La Leyenda Áurea

De Kia020

1.4K 142 8

Esa noche, Xylia nunca olvidaría esa noche, en la que los habitantes del bosque salieron a celebrar sus ritua... Mai multe

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capitulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49 (Anuncio)
Capítulo 50 (Nuevo Anuncio)
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54

Capítulo 5

30 3 0
De Kia020

Las horas pasaron más lentas de lo que yo hubiera preferido. En ese intervalo de tiempo hasta que acechó la noche, el único que pasó por casa fue Owen quién vino a cambiarse y luego volvió a marcharse. Nadie más vino y eso me preocupaba. Ariel tampoco hizo acto de presencia pero era de suponer ya que estaría por ahí jugando con sus amiguitos o más bien metiéndose en problemas como lo hacía yo cuando tenía su edad. Aún así, me sentí sola menos en el momento que ayudé a Owen a vestirse, por las demás horas me quedé sentada en esa hamaca constantemente pensando sobre porqué mis padres no vinieron a verme una vez tuve la corona en mi cabeza. No paré de pensar en aquello hasta que la campana  sonó y en ella, la alarma de reunión hizo que cada bello de mi cuerpo se erizara. Había llegado la hora de adentrarse en el maravilloso rito que iba a cambiarme la vida.

Cuando salí, encontré a Owen apoyado en el tronco con los brazos cruzados y sosteniendo su flauta de pan. Me sonrió al verme pero su ceño se frunció al ver qué tan solo salía yo, así que con la cabeza negué y pude descifrar su preocupación en sus ojos, al igual que los míos. Aquello no era normal en ellos, ya que por lo que sabía, los años anteriores, Owen y mis padres siempre se iban juntos pero esta vez tan solo estaba presente mi hermano. 

Owen pareció darse cuenta de mi desilusión y con el brazo me rodeó los hombros arrimándome más a él y eso me hizo sentir mejor. Era mi hermano mayor, con el que compartía muchos recuerdos e historias que nunca podré desvelar ya que eran un secreto que no debía ser conocido, a menos de que quisiéramos morir. Así es como empezamos a caminar por los puentes de madera viendo cómo los demás adultos del poblado hacían lo mismo, todos sonriendo y disfrutando de la compañía. No pude reprimir una sonrisa mientras observaba a todo el mundo con felicidad y las luciérnagas parecían estar acompañándonos en nuestro trayecto hasta la Media Luna. La naturaleza sabía perfectamente que este era un día muy especial tanto para ellos como para nosotros, los habitantes del bosque. Esta noche, la naturaleza y nuestra luz interior se uniría para poder transmitir nuestras ofrendas a los dioses que nos verían desde los cielos, la Diosa Madre y el Dios Celeste estarían orgullosos y contentos por recibir nuestra gratitud hacia ellos y yo estaría más que feliz por formar parte de esta importantísima tradición.

En cualquier caso, no estaba disfrutando de ese momento, había algo que me impedía hacerlo y era ese sentimiento de preocupación y de nerviosismo. ¿Dónde estaban mis padres? ¿Porqué no habían venido a nuestro encuentro? Muchas preguntas se formulaban en mi mente pero no dejé que ninguna de ellas llegara a apoderarse de mi cabeza, no quería que todos esos sentimientos se quedaran grabados en la noche más importante de mi vida. Así pues, dejé que mis pensamientos fluyeran y que mis ojos se centraran en la persona que nos estaba esperando en el suelo. Esos ojos, esos malditos ojos, se centraron tanto en mi que me quedé estupefacta al verlo. 

Bajé cuidadosamente la escalera de madera pegada a ese enorme árbol, ya que al llevar vestido era realmente incómodo pero vi a medida que bajaba, cómo ese hombre apartó la mirada y me sonrojé al conocer el motivo. ¿Porqué era tan bueno? Si seguía actuando de esa forma, no podré seguir odiándolo.

Aún así cuando bajé después de que mi hermano ya se hubiera puesto al lado de Neith, lo examiné con la mirada y tenía toda la razón, puede que me quedara más embobado de lo que se quedó él cuando me vio vestida pero la verdad era, que estaba realmente guapo con esa túnica corta que le tapaba medio torso y que en la parte inferior caía como una falda que se situaba por encima de las rodillas y con un cinturón que era más bien una de las cuerdas doradas que se creaban especialmente para este tipo de ritos.  Sus pinturas en su pecho bien delimitadas y su cara, apenas pintada, tan solo alrededor de su ojo izquierdo, su ojo de caza y puntería. Y por último, esa corona de hojas de alce que hacía que su pelo rubio brillara más de lo que hacía. Simplemente me quedé sin palabras.

