Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

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《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 11
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 2
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 63
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

EXTRA: El trato | parte 3

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By RipleyWylde


Habían hecho una exhaustiva investigación, recorrieron Moscú en busca de informantes. Fosa invirtió de su propio dinero para sobornar personas, y ahí se encontraban él y Erica con binoculares, observando el lugar donde esa peligrosa mujer que había traicionado a Vanyusha se estaba escondiendo. Tenía una vigilancia que sería muy difícil de traspasar, pero Erica no tenía más opción que arriesgarse.

Cada día habían observado los cambios de guardias y todas las rutinas, y solo una vez pudieron ver por una ventana a Oksana pasar solo por un instante, pues se mantenía alejada de las aperturas para evitar francotiradores.

—Es buena —dijo Erica con molestia.

—No más que yo, me tomó dos días encontrarla.

—Sos re egocéntrico, Nahuel.

—¿Conocés alguien mejor que yo? —alzó una ceja e hizo a un lado los binoculares.

—Yo en diez años —bromeó Erica.

—Pudiste haberlo sido, pero preferiste desperdiciar tu talento para ser una reproductora —dijo Fosa con un chasquido de lengua.

Salieron del lugar donde estaban y pasearon por la ciudad. Aunque Vanyusha había llevado a Erica a conocer los rincones más hermosos de Moscú, ella prefería continuar esquivando sus coqueteos para poder seguir teniéndolo interesado.

Él le enviaba grandes ramos de rosas, joyas y vestidos, y aunque Erica aceptaba las rosas porque se veían bonitas, rechazaba todo lo demás. En un principio se había sentido muy incómoda ante esas atenciones, especialmente luego de ver por videollamada a Lucas y sus hijos, pero también le gustaba recibir nuevamente atención. Sentirse apreciada y bonita.

Luego de vigilar a su alrededor, para asegurarse de que no los estaban siguiendo, ambos se acomodaron en un banco de un parque y Fosa le extendió el teléfono a Erica. Eran las seis de la tarde, el horario perfecto para llamar a su familia, pues en Buenos Aires era mediodía.

—¡Hola, mami! —dijo Jack con una enorme sonrisa al verla—. ¡Te extraño mucho!

—¡Mami! —dijo Sveta con felicidad al verla, sentada sobre las piernas de Lucas—. Amo mucho mami.

—Hola, mis amores, ¿cómo están? Cuénteme algo nuevo que hayan hecho —dijo con una sonrisa emocionada al verlos.

—¡Me peleé con Tahi! Ya no lo quiero más —dijo Jack con el ceño fruncido—. Le dijo «fea» a mi hermanita y la empujó, así que le dije que no le diga así y él me pegó, entonces yo también le pegué y lo tiré al piso.

—No, Jackie, no hay que pegar, ¿le avisaste a Lucas o al tío Omar cuando pasó?

—El tío Omar me felicitó, dijo que voy a ser muy fuerte y que va a pagarme cuando crezca —dijo Jack con una sonrisa feliz.

Erica dirigió su mirada hacia Fosa, sentado a su lado con un cigarrillo en los labios.

—A mí no me mires, es Omar, ¿qué esperabas? —sopló el humo de su cigarrillo sin darle importancia.

—No te preocupes, Eri, ya hablamos con Jackie de esto, ¿verdad, mi vida? —dijo Lucas con una sonrisa.

Habló un rato más con los niños, les dijo cuánto los amaba, pero luego ellos se aburrieron de estar sentados sobre las piernas de Lucas y se fueron a jugar, por lo que Erica y él se miraron fijo y en silencio.

—¿Estás sola? —preguntó Lucas con voz suave.

—Estoy con Fosa, que es lo mismo que estar sola —explicó Erica y Fosa hizo un sonido cargado de ironía.

Sin embargo su maestro se puso de pie y se alejó unos metros para darle espacio, y de paso vigilar alrededor para ver si Vanyusha no los había mandado a espiar.

—¿Pasa algo, Lu? —preguntó Erica con preocupación.

—No, todo está bien —dijo él con una sonrisa triste—. Solo te extraño mucho, vivimos juntos por dos años y medio, no tenerte cerca se siente… muy raro. Siento que falta una pieza muy importante de este rompecabezas que es mi vida.

