Falsas melodías

lavaranda tarafından

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«No necesitas tener el corazón roto para sentir que desde hace mucho ya no late.» Conway Taylor es el cantaut... Daha Fazla

♫| SINOPSIS |♫
♫| NOTA + PERSONAJES |♫
♫| INTRODUCCIÓN |♫
1
♫| CAPÍTULO 01 |♫
♫| CAPÍTULO 02 |♫
♫| CAPÍTULO 03 |♫
♫| CAPÍTULO 04 |♫
♫| CAPÍTULO 05 |♫
♫| CAPÍTULO 06 |♫
♫| CAPÍTULO 07 |♫
♫| CAPÍTULO 08 |♫
♫| CAPÍTULO 09 |♫
♫| CAPÍTULO 10 |♫
2
♫| CAPÍTULO 11 |♫
♫| CAPÍTULO 12 |♫
♫| CAPÍTULO 13 |♫
♫| CAPÍTULO 14 |♫
♫| CAPÍTULO 15 |♫
♫| CAPÍTULO 16 |♫
♫| CAPÍTULO 17 |♫
♫| CAPÍTULO 18 |♫
♫| CAPÍTULO 19 |♫
♫| CAPÍTULO 20 |♫
3
♫| CAPÍTULO 21 |♫
♫| CAPÍTULO 22 |♫
♫| CAPÍTULO 23 |♫
♫| CAPÍTULO 24 |♫
♫| CAPÍTULO 25 |♫
♫| CAPÍTULO 26 |♫
♫| CAPÍTULO 27 |♫
♫| CAPÍTULO 28 |♫
♫| CAPÍTULO 29 |♫ - PARTE I
♫| CAPÍTULO 29 |♫ - PARTE II
♫| CAPÍTULO 30 |♫
♫| AGRADECIMIENTOS |♫

♫| EPÍLOGO |♫

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lavaranda tarafından

CONWAY

FALSAS MELODÍAS

Una de mis metas como artista siempre había sido transmitir lo que sentía con mis canciones. Pero siempre que pensaba en eso me imaginaba a mí enamorado o feliz; no con el corazón roto.

La gente solía decir que las mejores canciones se escribían así, y no iba a negar que en parte tenían razón.

Mi cabeza estaba hecha un desastre por todas las melodías y combinaciones de acordes se me ocurrían constantemente. Y letras. En especial letras.

Letras que reflejaban todo lo que tenía atorado y lo que quería decirle a Sienna. Todo lo que no había podido decirle porque ella simplemente no había aparecido.

La gira por Italia había sido una completa tortura porque todo lo que veía me recordaba a ella y a nuestros planes rotos, lo que me dificultó la tarea de olvidarla. O de intentarlo siquiera.

Los primeros días me la había pasado al pendiente de las noticias con la esperanza de ver en los encabezados la noticia de algún accidente de algún tipo. Sonaba horrible, pero eso al menos me daba una respuesta a por qué Sienna no había llegado. Eso es lo que pasaba en las películas, no sería tan descabellado que sucediera en la vida real también.

Pero en el fondo sabía que solo me estaba engañando a mí mismo.

No tenía idea de cómo me las había arreglado para dar todo los conciertos. En especial los que tenía que dar en las ciudades que me recordaban a su nombre. A mi primer álbum le había puesto Vienna en un homenaje a ella. Y mi estupidez me pasó factura cuando me tuve que parar a cantar en el auditorio de esa ciudad.

Y si dar ese show había sido difícil, el concierto en Siena fue incluso peor.

No pude cantar Hearts aren't the only things that get broken porque la voz se me quebró a la mitad del primer estribillo de tan solo recordar de quién trataba la canción. Si bien ninguno de mis fans sabía por lo que estaba pasando, sentí todo su apoyo cuando ellos se pusieron a cantarla en mi lugar.

Hubo muchas especulaciones a partir del suceso, y tuve que ir a muchas entrevistas para aclararlo. En todas y cada una de ellas sonreí como si nada sucediera y todo estuviera bien.

Me había dado cuenta de que por tener el corazón roto el mundo no se detenía.

Pero al menos te llenaba de inspiración.

Con todos los sentimientos que desbordaba había logrado escribir ya casi un álbum entero. Aún no estaba terminado, pero estaba seguro de que eventualmente vería la luz del día.

Después de que se me hubiera pasado el episodio depresivo y pudiera juzgar todo lo que había escrito con parcialidad. No quería que todas las canciones terminaran siendo patéticas.

En ese momento me encontraba en el avión de regreso. Después de largos meses de gira por Italia, por fin iba a mi casa. Y no a mi vacío apartamento en la ciudad, sino a mi verdadera casa.

Había decidido tomarme un tiempo de todo para darle los últimos toques al nuevo álbum para después olvidarme de toda la industria musical por un par de meses. Y no había un lugar mejor para hacer eso que donde todo había comenzado: en casa de mis padres.

Era un pueblo alejado de todo y sentía que ahí al fin podría tener un respiro.

