Amarte Otra Vez

De Lianet155

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Saga: Vida mafiosa #3 Dicen que al final del túnel oscuro siempre hay una luz que nos conduce. Pero ¿eso es... Mai multe

Prólogo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11

Capitulo 4

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De Lianet155

Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos y recuerdos de mi cabeza, ciertamente hay cosas que Alessandro nunca supo, cosas que me impulsaron a tomar la decisión de dejarle, y realmente creo que ya es demaciado tarde para hablar del pasado.

Entro en silencio en la mansión siguiendo a Alessandro, mis tacones chocan con el suelo provocando un sonido en medio de tanto silencio, mientras caminamos paseo mi mirada por el lugar, me sorprende que no haya cambiado la decoración, ni..Nada en particular.

Todo hasta ahora esta tal cual recuerdo.

—Todo esta tal cuál lo tenias.—Me dice.

Eso me confirma que todo sigue igual.

Dejo escapar un largo suspiro, no respondo, pero la voz de una mujer se escucha haciéndome sonreír.

—¡No me lo puedo creer!—Aparece frente a mí con una sonrisa.—¡Mi niña!!—Me abraza y le correspondo el abrazo.

—Me alegra verte Olga.

Olga es la madrastra de Alessandro, su padre se caso con ella e inmediatamente Alessandro se mudo con ellos, a mi entender fue lo mejor, ya que la madre de Alessandro no es la mejor persona, ni mucho menos para criar a un niño.

Me suelta.

—¡¿Cómo qué Olga?!—Dramatiza.—¡¿Ya no soy tu suegra!? ¿Por quién me cambiaste hija de la noche?

—Sigues siendo una dramática.—Bufo.

Nos volvemos a abrazar.

—Te extrañe, creí que no volverías.—Soyosa.

—No tenía planeado regresar. Pero aquí el Rey Rojo trajo mi culo hasta aquí a la fuerza.

Su mirada va hacia Alessandro y veo como pasa saliva ante la mirada pesada de Olga.

—Solo por eso no te golpeo.—Inquiere.—Me trajiste a mi niña y te lo agradezco, ahora..¡Si vuelves a cagarla te las veras conmigo!—Amenaza y la mirada de miedo de Alessandro da risa.—¡Ni una lágrima! ¿entendido?

—Si señora.—Responde Alessandro com cierto temor.

—¿Ya está la comida?—Llega Artem con una sonrisa y se detiene en el momento que la mirada de Olga se cruza en su camino.—Nana te juro que esta vez no he hecho nada...¡Fue culpa de él!—Señala a Alessandro.

—Por comerte mi pastel de chocolate blanco—Se me hace la boca agua ante la descripción de Olga.—NO habrá más pastel de calabaza para ti en una semana.

—Pero...

—En un mes.—Lo interrumpe.—Y mientras más refutes, será más tiempo.—Inquiere.—Ahora ve a buscar las cosas de Laura para llevarlas a su habitación y rápido.

—Si señora.—Dice antes de girarse y Olga le golpea en la nuca antes de que—literalmente—Salga corriendo del lugar.

—De haber sabido que venias te hubiera hecho pastel de chocolate blanco solo para ti.—Me dice Olga.

—Bueno, igual espero que si me lo hagas.

—¡Claro que si! Se que es tu favorito.

—Solo porque a ti te queda de maravilla.

Nos reimos.

•.:°❀×═════════×❀°:.•

Me recuesto en el asiento de la camioneta que aguardo a la espera de que lleguen los hombres que recogerán el cargamento de armas. No era necesario que viniera, pero ya que trajeron mi trasero hasta aquí en contra de mi voluntad, lo menos que haré es volver a mi trono como La Reina Roja de la Bratva, y prefiero que se sepa lo antes posible.

Mi hombro choca con el de Alessandro, que revisa su teléfono, la pantalla iluminada se refleja en las gafas de sol oscuras que tiene puestas, igual como su costoso traje.

El mismo teléfono suena al entrar una llamada y contesta con pesar revisando su reloj.

—Diez minutos de retraso.—Dice. No puedo escuchar lo que dicen de la otra línea pero su semblante cambia a uno más molesto, eleva su entrecejo y maldice en Ruso varias veces.—¡Mierda!!!—Exclama en su idioma natal casi en grito de molestia.—¡Vamonos de aquí!!!—Le ordena a Igor.—¡Ya!!—Me mira.—Nos pusieron un cuatro.

