FOREIGNER [Chishiya Shuntaro]

Von raughan

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Chishiya Shuntaro, el enigmático jugador maestro, cruza destinos con Iryna Kravets, una ucraniana cuyo pasado... Mehr

INDICE
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FINAL
Extra

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Von raughan

Las lágrimas fluían como torrentes desbocados por los ojos de Iryna, dejando tras de sí surcos salinos que marcaban su rostro. Se sumergía en la tarea meticulosa de retirar los vendajes que envolvían sus costillas. La escasez de suministros médicos le imponía la necesidad de realizar el cambio con extrema precaución, consciente de que, al abandonar La Playa, la obtención de gasas frescas se convertiría en una tarea incierta y desafiante.

Sus manos temblaban como hojas en pleno vendaval, pero no era por el dolor, era por los nervios que la estaban carcomiendo. Cauta y cuidadosa, deshacía los nudos de los vendajes, mientras su mente se sumía en un enjambre de preguntas sin respuesta. 

No eran las típicas de "¿Por qué lo hiciste?" No, Iryna quería ir más profundo. Quería preguntarle al rubio si él habría hecho lo mismo si ella estuviera realmente jodida. Quería saber si para él, todo eso estaba justificado.

Las lágrimas se deslizaban con más fuerza, y algún sollozo se le escapaba mientras aplicaba el desinfectante. No se arrepentía de haber confiado en él, aunque pudiera haber salido hecha añicos. 

Era suertuda de tener a Niragi; sin él, ni siquiera se hubiera atrevido a seguir el plan del rubio.

¡Qué estúpida fue al pensar que tal vez, solo tal vez, podría haber algo mas! Ni siquiera podía contemplar la idea sin sentir un dolor punzante en el pecho. Desde el principio estaba claro que el rubio los estaba manipulando a todos como títeres. En todo sentido.

Intentó secarse las lágrimas con el brazo libre, mientras sostenía los nuevos vendajes. Fue en ese momento cuando escuchó el chirrido de la puerta. La sorpresa la dejó vulnerable en ese instante, justo cuando estaba más metida en su propio lío emocional y físico. ¡Joder! 

—Tu... ¿Llorando? Creí que eras mas fuerte que eso —se burló Niragi al pasar por su lado, lanzando su arma descuidadamente sobre la cama.

—Es una estupidez —murmuró ella, volviendo a poner ambas manos a disposición para cambiar los vendajes. Mientras tanto, el morocho se dejó caer en la punta de la cama de Iryna, observándola con cierta inquisición.

—Te lo advertí —dijo secamente, con un leve meneo de cabeza. —Sobre él y tu perspectiva idiota de todo esto, solo acabarías sufriendo —ella no dijo nada, ni siquiera lo miró a pesar de estar bastante cerca. Él soltó un suspiro, observando detenidamente cómo Iryna luchaba por colocarse una venda en la espalda. —Ven, déjame ayudar con eso —añadió con tono resignado mientras se ponía de pie.

Un silencio pesado se cernió en la habitación, y Niragi podía sentir la tensión que flotaba en el aire. La mirada de Iryna, aunque evitaba el contacto visual, revelaba un torbellino de emociones. El morocho estaba seguro de que un nudo apretado se formaba en la garganta de la joven, un nudo que actuaba como un obstáculo para las palabras que intentaban escapar.

A pesar de este mutismo incómodo, Iryna no adoptó una postura defensiva ni evitó la cercanía del muchacho. Al contrario, sin decir una palabra, extendió las manos para ofrecerle acceso a la zona afectada. 

Niragi se acercó con cautela, sintiendo la fragilidad en el ambiente. Al sujetar el extremo del apósito en la espalda de Iryna, se permitió ser más que un aliado en ese instante. Sorprendentemente, la delicadeza de sus manos contrastó con la intensidad del momento. Cada movimiento era calculado, cada contacto era una afirmación silenciosa de comprensión.

—Gracias —murmuró ella cuando él se alejó. Fue entonces cuando se giró, y sus ojos se encontraron directamente.

—Si actúas como idiota, te van a tratar como idiota —afirmó Niragi, con el mismo tono tajante que había estado utilizando desde que llegó a la habitación.