Erica tragó saliva y comenzó a sentir su rostro encenderse, por eso carraspeó algo nerviosa.

—También te extraño mucho, Lu —admitió con tristeza—. Y estos días que vienen dudo poder comunicarme todo el tiempo, tengo que estar muy atenta a todo.

—No te preocupes. ¿Qué tal es Rusia?

—Solo conocí Moscú, Vanyusha quiere mostrarme San Petersburgo porque nació ahí, pero no sé —suspiró—. Solo pienso en cumplir y volver a casa.

—Hacé lo que tengas que hacer, yo acá me ocupo de todo —Lucas miró hacia donde estaban los niños jugando y sonrió, para mostrarle a Erica con la cámara cómo armaban bloques juntos—. Tengo que preparar el almuerzo, Eri, pero quiero decirte que te quiero mucho.

—También te quiero, Lu. Cuídense.

Llegó a ver a los niños jugando antes de colgar la llamada, y apretó los labios sintiendo su corazón destrozarse. Su respiración comenzó a acelerarse más y más, al igual que el ritmo de su corazón. Fosa se acercó enseguida a ella, porque ya sabía que al finalizar la llamada se ponía muy mal.

—Si necesitás llorar, hacelo —le dijo al extenderle la mano para ayudarla a levantarse.

—No pienso derramar una lágrima en este país —dijo entre dientes—. No hasta llegar a mi casa.

Él solo asintió y colocó con cuidado su mano en la cintura de Erica, para poder guiarla hacia el auto que les había dado Vanyusha para que usaran como quisieran. Fosa trataba de no usarlo tanto para evitar seguimientos y espías, pero en algunas ocasiones era de utilidad.

Al llegar a la mansión ambos fueron directo a la habitación, donde Erica primero agregó todos los nuevos datos recolectados al mapa de seguimiento que tenían en la pared. Solo luego de dejar todo en orden fue que se metió al jacuzzi para relajarse. Necesitaba relajarse, estaba demasiado tensa y debía ir a cenar con Vanyusha.

Le dolían los pechos, trataba de extraerse leche de forma manual cada día, porque su cuerpo estaba acostumbrado a amamantar. A veces se llenaban tanto que parecía haber recuperado su tamaño anterior. Fosa, sin embargo, le había conseguido un extractor para evitar que Erica pudiera tener una mastitis.

Había averiguado que Oksana había osado robarles a los Capa Roja, no solo dinero a Vanyusha sino también drogas para crear su propio negocio. Era una completa traidora, pero demasiado buena para que los Capa Roja pudieran con ella.

Pensó en ella mientras se arreglaba, peinando muy bien su cabello hasta crear ondas con la planchita. Se maquilló el rostro y se aseguró de que su mirada fuera de zorro, con sus labios color vino. Esta vez decidió ponerse un vestido negro de encaje con mangas largas que Vanyusha le había enviado, porque quería ver cuál sería su reacción.

A la hora de la cena solo ella bajó al comedor para encontrarse con el jefe de la mafia rusa, Fosa había preferido quedarse en la habitación porque le molestaba el abuso del color rojo en todas partes de la residencia.

—Vanya —dijo al acercarse hacia él, sentado a la punta de la mesa—. Parece que solo seremos tú y yo esta noche.

En los oscuros ojos de Vanyusha brilló el interés, pero tomó la botella de vino en su mano para poder servirle a Erica.

—Cosecha del '45 —dijo Vanyusha con la barbilla alzada con orgullo—. Espero sea de tu agrado.

—Creí que para los Volkov era una falta de respeto hablar en la mesa —dijo Erica con una sonrisa torcida, clavando su mirada en él.

—Lo es —admitió y sorbió un trago de vino—, pero me interesa oír tu magnífica voz esta noche. Veo que llevas el vestido que te envié, me alegra que lo hayas aceptado.

—Demasiado hermoso para rechazarlo.

—No tan hermoso como tú.

Erica solo sonrió sintiendo su rostro encenderse, y trató de concentrarse en la cena para que él no lo notara.