–Xylia, ¿ te has quedado muda? –preguntó Neith con esa diversión que se divisaba en esos ojos brillantes.

Respiré profundamente para calmar los latidos de mi corazón, antes de poder dirigirme a él si no quería sonar como una completa estúpida. 

–Estás guapo y no, no me he quedado muda –dije con seguridad aunque notaba como mi robaba estaba totalmente roja.

–Owen, ¿has escuchado eso? –dijo dirigiéndose hacia mi hermano con una sonrisa– La pequeña Xylia por fin ha admitido que estoy guapo.

Mi hermano soltó una carcajada mientras que Neith sonrió como si hubiera ganado una competición y no pude reprimir sonreír. Ese hombre estaba haciendo todo aquello porque le había dicho que estaba guapo, no sé que hubiera hecho si tiempo atrás le hubiera contado que me gustaba. Es probable que se lo hubiera dicho a todo el poblado con tan solo mostrar lo orgullosos que estaba. 

Entonces me acerqué más a él invadiendo su terreno personal y noté como esos ojos volvieron a profundizar más en mí. 

–Porque te haya dicho que estás guapo, no significa que lo seas.

Pude escuchar como Owen jadeó al escuchar mi sincera y divertida confesión. No quería que se le subiera a la cabeza que por el mero hecho que ahora se viera como un dios, no significaba que lo fuera.

–Si quieres seguir engañándote a ti misma allá tú pero para la próxima vez, yo mismo te cerraré la boca para que no te entre ningún bicho.

Lo miré nerviosa pero cuando agachó su rostro y susurró esas palabras en mi oído, pude notar como todo mi cuerpo se calentaba.

–Y no quieras saber cómo, Xylia.

Su susurro fue tan penetrante que cuando se apartó de mí para empezar a caminar junto a mi hermano, me quedé petrificada al no querer aceptar la doble intención de sus palabras. Esperaba que tan solo estuviera jugando conmigo conforme lo hacía todos los día y que no se estuviera refiriendo a lo que mi mente estaba imaginando y sí, a cerrarme la boca con un beso. 

Tuve que sacudirme la cabeza un poco para poder quitar de mi cabeza a todos aquellos sentimientos que había conseguido aciberarme de aquel malestar producido por no tener la presencia de mis padres. Pero ahora no sabía si podría seguir con detalle y seriedad el ritual sin volver a pensar las palabras que me había dedicado el idiota del mejor amigo de mi hermano.

Sin pensarlo avancé tras ellos con nerviosismo y con diversión hacia el lugar donde se albergaba el mayor ritual del año y pude decir, que era la celebración más bonita que había visto en mi vida. Ganaba a las demás celebraciones que habían cuando eran los solsticios y los equinoccios ya que, ese lugar estaba decorado cn cariño y con ayuda de la naturaleza. Alcé mis ojos para ver mejor las luciérnagas que se formaban por encima de nuestras cabezas como si fueran estrellas danzantes y pequeñas que nos guiaban hasta el lugar de la celebración. Vi las espaldas de Owen y de Neith, la de este último más musculada que la de mi hermano pero ambos con la misma estatura, hacían que ir detrás de ellos, me dieran más confianza para vivir ese momento del cual se grabaría en mi cabeza como un recuerdo atesorada del que nunca querría librarme. 

La gente pasaba por nuestro lado, todos felices al igual que yo, que ya empezaba a olvidarme de la preocupación que había dejado atrás gracias al ingenio de Neith. Hoy no me cernería con él como siempre hacía, lo habíamos prometido y aunque nuestra conversación hubiera podido considerarse como una bastante provocativa, esperé que a lo largo de la noche siguiera actuando de la misma forma.

Caminamos después de varios minutos hasta que llegué a escuchar el crepitar de las llamas y el murmuro de la gente, habíamos llegado por fin al tan famoso lugar. La Media Luna empezaba a llenarse y las gradas de piedra empezaban a desaparecer tras la gente que se acumulaba encima de ella. En la parte de abajo donde se situaba la pequeña orquesta de músicos donde debía de marcharse mi hermano, ya estaba la Sabia Anciana junto a dos sacerdotes y dos sacerdotisas delante de la gran hoguera que si uno quería, podía quedarse totalmente anonadado viendo el crepitar de las llamas y eso es lo que me pasó a mi cuando noté como alguien me sacudía.

–Xylia –esa fue la voz de advertencia de mi querido hermano a quién tuvo que mirar y pestañear varias veces para volver a la realidad.

–¿Qué pasa? –pregunté yo con desconocimiento mientras notaba como Neith reprimía una sonrisa lo que hizo querer pegarle un puñetazo.

