En el bosque

Galing kay LauraLafn

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¿Quién diría que caminar sin rumbo te cambiaría la vida por completo? Martina decide hacerlo con tal de retra... Higit pa

Capítulo 1
Capítulo2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20

Capítulo 4

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Galing kay LauraLafn

Dejè mis cosas sobre la cama color blanco, técnicamente lo único que tenìa era mi mochila del colegio, tomè uno de los cambios de ropa, me decidì por un vestido largo hasta las rodillas con unos calcetines del mismo color (el único que existìa en ese lugar) y me fui al baño, era blanco al igual que todo en la casa, habìa una repisa con toallas y varias batas de baño colgadas tras la puerta.Me duchè y me cambiè, pero la sensaciòn fue diferente a la de mi casa, esta vez no tenìa prisa y estaba relajada al volver a la habitaciòn, sabìa que ese lugar no era mi hogar, nunca habìa estado ahì, pero por alguna extraña razòn sentì que ya habìa estado aquí antes.

Estaba cansada, asì que antes de irme a dormir saquè mi billetera de mi mochila y saquè la foto, nunca me voy a dormir sin verla, en ella estaba mi amiga Marta, con su cabello rubio largo con un broche color celeste y un vestido blanco igual al que estaba usando ahora y luego estaba yo, peinada con dos trenzas y un vestido azul, ambas en esa foto tenìamos siete años. Esa fue la última foto que nos tomamos juntas, ahora que lo pienso, Marta y Sindy se parecen, incluso tiene el mismo nombre con el que le gustaba que la llamaran, nunca le gustó mucho su verdadero nombre.

Al dìa siguiente bajè a la cocina, la Reina Blanca estaba cocinando, cuando me vio, amablemente me invitò a sentarme, luego me sirviò un plato de huevos revueltos con jamòn, dos rebanadas de pan tostado con mantequilla, pastel de manzana y una taza chocolate caliente. Miré el pastel de manzana con nostalgia, era el favorito de Sindy (Marta). La voz de la Reina me sacò de mis pensamientos:

-Martina, ¿te sientes bien?-

La mirè y con una sonrisa respondì

-Si, estoy bien, sòlo algo nerviosa por todo lo de ayer-

Ella me sonriò, puso una de sus manos en mi hombro y con ese tono amable y compasivo de siempre dijo:

-Esta bien, tranquila, no vamos a presionarte, de todas formas el hecho de que estés aquì ya es un milagro y creème, no existen muchos en estos tiempos-

-No sé mucho de profecìas pero esa guerrera de cabellera negra podría ser cualquiera, incluso podrìa ser que aùn no llega, hay muchas personas con el pelo negro, es muy comùn.- mi tono sonaba nervioso e inseguro

-Querida, te entiendo, supongo que temes no ser la persona que buscamos-

Asentì con la cabeza, ella me sonriò nuevamente y continuò:

-Sè lo que se siente, cuando mi padre me pidiò ser quien gobernara el reino, estaba asustada, no sabìa si podrìa hacerlo bien, hubo momentos en los que creì que era la persona equivocada para el puesto, pero entonces, mi madre que en paz descanse, me dijo que antes de casarse con mi padre, ella era una campesina del reino de las violetas, trabajaba en una panaderìa y no sabìa mucho sobre el reino, mucho menos cómo gobernarlo. Pero un dìa tuvo que trabajar para el rey y salvó a mi abuela ( la reina de ese momento) de ahogarse con un trozo de carne. Después mis padres se conocieron y se enamoraron, al poco tiempo de que mi padre fue nombrado rey, le propuso matrimonio a mi madre, al principio dijo que sí, pero despuès comprendiò que eso la volverìa la reina de todo el bosque y sus pueblos, eso la asustò. En ese momento mi abuela le dijo que para poder gobernar sòlo debes confiar en ti misma y en tus decisiones, que para ser la reina sòlo debes ser una persona justa, bondadosa y convencerte de que ya lo eres y que seràs la mejor gobernante que el mundo haya visto.-

- Pero...eso es diferente, usted es la hija del rey anterior, era lògico que usted o su hermana estaban destinadas a gobernar, pero en mi caso no sè si serà suficiente-

Terminè de desayunar y en ese momento entrò Sindy, la Reina blanca la reciviò con una sonrisa y dijo:

-Buenos dìas dormilona, hice huevos revueltos y tu favorito pastel de manzana-

La pequeña saltò de alegrìa diciendo en voz alta casi a gritos:

-¡Si! ¡pastel de manzana mi favorito!-

Me reì por un momento, era una niña muy tierna, ya habìa olvidado cómo se emocionan los niños a esa edad, tambièn sentì un poco de envidia hacia ella, por tener ese privilegio de emocionarse por las cosas màs simples, por aùn estar en esa etapa de la vida en la que sòlo debes preocuparte en jugar y que hay para comer. Esa etapa en donde la inocencia recorre cada parte de tu cuerpo.