—¿Qué tal va la búsqueda de esa perra traidora? —preguntó Vanyusha con el rostro serio.

—La encontré, estoy formulando el plan.

—Bien, más rápido de lo que creí —dijo con una sonrisa y la miró fijo—. Pensé que tal vez estarías algo oxidada…

—Lamento decepcionarte, Vanya, pero estoy muy capacitada para cumplir tus deseos y requerimientos.

Los ojos de Vanyusha volvieron a brillar con interés y curvó sus labios en una sonrisa. Observó en silencio los movimientos de Erica al comer, la forma en que mantenía su espalda erguida, cómo movía su cabello tras la oreja con delicadeza. Cada movimiento de Erica, consciente o inconsciente, era seductor y eso lo volvía loco.

Una vez finalizaron de cenar, Vanyusha se puso de pie para tomar una caja negra de joyería, y la abrió para mostrarle a Erica un collar de oro blanco con una bella piedra morada.

—Es un taaffeite, son piedras muy raras —explicó él con una sonrisa—. Y también muy valiosas.

Erica observó la belleza del collar, estaba segura de que valía millones de dólares, y aunque en un momento quedó impresionada al instante recordó que ella misma tenía muchos millones, y que podía comprarse sola cuantas joyas quisiera.

—Me siento halagada, Vanya, pero no puedo aceptarlo.

—Solo es un obsequio, no es parte de nuestros tratos —dijo y posó sus dedos en la barbilla de Erica—. Me apena ver tan hermosa piel desnuda de pedrería, ¿tal vez prefieras la extrañeza de un diamante rojo?

—No puedo aceptarlo, es demasiado.

—Nada es demasiado cuando se trata de mi futura reina —dijo mirándola de forma intensa—. Mi oferta sigue en pie, «Cuando te canses de ser la esposa de alguien, puedes ser la jefa de los Capa Roja». ¿Para qué vestir el negro cuando puedes tenerlo todo?

Erica sonrió hacia un lado.

—¿Qué te hace creer que seré tu reina en algún momento?

—¿Y qué preferirías ser, una eterna viuda? —se rió Vanyusha y alzó sus cejas—. ¿Tanta belleza y talento para dejarlo marchitarse? Quédate conmigo, preciosa, y te entregaré el mundo.

—Ni siquiera me conoces, Vanya —se rió Erica y sorbió un trago de vino, era delicioso.

—¿Necesito hacerlo? El matrimonio se trata de poder —sonrió—. Puedes tener el mundo a tus manos, las joyas y vestidos que desees, puedes liderar a mi gente. Tendrías el mayor poder y, por supuesto, como no todo se trata de eso tendrías también eternas noches de placer.

Con sus dedos recorrió el cuello de Erica de forma suave hasta hacerla estremecer, sin dejar de mirarla a los ojos grises de esa forma intensa.

—Piénsalo, Erica —susurró en su oído de forma suave, como un ronroneo.

Se le erizó la piel, pero con suavidad tomó la mano de Vanyusha para alejarlo de su cuello. Él, sin embargo, la retuvo de los dedos para inspeccionar esa mano con una perfecta manicura.

—Ese anillo… —dijo con el ceño fruncido al ver una alianza de oro con un diamante—. Qué mal gusto.

—Es el anillo que me dio mi esposo, Jack Wolff —dijo Erica entre dientes y corrió su mano—. Y no existe piedra que pueda reemplazarlo.

—¿Tantos millones de millones que tenía y solo te dió tan pequeño e insignificante anillo? —La tomó del mentón y le dedicó una sonrisa seductora—. Puedes tener uno mejor, si aceptas ser mía. Pondría en tu dedo el diamante rojo más grande existente.

—No existe piedra que pueda reemplazarlo —repitió Erica con el ceño fruncido y su mandíbula tensa.

Vanyusha dio un suspiro y levantó la barbilla de Erica con una mezcla de posesión y deseo.

—En mi presencia te quitarás ese anillo —murmuró con molestia.

—Tendrás que arrancarlo de mi dedo y arrojarlo al océano —dijo Erica entre dientes.

—Eso se resuelve fácil.