Eso me hace entender su enojo y logro escuchar las sirenas de la policía a la distancia, la camioneta acelera levantando polvo del terreno en el que estábamos, movimientos bruscos me hacen sujetarme de Alessandro y ponerme el cinturón de seguridad.

La camioneta acelera hasta más no poder, pero sigo escuchando el ruido de las putas sirenas, saco mi arma y la Sostengo por si la necesito.

Maldigo una y mil veces, esto es una jodida mierda.

No entiendo, si nadie sabía las coordenadas del cargamento, ¿como carajos le avisaron a la policía?

A no ser que tengamos un traidor entre nosotros.

Pasa alrededor de una hora hasta que logramos despistar a los policías, y pasamos dos horas más para llegar a la fortaleza, tomamos otro camino, uno más largo y seguro pero nos llevó ese tiempo.

Permanecemos en silencio, Alessandro al llegar a la casa baja del auto y se dirige hacia sus hombres.

—¡Quiero al maldito soplón en menos de dos horas!—Demanda gritando, la furia está reflejada en su voz y no sólo en ella, en su voz también, y tiene razones para estarlo, un cargamento así de grande no era cosa de todos los días, y tuvimos que dejarlo ahí tirado porque no daba tiempo.—¡YA!—Vuelve a gritar.—¡O más de una maldita cabeza va a rodar hoy!—Y con eso entra en la fortaleza hecho una furia.

Voy detrás de él y lo encuentro encerrado en su oficina sirviéndose un caballito de tequila, mismo que se bebe de una sola vez y vuelve a servirse otro.

—¡Puedes calmarte!!—Digo suave.—Así no solucionaras nada.

—Perdí una maldita fortuna, ¿a caso no lo entiendes?

—¡Si, pero ponerte así no es la maldita solución!—Hablo en el mismo tono que el.

—¿Y Cómo quieres que me ponga? No bueno si quieres me siento de brazos cruzados esperando que me sigan jodiendo.

—¡Que te calmes carajo!—Le grito logrando que se de cuenta en la forma en la que me esta hablando, su rostro esta rojo por la furia y puedo ver una venita en su frente, suspiro intentando calmar mis estribos.—Piensa las cosas con la cabeza fría porque así no vas a resolver nada.—Me acerco a él.—Y mucho cuidado en como me hablas.—Advierto seria.—Yo soy tu esposa, no uno de tus Malditos soldados.

Una sonrisa sale de sus labios ante mis palabras, y esta vez es el quien se acerca a mi lo suficiente para notar la reseques de sus labios.

—Estás admitiendo que sigues siendo mía Psique.

Sus palabras tan cerca de mi me hacen inhalar su aliento en que le sobresale el olor a alcohol, pero eso no evita que sus palabras causen cierta sensación en mi entrepierna.

¿Es normal que con solo ver a este hombre me lo quiero follar?

Esto es enfermizo.

Pero seria un gusto muy placentero que me quiero dar.

¿En serio estoy pensando en sexo en este momento?

Me recompongo alejando esas ideas de mi cabeza, ruedo mi cabeza y camino rodeándolo acercándome al escritorio.

—No te hagas, entendiste lo que quise decir.

—Tal vez no y por eso quiero que me lo digas tú.

Idiota.

Quiere que le confirme lo que ya sabe de memoria, sabe que el me marco de por vida y esa marca no se puede borrar.

Sabe que soy suya.

Lo soy desde el día en el que lo acepte y así será hasta que nos quememos en el infierno que arde solo cuando nosotros lo hacemos arder.

Juntos.

Pero no es el momento.

Fui, soy y seré suya, aun cuando no vuelva a tocarme aunque sea una tortura para mi tenerlo tan cerca y no caer en la tentación que implica estar a su lado.

Pero tengo que ser fuerte.

Alessandro y yo ya no podemos estar juntos.

Y es algo que me pesa.

—¿Y bien? Estoy esperando.—Su voz me saca de mis pensamientos.

—No te diré algo que claramente no es cierto.—Miento.

Retrocedo hasta que choco con el borde  del escritorio.

¿En qué momento me metí aquí?