—Lo sé —murmuró Iryna, incapaz de sostenerle la mirada, desviando sus ojos hacia el suelo en unos segundos de silencio incómodo. —¿Puedes ayudarme con algo? —Niragi arqueó una ceja, aunque ella solo lo notó cuando volvió a mirarlo.

—Depende —ella lo imito alzando una de sus cejas. —Del precio que estés dispuesto a pagar —ese comentario arrancó un suspiro de la castaña.

—Bien.

...

En las horas que avanzaban hacia la media tarde, Arisu e Iryna se encontraban inmersos en la opulencia de la suite real, respaldados por Kuina y Usagi, quien cubrían estratégicamente la puerta. La entrada había sido facilitada genuinamente por la extranjera, quien había conseguido la llave de manera ingeniosa. 

Aunque Chishiya no tenía la menor idea de cómo lo había logrado, decidió no preguntar, consciente de la astucia de la castaña.

Cada segundo que transcurría debilitaba las intenciones de Chishiya, haciéndolo cuestionar si realmente quería seguir con eso. Había llegado a la conclusión de que no, ya no era capaz de retroceder; el curso de los acontecimientos se encontraba irremediablemente trazado.

Aunque el rubio mantenía un plan aparente, una estrategia que tenía como objetivo principal evitar que dañaran a la castaña. Sin embargo, desconocía por completo que Iryna poseía un conocimiento completo de sus acciones y que tenía la capacidad de protegerse a sí misma.

Arisu sostenía el walkie-talkie a través del cual Chishiya les comunicaba los movimientos de los militares mientras entraban. Mientras tanto, Iryna exploraba la habitación con meticulosidad, examinando cada rincón de manera metódica y cuidadosa.

—La caja está en el armario —le señaló al moreno una vez que cruzaron el vestíbulo; este frunció el ceño.

—¿Y tú cómo lo sabes?

—Confía en mí —dijo haciendo un ademán con la mano.

Arisu siguió las indicaciones, abrió el armario y apartó varias camisas; efectivamente, la caja fuerte se encontraba allí.

—¿Y la clave? —preguntó Arisu en voz alta para que Chishiya, al otro lado de la línea, pudiera oírle.

La respuesta llegó a través del comunicador —¿La tienes? —el rubio le preguntaba a Iryna.

Ella, que no planeaba hacerle las cosas fáciles, mintió: —No.

8022 —se volvió a escuchar por el altavoz, y Arisu asintió con un gesto.

Pero fue Iryna quien volvió a hablar.

—Chishiya.

Dime —le instó él desde el otro lado.

—¿Estás seguro? De que lo vamos a lograr —preguntó cautelosa, muy detenidamente, sus palabras meticulosamente pensadas.

Confía en mí —afirmó después de varios segundos de silencio. En ese momento, Iryna sintió cómo una punzada se expandía de nuevo por su pecho.

¿Cómo podía ser tan imbécil? Tenía ganas de gritarle muchas barbaridades, de llorar hasta que sus ojos estuvieran a punto de salirse de las cuencas.

—Siempre —contestó ella con el tono más seguro que pudo proporcionar, con la intención de que, si el rubio sentía alguna culpa, esta se intensificara aún más.

Iryna sabía muy bien cómo manipularlo.

Chishiya no volvió a hablar. En ese instante, Arisu se puso en movimiento, sus dedos danzando sobre la superficie de la caja fuerte mientras comenzaba a marcar el código. Sin embargo, tras presionar la tecla numeral, lo último que hizo fue abrirse. Una alarma ensordecedora estalló por toda la habitación, alertándolos a ambos.

La mirada desesperada del moreno se dirigió hacia la castaña, que retrocedió varios pasos, buscando la distancia de la cacofonía que se desataba a su alrededor.

—¡No abre! —bramó él, agachado en el suelo. No me digas, pensó ella, pero en lugar de eso respondió con un tono completamente apacible.

—No, porque el idiota nos mintió. —repuso, mientras Arisu fruncía aún más el ceño.

—¿Lo sabías?