Rasgué las cuerdas de mi guitarra, tratando de bloquear todos mis pensamientos y buscando crear algo nuevo mientras tenía los ojos cerrados. Detuve el movimiento y volví a abrirlos para inclinarme un poco y hacer algunas anotaciones en la libreta frente a mí.

El silencio reinaba en la cabina trasera del avión privado.

Jonah estaba unos asientos a mi derecha, tecleando algo en su ordenador y Brad se encontraba algunos metros atrás con los audífonos puestos, durmiendo.

La verdad era que a ellos dos tenía que agradecerles. Me habían dado mi espacio y en ningún momento habían mencionado lo que había ocurrido en el aeropuerto. A parte de que cuando le había dicho a Jonah que me quería tomar un descanso, lo entendió a la perfección y me dijo que estaba bien.

Pero ese era el problema, nada lo estaba realmente.

Una idea se la había pasado rondando por mi cabeza ya varios días para cerrar el ciclo de Sinna. Pero al final siempre terminaba acobardándome.

Le di un vistazo a mi alrededor y me di cuenta de que tanto Brad como Jonah parecían estar pendientes en sus asuntos y no en mí, por lo que me pareció un buen momento.

Es ahora o nunca, me dije a mí mismo después de soltar un suspiro, inflándome de valor.

Mis dedos comenzaron a moverse por las cuerdas de la guitarra antes de que fuera del todo consciente de que lo estaban haciendo. Desconecté mi mente de todo lo que estaba a mi alrededor y me enfoqué solo en eso.

Mi historia con Sienna había comenzado hace varios años en un parque de diversiones. Fue ella la que me inspiró a escribir la canción que me llevó a cumplir mi sueño. Falsas melodías había sido la forma en la que había descubierto que sentía algo por ella.

Representaba todos los sueños y esperanzas en el amor que un adolescente tenía en una chica que vagamente había conocido. Una chica que después de un tiempo esperé nunca volver a ver.

Y la única forma correcta que se me ocurrió para cerrar las heridas fue escribir una nueva versión de la canción que lo había inspirado todo.

Una nueva versión en la que destrozaba por completo las expectativas que me había creado cuando la había vuelto a ver.

Era la misma melodía, pero más lenta. Y si la gente decía que la canción original estaba cargada de sentimiento, esta lo estaba aún más.

Mis dedos se movían sin piedad por la guitarra, y hubiera sido mejor si hubiera usado una púa, pero estaba tan metido que ni siquiera sentía dolor.

Al menos no físico.

Las palabras empezaron a salir de mi boca, haciéndole compañía a la suave melodía. No tenía una letra escrita, pero todas las oraciones y cosas que tenía atoradas parecieron salir en ese mismo momento.

Por fin podía volver a sentir la música fluyendo por mis venas.

Pensé en ese momento en el que le había dicho que la amaba y ella solo había sonreído, pero no había contestado nada de regreso.

Había tomado ese gesto como una respuesta, pero tal vez durante este tiempo solo había estado viendo cosas donde no había nada en realidad.

En todas esas ocasiones en las que parecía que yo era la única persona a la que en realidad le importaba a dónde íbamos.

En esos momentos en los que le preguntaba qué era lo que sentía por mí y ella solo negaba con la cabeza y se rehusaba a contestarme mientras me distraía con un beso.

Pero también pensé en esa vez que le había declarado todo lo que sentía en las escaleras del hotel.

En esa vez que nos limitamos a ver el techo porque había una horda de fans afuera del edificio y estábamos encerrados, simplemente disfrutando de la compañía del otro.

En esa noche después de los premios en mi apartamento, cuando me sentí más cerca de ella que nunca.

Y cuando menos sentí, una lágrima ya se había deslizado por mi mejilla.

La ignoré y continué con lo mío.

Podía sentir mi garganta cerrándose y como mi voz se entrecortaba cada vez más seguido. Pero a ese punto ya no me importaba nada. Ni que tanto ruido estuviera haciendo, o si las miradas de Brad o Jonah estaban sobre mí. Solo quería desahogarme.

Llegué a la parte final de la improvisada canción y canté el estribillo.

«Dime que me amas

aunque sean puras mentiras.

Dime que me amas

aunque solo sean falsas melodías»

Rasgué la guitarra por última vez y me quedé viendo las nubes por una de las ventanillas del avión. Me llevé una mano a la mejilla y me limpié el rastro de lágrimas. Traté de peinar mi cabello para parecer un poco menos alterado también.

No levanté la mirada por miedo, pero podía sentir tanto los ojos de Brad como los de Jonah sobre mí. Los ignoré y actué como si nada hubiera pasado durante el resto del vuelo.

Jonah se acercó a mí después de aterrizar, cuando bajaba por las escaleras del avión y puso su mano sobre mi hombro.

—¿Todo bien, Lory?

Asentí con la cabeza y le dije que no se preocupara. Sabía que él no se había creído del todo mi respuesta, pero no hizo más preguntas.