Acompañé a Sindy mientras devoraba con entusiasmo su pastel de manzana, cuando terminò me lavè los dientes y còmo mi ropa aùn estaba sucia, me quedè con el vestido y me puse un suéter de lana. Observé los otros tres cambios de ropa y todos, incluyendo el que traìa puesto eran de mi talla, fue algo extraño, supuse que tal vez era coincidencia.

Salì de la habitaciòn en la que estaba y comenzè a recorrer el castillo, habìa muchas habitaciones, cuatro pisos, en el segundo, donde estaba mi habitaciòn, habìa una puerta al final del pasillo con el nombre de Sindy, me pareciò extraño, ¿ella vive aquì? , era una posibilidad, tal vez es hija de la reina o simplemente la considera parte de la familia como Marta lo era para mis padres y para mì. No me atrevì a subir al ùltimo piso, ese era el lugar de la reina y no querìa irrumpir en su espacio, eso serìa aprovecharse demasiado de su amabilidad. El patio, si es que puede llamarse así, era enorme, casi como un bosque privado. Habìa muchos guardias armados por todas las entradas, dejando de lado eso, el lugar era hermoso, arbustos enormes con flores de todo tipo, una casa del árbol de madera pero pintada de blanco con muchas decoraciones color rosado, varias bancas de mármol y una fuente hecha de este mismo material. De pronto sentí una especie de deja vù, como si ya conociera este lugar, pero eso es imposible, obviamente recordarìa haber estado aquì. No se porque tengo este tipo de sensaciones desde que llegué, seguramente no es nada.

De pronto, Sindy vino corriendo hacia mi:

-Aquì estàs, ¿y qué te parece el castillo?- su voz era amable y tierna.

-Es muy hermoso y tranquilo- Sonreì mientras miraba alrededor y luego a la pequeña- ¿y tù de donde vienes?-

-De mi casa del àrbol- Señalò hacia la direcciòn en la que venía.

-¿Esa casa es tuya?- preguntè asombrada

Sindy asintiò con la cabeza y sonriò, de pronto supe a quien me recordaban esa sonrisa y esa voz, a Marta, sentì algo de nostalgia al darme cuenta de eso, pero obviamente es algo imposible de que sea ella, de ser asì, ella tendrìa la misma edad que yo.

Ambas entramos nuevamente al castillo, fuimos a la cocina y la reina ya estaba ahí preparando algo para comer.

-Preparè galletas- Sonriò amablemente

-Gracias, su majestad- respondimos a coro

-De nada, es una pequeña merienda antes de la cena-

No se si es la sonrisa o la amabilidad de esta mujer la que me hace confiar en ella, por alguna razòn sentìa que podía confiar en la reina Blanca y que este lugar era el màs acogedor en el que he estado en mucho tiempo.

Después de la merienda, Sindy fue a jugar a su habitaciòn y yo ayudè a la reina a preparar la cena. Estábamos cocinando pollo en salsa Barbacoa con papas fritas y una mayonesa casera, mi plato favorito desde los seis años excepto por la mayonesa casera, nunca la he probado, hace mucho tiempo que no comía este plato en específico.

Mientras cocinabamos ella hablò primero:

-Que linda tu pulsera- señalò mi muñeca izquierda- ¿La tienes hace mucho tiempo?-

-Si- respondì amablemente pero con un toque de melancolìa- la tengo hace un par de años

Es una pulsera rosada que compré hace mucho

-¿Se puede saber quien te la regaló?-

-Nadie, yo la comprè -

-No sabìa que te gusta el rosado-

-Bueno, de hecho no, prefiero màs el azul-

-Supongo que tu amiga te lo recomendò-

-No...ella desapareció hace mucho tiempo...- pude sentir mi voz apagándose mientras lo decía, ya no podía ni siquiera fingir una sonrisa, nunca había dicho esas palabras en voz alta.

-Oh.... lo siento- respondiò con dulzura y làstima- ¿puedo preguntar còmo pasò?-

-Bueno... ni siquiera sè còmo pasò... - mi voz comenzaba a entrecortarse- de repente estábamos jugando en el parque cerca de casa... luego ya no estaba- respirè hondo para no llorar, debìa contener las làgrimas, pero cada vez que lo menciono no puedo evitarlo.

-Lo siento mucho- su voz sonaba compasiva y sincera, lo sè por que con los años me volvì experta en detectar cuando alguien de verdad lo siente y cuando sòlo lo dicen por educaciòn.

Respirè hondo y con una sonrisa forzada respondì:

-Esta bien, de todas formas tambièn tengo recuerdos buenos, còmo por ejemplo, muy pocas veces la llamè por su nombre real, a ella le gustaba mucho el nombre Sindy, asì que siempre la llamaba asì, de hecho Sindy me recuerda mucho a ella (refiriéndome a la niña con la que habìa llegado al castillo)-

La reina Blanca sonriò de la nada, pero no era una sonrisa malvada o malintencionada, era amable y algo tranquilizadora.

-Mañana iremos a los pueblos para que conozcas a su gente y depuès entrenes para la batalla que se aproxima, también, cuando estés lista conocerás el porqué estàs aquì- Su voz sonaba alegre y optimista.

Definitivamente mañana será un día largo.

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