Parte única

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Ese día el clima acompañaba a mi estado de ánimo, el sol temeroso de asomarse, nubes amarillentas esparcidas sobre un cielo helado como las frías estepas del norte de mi hogar, el viento susurraba nervioso entre las hojas escarlatas y doradas de principios de otoño.

Un río de aguas cristalinas y espumantes corría cerca del palco de la ceremonia, todos nos habíamos reunido en una pradera todavía verde, joven, que tenía por delante que enfrentar su primer invierno; yo debía enfrentar mi nueva vida como esposo.

Mire hacia los invitados, toda la parentela, la familia de mi prometida, mi padre con su expresión adusta, mi pequeña hermana como una de las damas de honor en su lujoso vestido lila decorado con perlas blancas como la nieve, mi madrastra junto a mi padre, con un pañuelo de seda aguamarina en su mano.

El viento tomó otro rumbo, había algo que me inquietaba en el bosque, era como que muy en su interior, la canción de Gaia moría. "deben ser los nervios" pensé, intentando calmarme. La pequeña orquesta ahogó el aullido del viento para entonar una solemne marcha nupcial cuando mi joven prometida se habría paso entre la hilera de invitados.

Llevaba un vestido espléndido, parecía emitir luz propia. Mi prima no era una chica muy agraciada, pero sus damas de honor se hicieron cargo de que pareciera una verdadera reina ese día. Era muy baja para mi gusto, siempre preferí a las chicas con las que podía verme cara a cara, algo muy difícil cuando medís un metro ochenta. Tenía caderas muy angostas, algo que mi madrastra indicó como mal augurio al momento de tener descendencia. Pero no había mucha opción, ella era la mayor, le correspondía casarse conmigo.

Sentía la boca seca, un nudo me abrazaba las entrañas. Intentaba distraerme con la melodía entonada, pero mi mente se perdía por segundos en la intriga que me generaba ese bosque pintado nuestro escenario; cerré los ojos, tratando de despejar mi cabeza, ignorando todo, sereno como un estanque perdido en la profundidad de una montaña azotada por el invierno.

Se detuvo a mi lado, tragué saliva, esperando que fuera tan audible como lo sentí. La miré e hice una torpe sonrisa, los músculos de mi cara estaban muy tensos. Nos tomamos de la mano.

Respiré profundo y perdí la vista, por una fracción de segundos, en el bosque.

Él me devolvió la mirada.

Un estruendo de mil demonios me dejó sordo, intenté aferrar a mi prometida, pero algo me la arrebató tan rápido que solo pude distinguir un hilo de sangre perdido en el aire. Una onda me volteó y pude ver, mientras caía de espaldas, como la mitad de los asientos habían desaparecido en un hoyo infernal que emanaba enormes llamas de fuego, lamiendo el cielo; alcancé a formar las siluetas de algunos crinos, reconociendo de inmediato a mi padre, a mi hermana huyendo sin mirar atrás con su madre en brazos.

Me erguí a una velocidad que ni siquiera creía poseer, seguía aturdido, pero percibía un pitido tan antinatural como natural, una melodía de una avispa enfermiza, furiosa, una bestia que había deshonrado a Gaia.

Mis pensamientos eran un remolino, tan agitados como el bosque que parecía lanzarse contra nosotros. Aunque ya no podía llamar "bosque" a eso, era una abominación, algo salido de los cuentos más retorcidos de los que alguna vez me contó mi padre cuando solo era un cachorro.

El cielo lloraba, las nubes gemían y el pasto era una mancha negra como la brea, burbujeante y pegajosa. Corrí, pude ver mis enormes pies de crinos pisotear esa viscosa superficie, que parecía moverse al ritmo de ese zumbido. Ahora podía escuchar los gritos, de socorro, de angustia, de ira, de sentimientos que era imposible describir con palabras humanas o garou.

Entonces vi como los pinos, podridos, mutados, desafiando por completo su verdadera anatomía, sacudiéndose como tentáculos, ensartaban a varios crinos; un aullido de cólera se me escapó, pero no pude moverme.

Mis rodillas habían sido engullidas por la brea, mis brazos estaban sujetos por esa mucosidad, intenté llamar a mi padre pero nada salió de mi boca.

La oscuridad invadió mi visión.

