Se hizo de noche. El grupo de amigos ahora estaba en casa de Charles, aún festejaban la victoria de su amigo. Habían invitado a unos cuantos amigos más, todos estaban separados en pequeños grupos. Max pasó de burlarse de Charles por recibir tanto cariño por su pareja en público a ser el cariñoso en exceso con Sergio.
La pareja más joven estaba sentada en uno de los sofás de la moderna sala, lado a lado, sus piernas casi chocando cómodamente. Reían por los chistes sin sentido que sus amigos les contaban. Frente a ellos estaba una pequeña mesa de centro repleta de cualquier tipo de frituras, caramelos y bebidas energéticas. Nada de alcohol.
— ¡Jamás superaré sus caras al ver el último punto que marcaste! – dijo Carlos casi gritando, solía emocionarse cada vez que asistía a algún partido del amigo de su novio.
Carlos y Charles no se quedaban atrás, también estaban sentados juntos, bueno, Carlos estaba sentado y Charles estaba atravesado sobre sus piernas y el sofá.
La conversación volvió a cambiar, cada quien hablaba de un tema diferente. Max había recargado la cabeza sobre uno de los hombros de su pareja, estaba casi recostado sobre el sofá mientras que Sergio se limitaba a acariciar suavemente su mano. Cada quien hablaba con una o dos personas diferentes. Un escalofrío recorría el cuerpo del neerlandés cada vez que escuchaba aquella curiosa risa que tanto conocía. Pronto los invitados comenzaban a irse dejando solo a las dos parejas y al increíble George.
— ¿Van a irse? Es tarde, llamen a sus padres para que los dejen dormir aquí.
— ¿Crees que tus padres te dejen quedarte? – Max le preguntó a Sergio quien ya estaba sacando su teléfono celular. Los demás ya se encontraban hablando de otro tema.
— Supongo que sí, tú estarás conmigo, es más probable que me dejen quedarme.
— Bien.
Max ni siquiera tenía que pedir permiso. Sus padres conocían muy bien a Charles, sabían la ubicación de su casa y no había ni un solo problema con quedarse a dormir, simplemente debía dar aviso. Envío un corto mensaje de texto al grupo que tenía con sus padres y hermana, fue visto al instante y respondido por su madre con un simple emoji del pulgar arriba. Volvió la vista al mexicano que ya estaba hablando con los que parecían ser sus padres. De un momento a otro el celular de Sergio fue a parar casi en su rostro, los señores Pérez querían asegurarse de que su hijo estaba con él.
— ¿Bueno? ¿Max?
— Estoy aquí.
— Sergio nos dijo que estarás con él en todo momento, lo dejaremos siempre y cuando cuides de él.
— Tenganlo por seguro, Sergio estará a salvo.
— ¿Volverán mañana temprano?
— Después del desayuno me encargaré de llevarlo a casa.
— Bien, cuídense mucho, confiamos en ti.
Sergio volvió a su celular, habló por unos segundos más con sus padres, deseando las buenas noches y demás. Colgó la llamada, Max aún seguía parado justo al frente.
— ¿Qué?
— Nada, solamente que tus padres me acaban de confiar tu vida.
— No es para tanto.
— Lo es, ahora párate y vayamos a cenar algo. Tengo que mantenerte bien alimentado. – Max tomó la suave mano del pecoso, lo jaló casi obligándolo a ponerse de pie y lo arrastró hasta la cocina donde estaban sus amigos.
Tuvieron una cena tranquila, algo ligero como simples sandwiches y un buen vaso con jugo de naranja fresco al tope.
Debemos mencionar que los padres de Charles no se encontraban en casa.
