les entregare sus portafolios y luego...- se detuvo abruptamente al escuchar el golpe en la puerta. Se acercó para abrir y por esta se asomó una chica con cara de arrepentimiento. Era Grace Duncan, la del puesto de trasero.

-señorita Duncan, no creo que sea la hora adecuada de entrada a clase.- la maestra se cruzó de brazos y le lanzo una mirada amedrentadora.

-perdón, me retrase, estaba en el baño...- dudo un instante y agrego- no volverá a pasar.

-eso espero, o tendré que tomar otras medidas.

La chica entro apresuradamente y se sentó detrás de mí, coloco su mochila en el suelo y luego sentí que revolvía algo en su bolso. Al pasar de varios minutos sentí un pequeño golpe en mi espalda, así que me volví para ver que sucedía.

-perdona, ¿podrías decirme que han hecho?

-no te preocupes, hasta ahora, nada.- le di una sonrisa y ella me la devolvió. Parecía ser una chica agradable, ella era rubia de ojos oscuros, nariz respingona y se encontraba bronceada. A decir verdad era muy bella.

-Valentine y Duncan, si no les interesa la clase se pueden retirar.

Grace rodó los ojos y se acomodo en su asiento de nuevo.

***

A la salida me encontraba debajo de un árbol ya que el sol estaba bastante picante esperando a que mi prima y mejor a migo se dignaran a aparecer. La última clase había sido historia y el profesor nos había revuelto en diferentes grupos esparciéndonos por diferentes zonas del colegio para una actividad dinámica, separando a sebastian de mí, así que no nos habíamos visto al salir.

Vi a lo lejos salir por la puerta principal una cabellera rubia junto a una pelirroja. Ambas chicas eran de mi salón, eran Grace y la otra era... no recuerdo. Ah, Cleo Robinson.

Ambas se acercaron hacia donde yo me encontraba con una sonrisa.

-hola- me saludo la rubia bastante animada, y yo le respondí con una sonrisa y un gesto con la mano.- ¿Emilia verdad? -gesticulo con la mano algo que no entendí y frunció el ceño.

-soy yo- respondí. La pelirroja me miraba con una sonrisa, se le veía algo tímida ante mi presencia

-me han dicho que eres buena con la fotografía, ¿crees que podrías ayudarme con la clase de español? La verdad no está entre mis favoritas.- Grace era esa clase de chicas que parecían totalmente glamurosas, obsesionadas por el color rosa y típicamente rubia, a pesar de que no se le veía para nada hueca ni egoísta.

Solté una pequeña risita y respondí.

-oh, Claro.

-gracias... - vacilo un poco y dijo- ah y ella es Cleo, supongo que ya la conocías.

-hola-respondió ella.

-hola, creo que te había visto un par de veces pero no te había colocado la atención suficiente. Aunque debo admitir que esa cabellera no pasa desapercibida.-afirme. Ella por su parte me regalo una tímida sonrisa y asintió.

-¿trabajas en una veterinaria verdad?- continúe, a lo que Cleo volvió a mover la cabeza de arriba abajo.

-Cleo, ella no va a comerte, puedes hablar tranquila- la reprendió Grace.

La pelirroja frunció un poco el ceño ante su comentario y llegue a pensar por un segundo en eso que la gente rumorea de que las personas calladas son las más peligrosas. Decidí no arriesgarme con ella...

-no es necesario que la fuerces Grace, es comprensible que no se sienta en confianza conmigo.

-lo siento Emilia- respondió la pelirroja por fin- no acostumbro a hablar con extraños, no me siento cómoda.

Solté todo el aire que llevaba contenido y le dedique una cálida sonrisa.

-bien, creo que debemos irnos- expreso Grace con su amplia y perfecta sonrisa- te veremos mañana castaña.

-hasta mañana- respondí.

Vi cómo se alejaban por unos minutos y luego me volví hacia la perta por la que sebastian y Abigail ya venían en camino, Abby se detuvo un momento a hablar con una chica de su curso, una morena de cabello largo y finas facciones, era Beverly Evans, una de las chicas mas cotizadas de la escuela según escuche. No suelo ponerle mucha atención a esa clase de temas, pero ciertamente es imposible no escuchar rumores. Noté como mi prima movía un poco las manos con exasperación y se alejaba de ella con el ceño marcado. Mientras esperaba a que se acercaran pude ver como al otro lado del prado Max se despedía de uno de sus amigos para luego enfocar su mirada en mí. Un escalofrió me recorrió el cuerpo y mis manos se helaron, aun no comprendía de donde había salido aquel comportamiento por su parte, debía admitir que me sentía un tanto asustada.

-miren quien está aquí la casamentera- exclamo sebastian al posicionarse a mi lado.

-no es momento para tus bromas

-Alguien no está de buen humor- espeto Abby

-lo dice la persona que se estaba peleando hace un segundo con la chica Evans.-contraataque.

-touche - respondió.- esa chica me saca de quicio, el profesor estaba ebrio cuando me la puso de compañera.

Sebastian y yo no pudimos evitar reír ante su desgracia. Comenzamos a caminar hacia nuestros hogares y a dos cuadras de distancia más o menos pude recordar el mayor motivo por el cual quería salir rápido ese dia.

-sebastian, necesitamos hablar.

-Lía si es para que te de consejos de como enamorar a un chico, no quiero discutir tal tema contigo.

-es sobre Max- respondí ignorante totalmente su comentario. El por su parte de volvió para mirarme con los ojos muy abiertos y detuvo su paso- ¿algo que quieras decirme?

Parpadeó por nos instantes y continuo su camino.

-¿algo sobre qué?

-sabes de lo que hablo- Abigail se había quedado totalmente callada ya que no tenía idea de que hablábamos.

-en realidad no- continuó él.

- Max el día de hoy, se podría decir que me ataco.- vi por el rabillo del ojo como Abby se acercaba a mí para escuchar.- no sé lo que sucedió, fueron una cadena de sucesos bastante extraños y de un momento a otro el exploto, jamás lo había visto de esa manera, estaba como loco.

Ambos se me quedaron mirando atónitos y sin saber que responder, así que lo hice yo.

-lo que ocurrió con este chico no puede repetirse, debo tomar ciertas precauciones, no sé qué clase de intenciones tenga conmigo. Pero para eso- suspire- debo saber que cuento con ustedes y para eso debo saber qué clase de relación es la que posees con el sebastian.- lo mire sin inmutarme y lo noté nervioso.

- ¿por qué me preguntas?

- sabes muy bien porque, los escuche hablando ese día en el salón que se encuentra en construcción y también el día del parque en el que él te menciono un acuerdo extraño. Dime que sucede.

La corriente de aire que corría entre ambos se tornaba cada vez más caliente, nuestras miradas echaban chispas de orgullo esperando a ver quién se propondría primero a hablar, Si yo me resignaría o si el me daría la respuesta que tanto anhelaba. Comenzó a parpadear de manera acelerada y muy dentro de mi supe, que había triunfado.

No más secretos.

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