Diciendo eso Vanyusha se alejó y se sentó en la cabecera de la mesa con sus piernas cruzadas, pero alzó una mano para llamar a su gente mientras que, con la otra, tomaba su copa de vino.

Erica miró a su alrededor, a esos cinco hombres fuertes que se acercaban, exceptuando a Misha que se ubicó tras Vanyusha con las manos tras la espalda, firme.

—Si valoras sus vidas, yo no lo haría —le dijo Erica mirándolo con odio.

Cuando uno de ellos la tomó del brazo izquierdo, Erica al instante le partió la copa de vino en la yugular, para luego tomar los cuchillos de la mesa y lanzarlos a los siguientes. Cuando quisieron tomarla de atrás, Erica volteó al instante y le partió el plato en la cabeza a uno, para luego lanzarle un fuerte puñetazo al siguiente, a quien tomó del cabello para estrellarle la cabeza contra la mesa repetidas veces.

Estaba furiosa, jadeante de tanto odio. Miró hacia el siguiente hombre que parecía dudoso de acercarse, y cuando Erica se preparó para deshacerse de él, Vanyusha se puso de pie y dio un paso hacia ella.

Fuera —dijo en ruso al aire, pero mirando fijo a Erica—. Y sáquenlos de aquí.

—Pero… jefe —balbuceó Misha también en ruso.

—¡Dije fuera!

Misha parecía reacio a la idea de dejar a su jefe con esa mujer que irradiaba el fuego de la ira en ella, con su mirada de odio y asco. Él había visto esa mirada en ella, el día en que Jack Wolff murió. Erica era un peligro a tener en cuenta.

Con un suspiro Misha se fue junto a los otros guardias que se llevaban con ellos los cuerpos caídos, cerró las grandes puertas sin dejar de mirar a Erica. Vanyusha la miraba con intensidad, y se animó a dar un paso adelante.

—¿Ibas a matarme, Vanya? —gruñó Erica.

—¿Moriste acaso?

—¿Esa era tu intención? —Alzó su mano en el aire para enseñarle su anillo—. Van a enterrarme con esto en el dedo, ni tú ni nadie puede quitármelo.

—Mataste a cuatro de mis hombres en menos de cinco minutos —dijo con una ceja alzada.

Erica se puso en posición defensiva, a la espera de que Vanyusha hiciera algo. Él se detuvo frente a ella, pero cuando quiso tomarla de la mano Erica le aplicó una llave de sumisión a la espalda y le colocó la cabeza contra la mesa, para someterlo.

—Inténtalo de nuevo, Volkov —dijo entre dientes.

Vanyusha enredó sus piernas entre las de Erica para hacerla caer, sin embargo ella no cayó pero él se impulsó para caer con ella al suelo. Erica se cortó con los vidrios y trozos de platos rotos en la espalda, pero era un dolor tolerable. Comenzó a forcejear con él, era físicamente más fuerte que Vanyusha y aunque él estaba entrenado, ella lo estaba mucho más.

Hubo un momento donde Vanyusha quedó sobre ella y la sujetó del cuello, mirándola fijo a los ojos con todo el fuego del deseo en ellos.

—Sé mía —le dijo.

Erica le lanzó un puñetazo al rostro que le hizo sangrar el labio a Vanyusha, con ahora su alborotado cabello negro sobre el rostro.

—Sé mía —repitió.

—¡¿Por qué quieres que sea tuya?! —chilló ella, pero él apretó un poco más el agarre de su cuello.

Erica entonces tomó uno de los vidrios y se lo puso sobre la piel de su garganta, haciendo presión hasta cortar un poco.

—Eres hermosa, fuerte y audaz —dijo Vanyusha, mientras que Erica presionaba más el vidrio—. Serías una perfecta líder para mi gente. Todo lo que desees será tuyo, absolutamente todo.

Él soltó su agarre para alejarse un poco, mientras se acomodaba el saco de su traje negro. Erica se puso de pie al instante, sintiendo su espalda escocerle por los cortes de los vidrios.

—Cumpliré mi trato y me iré a casa —dijo con el rostro serio—. Nuestra relación es solo profesional.

—Si solo será profesional, tendrías que dejar de verme como si quisieras besarme a cada momento —ronroneó de forma sexy, con una sonrisa seductora—. O tal vez es justo lo que quieres, pero temes tomar lo que mereces. Ven entonces, Bombita, tómame.