Me puse los lentes de sol y cubrí mi cabeza con la capucha de mi sudadera para no llamar la atención mientras caminaba por el aeropuerto en dirección a la salida.

No esperaba estar de regreso en mi pueblo natal tan pronto y a pesar de que era un lugar en el que disfrutaba estar, un sentimiento agrio se asentó en mi pecho al saber la razón por la que estaba aquí esta vez.

Me detuve al llegar al estacionamiento y me di la vuelta para despedirme de Jonah. Calculaba que me quedaría aquí por uno o dos meses, y estando alejado de todos, yo no tendría como tal una carrera que él pudiera manejar.

Así que él regresaría a la ciudad y yo me quedaría el tiempo necesario.

Él había insistido en que Brad se quedara conmigo por si surgía cualquier cosa. Al principio no había estado muy entusiasmado con la idea, pero Jonah me había hecho saber que no era algo negociable.

Nos miramos a los ojos por unos segundos sin saber qué hacer. Él fue el que tomó el primer paso y me rodeó con sus brazos.

Al principio me tomó por sorpresa y sentí como todo mi cuerpo se tensaba, pero me relajé al darme cuenta lo mucho que había necesitado ese abrazo. Había evitado el contacto físico con todos después de lo que había pasado porque ningún toque se sentía como el de ella. Mis ojos volvieron a aguarse y dejé la armadura caer.

—Cuídate —más que una sugerencia, sonó como una orden—. Tómate el tiempo que necesites, ¿está bien?

Me miró a los ojos, esperando una respuesta de mi parte.

Me sorbí la nariz y asentí con la cabeza.

—Quiero palabras, Taylor.

—Está bien, Jonah.

Él asintió con la cabeza y me dio un ligero golpe en el brazo.

—Recuerda que eres grande, y no tengo ninguna duda de que dominarás los escenarios cuando regreses.

Le di una última sonrisa y asentí con la cabeza. Jonah hizo lo mismo y con un movimiento de su mano le ordenó a Brad que se acercara, quien se encontraba a pocos metros de nosotros, tratando de darnos un poco de privacidad.

—Nos vemos después —le dije antes de darle un último abrazo.

Él sonrió.

—Por supuesto.

Seguí a Brad hacia la camioneta y me subí en el asiento trasero mientras él preparaba todo para irnos.

—¿A dónde vamos, señor Taylor?

Le di la dirección de la casa de mis padres a Brad y él condujo en silencio hasta ahí.

Hubo un momento en el que me preguntó si podía prender la radio y yo le dije que sí.

La melodía de una de mis canciones comenzó a sonar y Brad se apresuró a cambiar de estación antes de que mi voz inundara el lugar.

Cerré mis ojos y desvié la mirada hacia la ventana para despejar mi mente.

Era consciente de que con solo cantar una canción de despedida no me olvidaría de Sienna, pero suponía que era un paso para comenzar a hacerlo.

Y ahora tenía que intentar dejar de pensar en ella.

Ni siquiera me di cuenta de en qué momento me había quedado dormido, pero Brad me despertó algún tiempo después cuando estábamos llegando a mi casa.

Sin que Jonah se enterara, le había reservado a Brad una habitación en un hotel a algunos cuantos kilómetros de mi casa. Sí, sabía que tenía que tener a alguien cerca que cuidara de mí, pero no quería que se pegara a mí como una sanguijuela.

Solo dormiría ahí. Cada día en la mañana iría a visitarme a ver cómo iban las cosas y regresaría al hotel en las noches.

Se detuvo frente a la puerta de mi casa y me di unos segundos para mirarla con añoranza. Bajé del auto y Brad bajó mi equipaje. Me lo dio y me miró por unos cuantos segundos.

—Gracias, Brad —dije con sinceridad.

Él no dijo nada por unos segundos pero después asintió con la cabeza.

—Nos vemos mañana, señor Taylor —se despidió mientras subía de nuevo al asiento del conductor.

—Hasta mañana, Brad.

Solté un suspiro y me di la vuelta para encaminar mis pasos a la entrada. Fruncí mi ceño al ver la silueta de mi madre parada en el porche, dándome la espalda.

Les había dicho a mis padres que vendría, pero no les había dado una fecha específica. A parte de que ella no era de ir a recibir a las personas. A ella le gustaba dejarse sorprender.

Apresuré mis pasos para llegar más rápido y cada vez que me acercaba más, me daba cuenta de que no era quien yo creía que era.

Y cuando por fin logré reconocerla, sentí que la respiración me fallaba.

Subí los escalones de mi casa y dejé mis maletas caer al suelo.

Ella me dio una sonrisa temblorosa pero ni aunque lo hubiera intentado hubiera sido capaz de devolvérsela. Podía sentir como mi cerebro dejaba de funcionar.

Abrió su boca para decir algo, pero con una mezcla de ilusión y cansancio la interrumpí.

—¿Qué haces aquí, Sienna?

FIN

──── ────

*huye*

Nos leemos en los agradecimientos 

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