Christopher no dice nada mientras caminan hacia los elevadores.

El ambiente da un inesperado giro en cuanto Christopher cierra la puerta de la suite del hotel, mete sus manos en los bolsillos de su pantalón de vestir. Frunce ligeramente el ceño. Lucero ha empezado a bajar la cremallera de su vestido, desliza la tela de este por su cuerpo hasta que cae al suelo. Finalmente, da un paso al frente para terminar de sacarlo de su cuerpo.

—Detente. — dice él con seriedad. —no va a ocurrir nada. —

—¿Qué...? Pero usted me ha comprado. —murmura con una expresión de confusión en el rostro.

—Solo quiero platicar contigo. —le hace saber mientras se agacha para tomar el vestido del suelo y se lo extiende a la joven.

Lucero se muerde ligeramente los labios y extiende la mano para tomar la prenda sin añadir una palabra.

Ambos vuelven a quedarse en silencio a la vez que ella pone nuevamente la prenda en su cuerpo.

—Nunca me había pasado algo similar... — murmura en voz baja, se sienta en la orilla de la cama y espera a que él haga lo mismo.

—Siempre hay una primera vez para todo. — responde con una pequeña sonrisa en el rostro. —Cuéntame, Lucero, ¿qué hace una muchachita como tú en un lugar así? ¿Cómo se supone que has llegado aquí? —
La pelinegra sonríe, mirando hacia el piso de la suite.

—Primero que todo, no me llamo Lucero. —dice, aun con la vista en el piso.

—¿No? —Christopher cuestiona confundido. —¿Pero no es así como te llamó la chica pelirroja la otra noche? —

—Si. —niega con la cabeza, volviéndolo a ver. —pero mi nombre no es Lucero...—se queda un minuto en silencio. —Lucero es como mi nombre artístico. —

—Oh. —Christopher se sonroja mientras ríe. —Entonces, ¿Cómo te llamas? Si se puede saber, sino no hay problema. —

La pelinegra sonríe, lamiendo sus labios lentamente.

—Haise. —dice en un susurro.

—¿Haise? —el castaño repite, probando el nombre. —me gusta ese nombre, eso único... como tú. —le regala una sonrisa.

—Pero regresando a como llegaste aquí, ¿Qué hace una chica como tu en estos círculos? —Christopher pregunta, sin discernimiento en su voz.

La pelinegra se remueve incómoda en su lugar y Christopher se da cuenta de inmediato que ese tema de conversación no le agrada, no quiere ni imaginarse por todo lo que ha tenido que pasar para encontrarse en esa situación. Él es rápido en empezar a hablar de otras cosas como lo eran sus gustos, hobbys, etc... Poco a poco ella se va soltando y terminan hablando por horas.

—El tráfico de personas es una mierda. —confiesa Haise haciendo una mueca, él la está escuchando atentamente y más al saber que ha mencionado ella el tema esta vez—. Tenía tan solo catorce años cuando inicié en esto... Los primeros cuatro años me enseñaron todas las posiciones que yo debía de emplear, me enseñaban también a ser productiva con mis manos y mi boca. —suelta una risa sarcástica mientras que niega con la cabeza, sus cabellos se movían al tiempo que realizaba la acción. —me hacían saber que las mujeres teníamos que hacer lo que los hombres nos ordenasen, nosotras bajo cualquier circunstancia tenemos que ser sumisas... Ya que solo servimos para saciar los deseos carnales. —

La cara de Christopher es un poema, de solo imaginárselo entra en cólera y le dan ganas de golpear a todos y cada uno de ellos. No puede creer que en pleno siglo XXI las personas siguieran pensando de esa forma y obligando a hacer cosas de este tipo.

—Lo peor vino después. —dice mientras que un suspiro se escapa de sus labios.

—¿A los dieciocho?

Ella asienta ligeramente ante su pregunta.

—Ahí fue cuando empecé en el trabajo... Cada noche con un hombre diferente, alguno de ellos era relativamente normal, pero otros tenían gustos bastante extraños. —

—¿Bastante extraños? —pregunta alzando una ceja, sabía que ciertas personas tenían fetiches o fantasías algo descabelladas.

—Me obligaban a hacer cosas que nunca antes había hecho y que ni siquiera me habían explicado, pero yo me limitaba a obedecer ya que de eso se trata mi oficio. —murmura bajando la mirada. —ni siquiera sé por qué estoy hablando en pasado cuando todo esto sigue sucediendo a día de hoy. —

Christopher nunca se ha visto a sí mismo tan pálido como se encontraba esa noche, las confesiones de la pelinegra lo han dejado helado.

Se promete una cosa a sí mismo, y esa es que sacaría a Haise de este infierno que la estaba matando día a día.

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⏰ Last updated: Nov 15, 2020 ⏰

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