Max tomó una ducha rápida en el baño de la habitación del único Leclerc en casa. Los demás lo estaban esperando mientras ordenaban el lugar para dormir. Optaron por lo simple, George dormiría en el sofá al ser el único que no llevaba invitado, Charles y Carlos sobre la cama y los restantes dormirían sobre un bonito y muy cuidado colchón inflable con decenas de mantas y almohadas. Max salió ya vestido con algunas prendas de la propiedad de Charles. Un tufo de vapor salió inmediatamente de la sala de baño, todos comenzaron a quejarse en forma de broma, sabían que Max amaba tomar duchas calientes. Max se limitó a rodar los ojos e ignorarlos.
Las luces fueron apagadas, literalmente dormirían y nada más.
George terminó por acostarse justo al medio de Charles y Carlos, estaba jugando muy bien su papel de chaperón. Ninguno de los dos protestó, el sueño era más fuerte que sus ganas de dormir abrazados.
Por otro lado, quienes durmieron abrazados fueron Max y su acompañante. Tomaron la posición que siempre tenían al estar en casa de Sergio, Max boca arriba con Sergio abrazándolo por el brazo. Sergio cayó rendido ante el sueño de inmediato, Max no. No podía evitar sentirse extraño con tan sólo pensar en que se quedaría junto a Sergio hasta el amanecer del día siguiente. Tendría que despertar con el pecoso a su lado, ¿Cómo haría eso? Jamás había dormido con alguien, no más de dos horas seguidas. Se sintió extraño, no era incómodo tener a Sergio pegado a su cuerpo, era raro tenerlo así estando en un lugar diferente, fuera de su zona de confort (la casa de Sergio).
Las horas pasaron, pronto el lujoso reloj que adornaba una de las paredes de la habitación marcaba las 3:28 A.M.
Todos estaban durmiendo a excepción de Max quien acababa de despertarse por un mal sueño. Su frente estaba cubierta por una fina capa de sudor, pequeños cabellos pegados a la misma, mejillas y nariz rosadas, sus orejas ardían. Quería pasar sus manos por su rostro pero no pudo, Sergio aún dormía como un koala tomado de su brazo. Aquel sueño que lo hizo querer morirse fue algo... increíble, literalmente.
Soñó con Sergio, no era uno de sus sueños habituales donde salían juntos a alguna cita o simplemente a su hogar, estaban en una habitación que no conocía. Estaban abrazados, muy juntos por cierto. Sergio besaba con delicadeza su mandíbula, jugueteaba con su lóbulo izquierdo, lo mordisqueaba con sumo cuidado. Pequeñas risas inundaban sus oídos, todo se sentía tan real. ¿Qué acababa de pasar y por qué Sergio no tenía camisa? Jamás lo había visto así, su imaginación hizo todo el trabajo. En un momento Sergio lo obligó a mirarlo a los ojos y habló:
— ¿Y qué tal? ¿te gustó?
El cuerpo de Max heló. Pésima elección de palabras. Era exactamente lo que se le preguntó aquel trágico día, no podía ser una coincidencia. ¿Sergio lo sabía? Él no sería capaz.
Sintió que le faltaba el aire, la sensación de haber caído por un abismo lo golpeó tan fuerte. Ahí fue cuando sus ojos se abrieron de golpe.
No había sido la imagen de Sergio desnudo del torso para arriba lo que lo hizo despertar.
Su pecho subía y bajaba rápidamente. ¿Cómo todo cambió de escenario tan rápido? Quería seguir ahí. Sus ojos comenzaron a arder, su nariz picaba. Estaba a punto de llorar una vez más.
Se volvió a sentir diminuto, usado y despreciado. Estaba tan concentrado en reprimir sus lágrimas que no sintió cuando su brazo fue soltado.
Sergio se había despertado. Talló sus ojos con sus manos, volteó en dirección a Max. Quería darle un pequeño beso en la mejilla antes de volver a dormir. Se encontró con la desgarradora imagen de su chico lagrimeando. Instintivamente limpió con su pulgar una de las pequeñas gotas saladas que ya salían por esos ojos que le gustaban mucho.
— ¿Max? ¿Por qué lloras?
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Casi una semana sin actualizar, sábado y domingo se vienen con ganas. 🫵🏻
Gracias por leer. 💓