Recuperé la vista y me vi a mi mismo, flotando en un vacío eterno, inquietante. "¿Que había pasado? ¿Mi espíritu separado de mi cuerpo?" no lo sabía, no comprendía que ocurría. Miré por detrás de mis ojos, con horror, a los invitados siendo despedazados y devorados por criaturas enfermas y deformes, gritando en silencio. No pude aguantarlo y volví la vista a mí mismo.

Y contemplé con horror como mi cuerpo era despedazado, trozo a trozo, falange por falange, arrancando cada pelo, cortando la piel como si fuera un papel tapiz enmohecido, removiendo los músculos de sus uniones uno a uno y extirpando cada ínfima arteria, formando grotescas sogas rosáceas, dejando un esqueleto blanco al descubierto, que parecía temblar por el mismo miedo.

Quería gritar. En si lo hacía, pero no había sonido en ese lugar muerto. El dolor me causaba una terrible agonía, sentí deseos de vomitar y pude ver mi propio estómago desintegrándose en su jugo. Mis órganos cediendo ante la falta de gravedad, un revuelto de tripas escurriendo en la nada. Quería llorar, pero no había lágrimas en mis ojos, secos como el mismo Sahara.

Mi cuerpo estaba regado en el infinito, cada sección flotando grotesca, pudriéndose a una velocidad impresionante. Apestaba a muerte, todo se volvía polvo y se convertía en un violento torbellino, disparando rayos y ululando una canción perversa, posando como una melodía armoniosa.

Sentí unas lágrimas que me quemaban, luego me percaté que lloraba sangre. Al final, lloré mis propios ojos.

Desperté de lo que pareció una eternidad. Me ardían los ojos, sentía mi cuerpo de nuevo, todo en su lugar. Pero no tenía voz, tampoco podía moverme.

No reconocía aquella habitación, parecía muy vieja, destartalada, el techo desnudo y la pintura carcomida en las paredes. Había una cortina en vez de puerta, dos siluetas iban y venían. Al rato una de ellas se dirigió al cuarto, era mi hermana.

No entendía nada de lo que me decía, me dio de beber, me alimentó con una espantosa papilla y se marchó. Podía ver la desdicha en ella, la impotencia y el llanto que ocultaba.

No recuerdo cuanto tiempo estuve en ese estado, si intentaba dormir, volvían a mi esos recuerdos; los gritos, la oscuridad, aquella figura espantosa. Sentía que gritaba pero mi garganta estaba seca, mi hermana entraba al cuarto e intentaba consolarme.

En un momento vino mi padre, logré comprender algunas de sus palabras, pero muy poca información para mi gusto. Me encontró tirado, con la mirada perdida en el cielo y me llevó consigo. Intenté explicarle que aquel monstruo me tragó, me torturó, pero no salían palabras de mi boca. Quise hacerles un gesto para que me dieran un lápiz, pero mis manos estaban torpes y solo conseguí voltear un vaso.

Tampoco supe qué fue de la batalla, daba la impresión que solo nosotros tres sobrevivimos. Sé que intentaban explicármelo, pero las palabras entraban salían sin rumbo de mi cabeza. Estaba prisionero en mi propio cuerpo, mi alma lloraba en silencio.

Entonces llegó una fatídica noche. Ese día no vi las siluetas de mi familia, en todo el día solo había calma, el viento apenas silbaba contra una ventana tapeada. El atardecer iluminó todo en tonos naranjas y rojos que jamás había percibido en mi vida; un espectáculo de luces.

Pero la noche no tenía estrellas ni luna. El viento murió con el canto del último pájaro. Algo se aproximaba a mi cuarto; pensé en mi hermana, creí haberla visto, pero aquello no lo era.

Tenía las extremidades alargadas en un punto exagerado, dedos finos como agujas, torcidos, la piel con pústulas y algo que parecía cabello muerto que alguna vez fue pelirrojo, cuencas vacías que parecían conducir a la nada y una sonrisa llena de dientes afilados.

―Ya está. ―me susurró con una voz de ultratumba.

Grité. Esta vez, mi cuerpo se movía, golpeé algo y los pasos de mi familia se sintieron por toda la casa cuando corrieron a verme en mi cuarto.

La luz de la luna inundaba mi cuarto, un reloj antiguo marcaba las tres de la mañana; era la casa de campo en Canadá. Mi familia estupefacta en la entrada de la pieza.

Entonces lo comprendí, era una advertencia.

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⏰ Last updated: Nov 04, 2019 ⏰

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Una Pesadilla Dentro del BosqueWhere stories live. Discover now