Los secretos de la clase

Empecemos

Todos despertaron en un lugar desconocido para sus ojos, este era una habitación completamente oscura lo único que había era un candelabro el cual no daba mucha luz, (como cuando estás en un sueño y todo es oscuridad; y sin importar cuanta luz allá se ve oscuro) ellos se sentían perdidos.
Un altavoz en la esquina superior del cuarto sonó:

- Ustedes han sido elegidos para este divertido proyecto donde sólo algunos sobrevivirán, yo mataré uno por uno, a no ser que puedan decir quién soy yo, si lo logran podrán irse con vida esa es la primer opción de seguir en este mundo o la segunda opción es superar tres pruebas, una en cada ronda.

En ese instante se sintieron como ratones de laboratorio y la primer reacción a esto fue la de Julián quien se acostó en posición fetal y empezó a sudar frío.

- Bueno jóvenes, con esta información presente en sus mentes empecemos este experimento.

La niebla inundó aquella habitación, produciendo que todos entrarán en un sueño.

- Julián, Julián, Julián. Gritaba Miguel.

Julián despertó y vio que el estaba separado de todos sus compañeros, ellos estaban separados por una pared de cristal anti-balas.

- Julián siempre eres paranoico y todo lo ves peor de lo que se ve, difícilmente dices vulgaridades y eres muy exagerado. En está prueba hay tres palancas frente a ti, debes escoger dos de ellas y accionarlas, tras una de las tres hay un tigre hambriento. Se escuchó por el altavoz.

- ¿Qué es eso que huele como a una carnicería?

- Eso eres tu a quien bañe en diferentes tipos de carne, tus compañeros pueden ayudarte si así lo desean.

Nadie quiso meterse en la decisión de Julián.

- Ayuden me por favor. Suplicó Julián de rodillas.

- Julián, si no escoges rápido abriré la que yo quiera.

Julián fue y abrió la palanca izquierda y al abrirse salió bruscamente de allí el tigre, él chico se asustó tanto que corrió hacia la pared de vidrio, pero el animal lo alcanzó; le dañó la camisa en la espalda, luego lo mordió en el cuello y poco a poco Julián fue muriendo, lo último que alcanzó a decir fue un grito de desesperación. Los chicos se asustaron demasiado.

- Juliansito, siempre me harás falta. Dijo Valeri mientras se le aguaban los ojos.

- Bueno, entonces ¿continuamos?

- Por favor no, nosotros no te hicimos nada, déjanos ir. Gritó Ana con una voz temblorosa.

- Maldito imbécil déjanos salir de aquí, si no...

- Si no ¿qué? Julio tu solo sabes ser un irrespetuoso con todos en general y créanme todos me han hecho este año imposible. Aunque no me estén viendo, todos deben pagar por lo que hicieron. Mejor les daré una pista para que descubran quien soy. Soy alguien con un coeficiente intelectual alto y siempre pendiente.