Erica le lanzó una bofetada al rostro pero Vanyusha frenó su muñeca y depositó un beso allí, de forma suave y lenta hasta erizarle la piel.

—Sé mía.

—El que se muere por besarme eres tú, Vanya —dijo Erica en un susurro sexy al tomarlo del rostro y presionarlo un poco.

Eso pareció gustarle, porque su mirada se volvió más intensa, como un incendio y ya no como un controlado fuego. Entonces Erica acercó su rostro al de él hasta casi sentir su piel.

—¿O no, Vanyusha? —ronroneó.

El juego había cambiado, y ahora era Erica la que tenía el poder allí.

Vanyusha la tomó del rostro para besarla, mientras la aferraba contra sí, sin embargo Erica le dio un golpe en el rostro.

—Atrevido —le dijo.

Él volvió a besarla y Erica nuevamente lo golpeó, pero Vanyusha volvió a intentarlo, más jadeante y deseoso por probar esos labios. El contacto labial era suave, los movió un poco para ver si ella lo aceptaba, y se sorprendió cuando, en vez de recibir otro puñetazo o bofetada, ella lo tomó de la nuca para seguirle el beso.

Para Erica se sentía muy extraño, porque llevaba dos años completamente sola, y el último hombre al que había besado era su adorado Jack Wolff. Era un beso distinto, los movimientos no eran los mismos, ni los jugueteos de labios o lengua. Era un beso con fuego y deseo, un poco para tenerlo en la palma de su mano, y otro poco porque se sentía atraída por él.

Erica lo empujó contra la mesa y la botella de fino vino cayó al suelo hasta reventarse, pero Vanyusha la tomó del bello vestido para pegarla contra él y al instante volvió a besarla, mientras invertía las posiciones para estar encima de ella.

Comenzó a besarle el cuello con hambre y urgencia, mientras le acariciaba las piernas al pegarse contra ella.

La puerta se abrió y Vanyusha, sin siquiera mirar, gritó en ruso:

¡Fuera de aquí!

Sus guardias estaban preocupados por el ruido y los gritos, pero obedecieron para retirarse al comprobar que todo estaba en orden.

Volvió a tomar los labios de Erica en un apasionado beso, que era tanto seductor como posesivo. Luego Vanyusha se puso de rodillas en el suelo, entre los vidrios y trozos de platos, y comenzó a besar las fuertes piernas de Erica. Estaba admirado por su forma y la amplitud de sus bellos músculos, pasó sus labios y lengua de forma suave, como una promesa, y alzó la mirada para verla allí sentada sobre la mesa con sus ojos grises llenos de deseo.

Vanyusha sonrió y entonces subió la falda haciendo a un lado la delicada ropa interior de Erica, para devorar y saborear su entrepierna con mucho placer. Aferró sus dedos con fuerza a los muslos de ella cuando la oyó gemir, y jugueteó aún más con su lengua para demostrarle todo lo que podía ofrecerle.

Mientras Erica más gemía, él más se hinchaba de orgullo. Luego se puso de pie para verla, ella le dirigía una sonrisa lujuriosa con una mirada que parecían comerlo entero, y eso lo volvía incluso más loco. Por eso la besó otra vez y se deshizo al instante de su cinturón, mientras que Erica se aferraba a su cuello.

Se estremeció al sentirlo en ella e hizo la cabeza hacia atrás, pero Vanyusha la tomó del rostro para que lo viera fijo a los ojos mientras movía suavemente sus caderas. Ella, sin embargo, lo hizo a un lado y lo obligó a sentarse en una de las sillas, para después acomodarse sobre él y tener el completo poder de la situación.

Lo aferró del cuello con fuerza, haciendo presión en su garganta, y eso lo hizo sonreír mientras disfrutaba de sus ondeantes movimientos. Solo cuando ambos estuvieron jadeantes y satisfechos fue que quitó su mano del cuello de Vanyusha, y él la aferró hacia sí para besarla nuevamente.

—Quédate conmigo —le dijo en un susurro al oído—. Quiero que seas mía.

