Capítulo doce

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Él abrió el contrato con sus propias manos, al verlo Anastasia se lo arrebató, mirando la impecable firma de Axel W en la esquina inferior derecha. — Hijo de puta habías planeado esto de antemano, de verdad me compraste como a un objeto. —No podía creer la porquería que estaba leyendo. — Pues mira lo que hago con tu maldito contrato. — Lo rompió a la mitad, comenzando a desgarrarlo y lanzándolo al aire.

— Rómpelo tanto como quieras, ese solo lo cargo como el recordatorio de tu condena. Tengo otras diez copias en casa y el original está en manos de mis abogados.

— Voy a demandarte por chantaje.

— ¿Estás segura de querer irte por lo legal conmigo, Anastasia? — Imponente se paró frente a ella. — Tengo muchos contactos que con solo una pequeña cantidad de dinero te hundirán con todos los kilos encima, ¿De verdad quieres seguir poniendo resistencia? Entonces podríamos hacerte perder credibilidad con el hecho de que tienes un historial bastante... Particular, por mal comportamiento.

— ¿Tú cómo sabes eso? — Anastasia se quedó petrificada, apretando las manos en un tembloroso puño. — Te estoy preguntando ¡¿Cómo sabes eso?!

— Solo hay dos maneras de someter a alguien: Uno, muéstrales una cartera llena de billetes, o dos, utiliza sus más profundos secretos para doblegarlos a voluntad... Entonces, vuelvo a preguntarte ¿De verdad quieres llevarme la contraria?

Erick la miró temblando y palideciendo como hoja de papel, Anastasia odió el tono de voz arrogante que usó para dirigirse a ella.

— Eres un monstruo.

Él solo sonrió. — No hago nada más que exponer al mundo lo increíblemente codiciosos y egoístas que son los seres humanos, son capaces de arrastrarse en un nido lleno de víboras hambrientas si les prometes un poco de dinero, incluso lo harían solo para salvar su pellejo ¿No es eso lo que tú estás haciendo justo ahora? Entonces creo que soy más como un Súper héroe con la habilidad de desmentir fachadas.

— ¿Acaso te diviertes usando a las personas como tus marionetas? ¿Es eso? — Contratacó Anastasia.

— Por supuesto, el planeta entero es mi escenario favorito.

Fue todo lo que respondió.

* * *

Desde esa conversación que tuvo con Erick se percató de que la única persona que todo el tiempo había estado con la soga al cuello era ella, nadie más. Debajo de esa fachada de hombre elegante y culto con una sonrisa encantadora se escondía una bestia cuya alma huyó de su cuerpo hacía mucho tiempo atrás.

Erick nunca movía una pieza de su tablero sin analizar primero la jugada y el perfil de su oponente, usaba todo lo que tenía a disposición para voltear el juego y salir victorioso. Aún si para ello debía ensuciarse las manos.

Solo pensar en lo frío y calculador que era en realidad lograba estremecerla.

Seguía pensativa en lo que le había dicho, ahora que había un contrato legal no podía hacer nada tonto ni peligroso como huir, viendo la cara de hijo de puta que cargaba Erick estaba más que clara una cosa; Si escapaba podía darse por muerta.

— ¿Quieres un poco de vino, querida? — La pregunta la descolocó, haciendo que regresara a la realidad y sonriendo de la misma manera fingida en que Erick lo hacía desde el otro lado de la mesa en el restaurant mientras le servía la copa. — Has estado muy callada ¿Se puede saber en qué estás pensando?

Anastasia miró a los alrededores, las miradas se habían concentrado en ellos desde el momento en que pisaron el establecimiento, dando comienzo a la hora de la actuación. La única razón por la que estaba cenando con aquel hombre era para atraer la atención de los medios, quienes estaban amontonados en la parte de afuera del local, preguntándose quién es la hermosa mujer que acompañaba al miembro heredero de la familia Russo.

Esposa del CEODove le storie prendono vita. Scoprilo ora