Mi hermano exhaló un suspiro y volvió a mirarme sin dejar de apoyar su mano en mi hombro.

–Es hora de que me vaya y cómo ni papá ni mamá  están aquí, irás con Neith, él se encargará de todo.

Abrí mis ojos con sorpresa. No, no podía dejarme con él, no después de lo que me dijo. 

–No puedes hacer eso, Owen.

Neith empezó a reírse y tuve que controlarme mucho pero a pesar de eso, vi cómo mi hermano sonrió con serenidad mientras me sostenía la mirada.

–Sé que lo vas a hacer muy bien Xylia y mientras bailes, recuerda que te estaremos viendo, ¿vale?

Asentí levemente mientras le mostraba esos ojos brillantes que se me ponían siempre cuando había que hacer algo realmente importante.

–Además, sabes que Neith no muerde, así que no te preocupes mucho por su presencia.

–Eh! –profirió indignado Neith que miraba con el ceño fruncido a Owen y por esa simple acción, sonreí al ver lo contenta que estaba por estar allí con ellos. 

Fue hora de que mi hermano se marchara pero no sin antes despedirse de nosotros, a mi me dio un beso en la mejilla y a Neith le dio un apretón de manos. Lo vimos marcharse hasta que quedamos Neith y yo, cara a cara. La gente ya estaba tomando asiento y si no queríamos tardar, debíamos de sentarnos ya. Pero cuando agaché la mirada y ví la mano que me tendía Neith, no pude evitar sonreír.

–¿Vamos?

Asentí tomándole la mano y dejé que me guiara por aquel lugar desconocido y esperaba que también me cuidara y me aconseja durante toda la noche. Y aunque no quisiera admitirlo, realmente me hacía mucha falta la presencia de mis padres, me faltaba ese coraje que tan solo ellos podían darme ya que sabía perfectamente qué tanto el que recibiera por parte de Owen y Neith, no llegaría a ser suficiente. Los busqué con la mirada y en vez de encontrarlos, encontré miradas y murmuraos sobre nosotros y sobre nuestras acciones. Era verdad, que en todo el poblado se nos conocía por odiarnos y provocarnos continuamente desde que éramos unos niños, así que podía ser realmente sorprendente vernos de esa manera. 

No estaba incómoda en absoluto, era todo lo contrario me sentía mejor saber que Neith iba a guiarme por allí y por ese ritual aunque esas palabras se repitieran en mi cabeza, reprimí una sonrisa divertida. Si nos viera de esa forma Shandor, no sabía si se alegraría por no vernos discutir o si se molestaría por vernos tan cariñosos en un día tan sagrado. Me encantaría ver su cara pero cuando percibí que nos adentramos en una de las gradas bajando unas cuantas escaleras de piedra, me avergoncé por notar como la gente nos miraba. Bajé mi mirada y la clavé en su espalda, era la primera vez que asistía a este ritual y notar como la gente mayor se sorprendía por ver a las nuevas generaciones o más bien, saber quiénes serían los primeros bailarines en salir a bailar, hacía que mi respiración se entrecortara por el nerviosismo.

Había ensayo junto a mi hermano todos los días la danza que debíamos que bailar y aunque ahora ya me sabía con certeza los pasos, no era muy buena bailarina y tampoco quería que ninguno de los asistentes se riera de mi o se burlaran de mi pero cuando noté como Neith tiró con más fuerza de mí haciendo que me chocara con su torso en el lugar donde nos sentaríamos. Tragué nerviosa y me separé de él mientras veía como él dejaba soltar esa perfecta sonrisa que había maldecido múltiples veces, dejé que todas aquellas reflexiones desaparecieran y simplemente tomé asiento junto a él, ansiosa por ver como la Sabia Anciana daba comienzo a la Danza de la Luz.

Continuă lectura

O să-ți placă și

5.5M 8.1K 1
LIBRO 1 DE LA SAGA AMORES AZUCARADOS «SUGAR DADDY: Hombre mayor que entrega dinero o regalos a otra persona a cambio de compañía y afecto, en el que...
13.7K 510 31
Huí de mi pasado y de mi yo antigua creando una nueva imagen de lo que alguna vez fue Feriha. Ahora yo volveré y todos sabrán lo equivocados que esta...
10.6K 542 12
[Historia corta] ✓ -Terminada. Un deseo prohibido. La habitación prohibida. Ellos se desean desde hace mucho. Pero no pueden decirlo. El es el mejor...
827 104 6
Al tomar una mala elección en su vida, Rigel tendrá que afrontar las consecuencias de sus palabras llevándolo así al dolor y miedo de perderlo. Noah...