Erica se alejó al instante, porque en su mente recordó la misma frase con la grave voz del Loco, cuando ella aún le temía. Se bajó muy rápido de sus piernas y con su rostro más serio e impasible dijo:

—Eso no pasará, Vanya.

—Lo serás, pero no quiero distraerte de tu trabajo —dijo con la barbilla en alto—. Cuando mates a esa perra, te demostraré que soy la única opción que existe para ti.

Erica se acomodó el vestido y asintió con respeto hacia él para luego salir de ese gran comedor. Le dolía su cuerpo por los cortes, y tenía una mezcla de sensaciones en ella que no le gustaban nada. Por un lado sentía la relajación de un orgasmo y sus músculos menos tensos, pero también sentía mucha angustia y aún más de culpa.

Ignoró la fría mirada de Misha cuando pasó a su lado y solo fue directo a su habitación, en el piso superior. Sentía una fuerte molestia en su garganta y sus ojos escocerle, pero apretó los puños y también la mandíbula, hasta que abrió la puerta de la habitación.

Fosa estaba cenando en una pequeña mesa de vidrio allí en un rincón del cuarto, él no alzó su mirada para verla sino hasta que Erica se arrancó el vestido con furia y lo arrojó contra la pared, para luego correr hacia el baño y comenzar a lavarse el cuerpo con urgencia.

—Erica —dijo Fosa cuando llegó hasta allí, viendo los cortes en su espalda, incluso un pequeño trozo de vidrio incrustado en un omóplato.

—No voy a llorar —dijo ella con la voz angustiada—. No en este país.

La vio lavarse el cuello y las piernas con el agua de la mesada de mármol. Él se acercó y humedeció una toalla limpia con agua tibia, para después pasarla con suavidad y de a toquecitos en su espalda, aunque primero quitó el trozo de vidrio.

La respiración de Erica era irregular, estaba comenzando a hiperventilar y temblar, por lo que Fosa la envolvió en una toalla suave y la alzó en sus brazos hasta llegar al sillón en L. Se sentó con comodidad para acunarla como si fuera una niña pequeña.

—Respirá conmigo, despacio —le dijo e inhaló para que ella lo imitara.

Respiraron juntos un par de veces hasta que el ritmo de la respiración de ella comenzó a normalizarse, pero se sentía muy débil de repente. Erica mantuvo su cabeza apoyada contra el pecho de su maestro, que la aferraba con seguridad.

—¿Vas a decirme qué pasó o tengo que ir a averiguarlo? —dijo con el rostro serio—. Y no es recomendable que lo haga.

—No lo sé… —masculló Erica—. No lo sé, Nahui…

Fosa suspiró pero la mantuvo aferrada porque la veía en verdad muy consternada, con sus ojos abiertos de par en par, llena de miedo. Solo cuando la notó un poco más tranquila fue que la dejó sentada en el sillón y se puso de pie para tomar el botiquín.

Erica estaba estática, su respiración continuaba siendo irregular pero al menos conseguía respirar mejor. Dirigió la mirada hacia su maestro que se acercaba a ella con el rostro serio.

—No son graves pero hay que tratarlas igual —dijo Fosa mientras tomaba una gasa para desinfectarla.

Colocó con cuidado tiras de sutura en los cortes más grandes, en especial el de su omóplato donde se había clavado un vidrio. No hablaron en ningún momento por largos minutos, lo único que se oía en la habitación era el sonido de la música de violín que Fosa estaba oyendo.

Luego él se puso de pie para poder servir vino en dos copas, una se la extendió a su aprendiz que, en ese momento, se veía como un cadáver y completamente perdida.

—Fallé… —murmuró Erica.

—¿Caíste en su juego?

—Terminamos cogiendo… —dijo y sintió sus ojos llenarse de lágrimas. Se abrazó las piernas para poder esconder el rostro entre sus rodillas—. Fallé… Caí enseguida, y… ¿qué hay de Jack?

—Jack está muerto y eso no va a cambiar, no importa cuántos años de luto guardes. Está muerto, Erica. No va a regresar —siseó Fosa.

Erica le dio un empujón con molestia, con sus ojos cristalizados en lágrimas.