Iryna iba a contestar, pero la puerta de la suite se abrió de repente, como ella esperaba que sucediera. Mientras la alarma seguía sonando, varias personas ingresaron a la habitación, y Arisu se quedó inmóvil acuclillado junto a la caja, mientras que Iryna hacía lo mismo, de pie, cerca del armario.

—¿De verdad entraron así de descarados? —cuestionó el azabache, Niragi, avanzando con su mejor expresión de asco hacia los dos.

Es en ese momento cuando Chishiya se abre paso entre las personas presentes, y ella puede verlo, conectando con su mirada. Los labios de la extranjera empiezan a temblar ante el contacto visual, y no puede evitar que las lágrimas se deslicen de sus ojos mientras un nuevo nudo se instala en su garganta, más fuerte que los anteriores.

Iryna apretó las uñas contra las palmas, intentando respirar normalmente, pero el aire le llegaba entrecortado. No podía apartar la mirada de él, ni cuando dos hombres arrastraron a Usagi a la habitación, ni cuando Arisu gritó, ni siquiera cuando Niragi golpeó al moreno con la culata del arma.

Porque ella lo miraba a él como si todas las demás personas en la habitación hubiesen desaparecido. Pero él no era capaz de mirarla a ella, de sostener sus ojos en los de Iryna sin sentir algo en el pecho. Aun así, Chishiya era consciente de que ella no apartaba la mirada, de que ella, a propósito, lo observaba con una furia contenida que no podía disipar.

—Encárguense —resonó la voz de Niragi a su lado, haciendo que la castaña parpadeara, mientras hacía señas a algunos jóvenes, pertenecientes a los militares, para que sostuvieran a Arisu. Solo entonces, el azabache se inclinó sobre ella. —Y yo me voy a encargar de ti —sonrió descaradamente, pasando la lengua por sus labios, evidentemente llevando a cabo todo un espectáculo. Ni siquiera eso logró que ella reaccionara, que dejara de mirar a Chishiya como si él hubiese roto algo muy grande en su interior. —Camina —guiñó él, y Iryna no desobedeció. Niragi la siguió de cerca, solo para detenerse junto al rubio y, con una sonrisa sarcástica, añadió: —Muchas gracias, Chishiya. Me lo voy a pasar muy bien con ella mientras le enseño lo que pasa cuando te comportas como un idiota.

La mano de Niragi se abatió con violencia sobre el hombro de Iryna, guiándola con firmeza hacia el exterior. En un silencio pesado, ambos avanzaron, sosteniendo la farsa hasta llegar a la puerta del ascensor, donde el morocho permitió que su expresión se relajara.

—Gracias —susurró ella con voz tenue, apenas atreviéndose a mirarlo de reojo.

—Así que con que eso era... —pronunció él al aire mientras aguardaban la ascensión del ascensor. Su mirada se posó de lleno en ella, teniendo que inclinar ligeramente el mentón para observarla apoyada sobre el espejo, sin dirigirle la mirada. —¿Qué esperabas de él? ¿Que reaccionara diferente?

—Nada —respondió después de un suspiro, cuando la puerta finalmente se abrió en su piso. Sin embargo, su voz no lograba disimular la discrepancia.

Ambos caminaron por el pasillo, y Niragi abrió la puerta, permitiendo que Iryna pasara primero. Guardó silencio mientras cerraba la puerta detrás de ellos antes de agregar: —Lo lamento por ti.

—Yo no —contestó ella mientras se sentaba en su cama.

—Todavía me debes un favor, y teniendo en cuenta lo que hice por ti, te va a costar caro —El morocho dejó el arma en el suelo y se recostó en su propia cama. —Además, sabes que no puedo dejarte en libertad después de lo que hiciste, técnicamente asaltaste la suite real.

—Dime qué quieres —ella lo miró, con los ojos notoriamente cansados y rojos por haber llorado. Niragi suspiró pesado.

—Ahora, nada. Estoy completamente satisfecho —aclaró encogiéndose de hombros. —Pero me lo voy a pensar seriamente.

Ella se acomoda en la cama, con el codo descansando sobre las rodillas y el mentón apoyado en las palmas de las manos. Su expresión refleja una amalgama de preocupación y frustración.