Se acerca peligrosamente hacia mi, toma mi cintura pegándome a él de forma brusca, dejando solo unos milímetros de distancia entre nosotros.

Elevo mi mirada hacia la suya y sigue pareciéndome sorprendente ese contraste en sus ojos grises oscurecidos como el inicio de una tormenta que acaba de cubrir el Sol a pleno día.

—Sabes de sobra que eres mía.—Asegura.

Siento mis labios resecos de pronto y no puedo evitar pasar mis labios y por un momento llego a medio morder mi labio bajo, mi mirada va hacia la suya y detallo con ellos como el no se pierde ni un solo movimiento de los que hago con mi boca.

—Lo sé.—Susurro a penas, no se donde encuentro la capacidad de responder pero me arrepiento cuando mis labios tocan los suyos accidentalmente al hablar.

Pero mi arrepentimiento dura poco en el momento en el que Atrapa mi cuello con sus manos asegurándose de que no me escape y envuelve sus labios con los míos como muchas veces habíamos hecho.

Mordisquea mi labio inferior justo como yo lo había hecho y se que no pasa desapercibido el pequeño jadeo que suelo inevitablemente.

Llevo mis manos a su nuca y la que estaba en mi cuello pasa por mi cabello dándole un pequeño tirón y baja a mi espalda la cual recorre con ambas manos, hasta mi trasero y lo manosea a su antojo como se que le encanta hacer.

Dos toques en la puerta nos sobresaltan, tiene los labios enrojecidos ligeramente por el apasionado beso que nos acabamos de dar, una voz se escucha al otro lado de la puerta.

—Señor, ya encontramos a quién lo traicionó.

La mirada de Alessandro y la mía se buscan hasta que se encuentran, ambos sabemos lo que eso significa.

—Llévalo a dónde ya sabes.—Dice sin despegar su mirada de la mia.—Bien Psique ¿Quieres hacer los honores como en los viejos tiempos?

Eso me saca una sonrisa.

—Como en los viejos tiempos Eros.

Me subo el tapabocas y y me pongo un par de guantes quirúrgicos azules antes de dirigirme hacia las dos mesas metálicas.

La primera tiene herramientas filosas de todo tipo y gusto, en la segunda yace el cuerpo de un hombre el cual tiembla ante mi presencia.

Me llena de satisfacción que aun provocó ese efecto en las personas.

—¿Sabes por qué estás aquí?—Juego con su mente, puedo ver el terror en sus ojos y su cuerpo no deja de temblar.

Claramente en cuanto Alessandro vio quien era me lo comentó y eso me dio una ventaja sobre el, claramente me cedió el primer lugar, más, cuando termine con el, será el turno de mi esposo, quien espera sentado en un cómodo sillón observando todo con una sonrisa.

Me encanta cuando me da el control.

Y lo sabe.

La voz llena de soyosos y temblorosa del idiota que se atrevió a hablarle a la policía se escucha bagamente.

—Por-qué no pague...Mi deuda.

—¿Y por qué más?

—Por-qué robe ar-mas.—Contesta, asiento.

—¿Algo más?

Veo como pasa saliva y la piensa un poco antes de responder lo que ya se.

—Y....Por-qué le di..je a la policía sobre ustedes...—La voz le tiembla hasta más no poder.

—Si te soltaste de la lengua y por ello perdimos un cargamento de más de cuarenta millones de rublos.—Digo con molestia.—¿Al menos sabes de cuánto dinero te estoy hablando?—No responde.—¡Ah! Con qué ahora no vas a hablar conmigo, Perfecto.

Somos la máxima ley.

Y quien nos traiciona, se castiga.

Ojo por ojo, diente por diente.

¡Nadie me jode!

Y si, La Reina Roja está de vuelta.





















Llego la Reina Roja!!!!!

Aplausos 👏🏻 👏🏻 👏🏻 👏🏻 👏🏻 👏🏻 👏🏻 👏🏻 👏🏻

Iba a actualizar triple ayer pero la señal no me acompañó.

Si vives en Cuba vas a entender a lo que me refiero

Y hoy tengo prueba por lo que dejé este capítulo rápido y ando corriendo a seguir estudiando

A que no soy la única que ama a Alessandro y Laura.

Que creen que le haga nuestra Laura ahora?

Dejen por aquí sus ideas.

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