—¡Ya sé que está muerto! —gritó—. ¡Murió en mis brazos, lo vi morir!

—Entonces no tenés por qué pensar en él, Jack es lo que menos importa acá —dijo con el ceño fruncido—. ¿Estás histérica porque creés que fallaste en tu misión, o porque creés que le fallaste a él?

La respiración de Erica volvió a hacerse irregular, estaba algo mareada también, pero Fosa solo bebía de su copa con mucha calma.

—Tuviste sexo, bien —agregó Fosa con el rostro serio—. Él ahora no va a poder dormir porque estará pensando toda la noche en tu cuerpo, en tu voz, en lo que pasó. Va a quedarse loco y vas a ver, Erica, que mañana se va a esforzar incluso más en que se repita. ¿Te daba joyas y vestidos? Ahora te ofrecerá autos y propiedades. Vos no caíste en su red, él cayó en la tuya.

Erica respiró hondo, porque las palabras de su maestro tenían mucho sentido. Dejó ir un largo suspiro, pero aunque estaba complacida por saber que no había perdido el juego, se sentía muy culpable por haberse entregado a Vanyusha. Pensaba en las noches abrazada junto al enorme y fuerte cuerpo de su esposo, en la forma en que él la miraba con devoción y todo su amor mientras le acariciaba el rostro. Y, aunque no entendía por qué, también pensó en Lucas dormido sobre esa pila de libros, esforzándose por cuidar de los niños en su ausencia, mientras ella se acostaba con el jefe de la mafia rusa.

Sintió incluso más dolor y culpa que antes.

—Tomate ese vino conmigo —dijo Fosa y sorbió un trago—. Ya sabés todos los trucos de seducción necesarios, lo único que te falta es recuperar confianza. Vení.

La tomó de la mano para obligarla a ponerse de pie, y también la obligó a sujetar la copa de vino. Le quitó la toalla que la envolvía, para quedar desnuda frente a un enorme espejo de pared.

—¿Qué hay ahí?

—Solo vos vestido y yo en pelotas —dijo ella con un suspiro.

Fosa la sujetó de la barbilla para que la mantuviera en alto y con suaves toques acomodó la posición en que ella estaba parada. Le puso una mano en la cadera, la otra con la copa en alto, sus piernas juntas pero en una posición seductora.

—La mujer que enamoró a Jack al punto de pedirme que le hiciera un favor —dijo con una mezcla de dureza pero también orgullo, y caminó a su alrededor—. Con una figura perfecta, unos grandes ojos grises y rostro delicado que distrae hasta al más experimentado de los asesinos.

—¿Y mis músculos?

—Es justo lo que te otorga esto —palmeó una nalga de Erica y eso la hizo reír—. Es músculo, no grasa. Ahora a dejar de lloriquear, es hora de que te comas el mundo.

—Gracias, Nahui —dijo ella y lo abrazó—. A veces siento que estoy en el vacío otra vez.

—Lo sé, y te voy a sacar de ahí las veces que sean necesarias, mi pequeña aprendiz —suspiró al palmearle la cabeza—. Mañana vas a continuar el juego, seguí tomando los anticonceptivos. Vamos a eliminar a Oksana y a cumplir el trato, y luego regresaremos a casa para que sigas cambiando apestosos pañales.

—Tomo los anticonceptivos como me dijiste, pero… un embarazo es el menor de los problemas —murmuró.

—Volkov no mete en su cama mujeres a las que no les haya hecho un examen, porque no es de los que gustan de usar condones. Supongo que con vos estaba tan excitado que ni pensó en eso. Que no te sorprenda si te exige que lo hagas —dijo Fosa con un suspiro—. Y en este caso, cualquier cosa que te ate a él es lo peor que podría pasarte. Vanya Volkov no es una buena persona, Erica.

Ella solo asintió lentamente y se alejó de él para poder vestirse, se colocó ropa interior y un pijama cómodo para poder dormir, mientras que Fosa la analizaba con el rostro serio. Él sabía que a Erica le costaba volver a esa clase de vida y que aún no superaba del todo sus vivencias, pues a él mismo le costaba superar a Gretchen, a Serge e incluso al Loco. Pensó que quizás estaba siendo demasiado exigente y duro con ella todo el tiempo, y que tal vez debía ser un poco más comprensivo.