—¿Qué les harán a Arisu y a Usagi? —pregunta, su voz teñida de inquietud.

—Les darán lo que merecen, no todos pueden tener un trato preferencial, princesa —recalca él, con una indiferencia palpable, su mirada perdida en el techo como si estuviera contemplando un universo distante.

—No quiero que los lastimen.

—Y yo no quiero estar en este maldito mundo, pero la vida es injusta, ¿no crees? —murmura, apenas sacudiendo la cabeza, un gesto que Iryna alcanza a vislumbrar de reojo. En ese momento, ella se levanta de golpe, su expresión denotando una resolución repentina. —¿A dónde crees que vas? —cuestiona él, notoriamente molesto, mientras se sienta bruscamente sobre el colchón.

—A buscarlos —Niragi se pone de pie antes de que ella pueda llegar a la puerta.

—¿Acaso quieres que nos descubran a ambos? —espeta, acercándose de una manera amenazadora. —Espera al menos una hora.

—Puede que los maten, no puedo esperar —afirma ella con determinación, su rostro reflejando una mezcla de desesperación y valentía.

Justo antes de que Iryna pudiera llegar a abrir la puerta, la pantalla de la TV, que anteriormente era prácticamente inútil, se ilumina repentinamente, y los altavoces comienzan a emitir voces: "Gracias por alojarse en el Seaside Paradise Tokio. Como muestra de nuestro agradecimiento, comenzaremos un juego para los huéspedes del hotel. Todos los jugadores deben reunirse en el vestíbulo".

Dicho esto, un mensaje se plasma en la pantalla: "El juego está por comenzar".

—¿La playa... una arena de juego? —preguntó el morocho, más para sí mismo que para la castaña. Ella rodó los ojos.

—Vaya que eres lento.

—Andando —ordenó él.

—Arisu y Usagi... —Iryna no pudo terminar, ya que él la interrumpió nuevamente.

—Comienza el juego y búscalos después, vamos.

Ambos abandonan la habitación, observando cómo otras personas han empezado a hacer lo mismo. Toman el primer ascensor, donde Niragi no permite que entre más nadie que ellos dos, y llegan directo al vestíbulo.

En ese preciso instante, Iryna, con una expresión ansiosa en su rostro, escanea la abarrotada sala con la mirada en busca de sus amigos. Sus ojos se detienen en la figura de la joven de pelo corto, y un suspiro de alivio escapa de sus labios. En lugar de seguir a Niragi, Iryna se desvía hacia la dirección de la chica.

—¡Iryna! —exclama Usagi, en cuanto divisa a su amiga a lo lejos.

—Usagi —responde Iryna, acercándose rápidamente a ella—. ¿Estás bien? ¿Has visto a Arisu? —pregunta con premura mientras ambas se encaminan hacia una mesa al inicio de la sala, donde se encuentran teléfonos dispuestos.

—Estoy bien, no la he visto. ¿Y tú? —Usagi niega con la cabeza mientras el dispositivo realiza el reconocimiento facial.

—Tomemos uno para él —propone la castaña, y esta vez es Usagi quien asiente, guardando uno de los teléfonos en su campera.

Frente al palco, los jugadores empiezan a congregarse como si algo crucial estuviera ocurriendo allí. Después de intercambiar una mirada, ambas chicas se abren paso entre la multitud hasta llegar al frente, solo para descubrir que Momoka ha sido asesinada. A sus espaldas, Asahi se abre paso entre la gente, arrojándose hacia el cuerpo de su mejor amiga justo antes de que los altavoces vuelvan a transmitir voces. 


«Juego: Cacería de brujas

Nivel de dificultad: ♥ ♥ ♥ ♥ ♥10 de corazones ♥ ♥ ♥ ♥ ♥.

Reglas del juego: La malvada bruja que mato a la chica se esconde entre ustedes. El rol de la bruja no esta limitado a una mujer. Terminan el juego si encuentran y queman a la bruja en el Fuego de la Resolución. El tiempo limite es de dos horas.»



—¿Una cacería de brujas? Parece interesante —resuena la voz de Niragi justo al lado de las dos chicas. —¡Muy bien, vamos a buscar a la bruja!

Las personas a su alrededor comienzan a moverse con lentitud, como engranajes que se resisten a arrancar. La multitud aún los mantiene estancados, pero en ese momento, Iryna divisa a Chishiya, destacando entre la maraña de cuerpos en movimiento, abriéndose paso con una destreza que no pasa desapercibida.

—Enseguida regreso, busca a Arisu —le ordena Iryna a Usagi con urgencia, y solo cuando recibe una afirmación con la cabeza, Iryna se sumerge entre las personas.

Aprovechando su pequeña estatura, Iryna se desliza ágilmente entre los presentes. Pronto, se encuentra en los pasillos, corriendo con determinación hasta dar con el rubio. Chishiya avanza con su característica calma, manteniendo las manos en los bolsillos de su campera como si estuviera ajeno al tumulto a su alrededor.

—¡Chishiya! —grita ella desde un extremo del pasillo.

El rubio gira lentamente, y durante un fugaz instante, la extranjera distingue un destello de sorpresa en sus ojos, seguido por una expresión de serenidad absoluta. Esos matices apenas se perciben, ya que Chishiya apenas mueve las cejas para comunicarlos, pero para Iryna, son signos reveladores que no pasan desapercibidos.

—¿Estás bien? —suspira mientras se acerca, sus ojos escudriñando el rostro de la joven en busca de señales de daño. Pocos segundos después, la expresión en su rostro va transformándose en una mueca intrigante. —¿No te hizo daño?

—También tengo mis secretos —responde ella con una firmeza que no pasa desapercibida. Chishiya, por un instante, abre levemente la boca, pero luego la cierra en un gesto de contención.

—Ya lo sabías... —musita él, casi como un reconocimiento. Iryna hace un gesto con la mano, aunque su mirada no deja de ser menos gélida.

—En efecto... —responde con un toque de hostilidad. Una ceja levantada añade un matiz cruel a su mueca. —¿Quién crees que nos permitió entrar a la suite?

—Niragi —murmura él, sin mirarla, casi como un susurro resignado. No quería admitirlo, pero la verdad era evidente. —Iryna, yo... de verdad...

—Cállate —espeta ella, casi al instante. Chishiya la mira directamente, solo para comprobar que no puede descifrar absolutamente nada en sus ojos. —¿Sabes qué? Podría haber arruinado tus planes desde el momento en que supe que me ibas a traicionar —escupe mientras se acerca lentamente a él. —Pero no lo hice, porque, a diferencia de ti, sé lo que significa que una persona me importe —dice muy cerca suyo, sus ojos entrecerrados por la furia. —Y no me comporto como una idiota por miedo, cobarde.

—Pretendía buscarte —musita apenas el rubio, las manos entrelazadas sobre su espalda. Ella da un paso atrás. Solo entonces él eleva su mirada, dispuesto a enfrentar esos ojos que ya no le dicen nada, o sí, le dicen cosas que él no quiere escuchar. Esos ojos gritan odio. —No iba a permitir que te hicieran daño.

—Tarde —sentencia ella, y en su enojo, incluso su acento parece más marcado. —¿Estás feliz de haberme encontrado? ¿O te sientes decepcionado al saber que lo sabía todo? Pues... así me sentí yo cuando descubrí que solo pretendías eso, utilizarme.

—Las cosas no son así, Iryna, yo...

—Deja de perder el tiempo con idiotas —resuena una voz a la espalda de la chica; la mirada de Chishiya se posa directamente en ese punto. Niragi. —Tenemos un juego que ganar.

Iryna le dedica una última mirada, y antes de que el rubio pueda articular una respuesta, ella ya se está alejando, siguiendo al azabache.

AY AY AY AY, ¿Cómo están mis amores?

Imagino que las team Niragi saltando por el cielo, aprox. 

Me re dolió escribir la traición, se los juro, pero era necesario, lo juro. Chishiya es medio lento para darse cuenta de lo que le pasa, necesitaba el empujón, aunque bueno, la lastimo en el proceso.

Así que nada, espero que les este gustando la novela, y déjenme comentarios y estrellas si es así pa mayor inspiración. No se olviden de que l@s amoooooooooooooooooooooooooo. 


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