—¿Tenés suficiente lencería? —preguntó al verla desmaquillarse.

—Algo.

—Mañana te conseguiré más —Miró el cuerpo de Erica, calculando mentalmente cuál sería su talle—. Él ya probó la mercancía, ahora vas a tener que jugar al «sí pero no».

—¿Sí pero no?

Fosa se acercó a ella sentada en la cama y la tomó del mentón con sus dedos de una forma muy suave, casi como una caricia, para luego acercar su rostro con una mirada intensa. Rozó su nariz con la de ella y entreabrió los labios para susurrar de forma sexy:

—Me quedaré pensando en tus labios y aroma durante la noche, mientras imagino la sensación de tu piel en mis manos —ronroneó y casi rozó sus labios con los de ella, sin dejar de verla a los ojos de forma intensa—. Es una pena que deba irme, tal vez en otra ocasión pueda dejar de imaginar y ser tuyo, por fin.

Bajó con sus dedos suavemente por el cuello de Erica hasta casi erizarle la piel, y le dedicó una sonrisa.

—«Sí pero no» —dijo y se cruzó de brazos frente a ella—. Estoy tan interesado, pero tengo tan poco tiempo, qué pena.

Erica se rió con ánimo.

—¿Eso te funcionaba?

—Siempre —sonrió—. Tal vez con otras palabras y otros jugueteos, pero siempre funciona para volver loco a cualquiera hasta que prácticamente imploran ir a mi cama. Ahora con mis cicatrices dudo que siga funcionando, actualmente causo más miedo que deseo.

—Deben haberte dedicado muchas pajas —se burló ella al cruzarse de piernas.

—Lo más probable —admitió Fosa con una sonrisa torcida—. Vos igual, Bombita. Rata debe haberte dedicado unas cuantas.

Él se alejó para poder llamar al servicio para que retirasen los platos, y mientras esperaba a que llegara la mucama comenzó a desabrochar su camisa para quedar con el torso desnudo. Erica lo observó con atención, porque Fosa tenía ya treinta y cinco años, la edad de Gretchen cuando ella la conoció. Él se mantenía en forma y era no solo muy fuerte, sino también muy atlético

—Das un poco de miedo enojado, pero seguís siendo sexy —dijo Erica—. Tus cicatrices no cambian eso, Nahuel.

—Haber parido no cambió eso en vos tampoco, Erica —dijo y giró para verla mientras se colocaba una remera cómoda—. Si vuelvo a escucharte decir «no puedo hacerlo» o «ya no soy sexy», te voy a meter un tiro.

Erica se rió con mucho ánimo, y se colocó bajo las sábanas y abrigadas mantas.

—Vos y yo sabemos que preferirías dispararte en un pie antes que a mí.

—Qué egocéntrica que sos —gruñó.

—¿Conocés a alguien mejor que yo? —bromeó ella con una risita.

Fosa hizo un sonido cargado de ironía y, cuando la puerta fue golpeada, tomó primero su arma y con la bandeja en mano abrió. La mucama siempre temblaba ante su presencia y se mantenía con la mirada baja, pero esta vez él la tomó del mentón con suavidad y acercó su rostro al de ella.

Gracias —dijo en ruso de forma seductora y sonrió de forma coqueta—, que tengas una bella noche.

La mujer enrojeció por completo y asintió rápidamente, para luego alejarse. Fosa, después de cerrar la puerta y asegurarla, giró hacia Erica con una ceja alzada.

—Parece que aún tengo el toque.

Ella se rió, se sentía de mejor humor gracias a él, por eso pudo cerrar los ojos y descansar sin problema alguno. Y aunque aún se sentía muy culpable, también estaba más tranquila.

Fosa se sentó a su lado en la cama, porque él sabía que a veces ella podía sentirse muy sola, y esas sensaciones la llevaban hacia el vacío. Por eso, aprovechando que la cama era tan grande, se ubicó a su lado bajo las sábanas y mantas para no dejarla sola.

Ella era su niña, y él la protegería siempre. Especialmente de Vanyusha Volkov.

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