—¿Loki?

Sintió un sudor frío apoderarse de su cuerpo mientras alzaba la mirada en dirección al vozarrón que le había hecho espabilar. Nunca nadie había logrado dar con ese lugar mucho menos acceder a él, pero sus ojos no mentían, frente suyo se encontraba un hombre mucho mayor que a toda vista resultaba intimidante.

—¿Cómo...?— se atragantó con sus propias palabras —Este es un lugar privado, no debería estar aquí, señor.

Masculló en una amenaza, sintiéndose de pronto profundamente cohibido por el análisis de aquel hombre. Sus ojos se cruzaron por un instante y pudo notar la heterocromía en ellos, uno de un celeste cielo, el otro de un miel muy similar al cabello de su madre, pero no era el color lo que despertó su curiosidad, era lo que esos ojos transmitían lo que le hizo estremecer y olvidarse por completo de ponerse en posición de defensa como sería lo lógico en una situación así.

Desamparo, eso era lo que veía.

—Yo...— comenzó el desconocido, pasando nerviosamente su mano por su cabello corto —Vaya, no puedo creer que he regresado a casa.

Una perfecta corrida de dientes bancos se dejaron entrever ante su sonrisa amplia y limpia, pese a ser un hombre extremadamente fornido, había en sus gestos la humildad y gratitud de quien ha vivido suficiente como para no sentir interés por cosas que a Loki le quitaban el sueño.

Era la primera vez que se sentía tan minúsculo frente a otra persona que no fuera el Padre de Todos.

Aún así, el extranjero dio dos pasos hacia él y se arrodilló ceremoniosamente bajando la cabeza. Había algo en aquel gesto que le hizo estremecer, como si su alma hubiera reaccionado a un llamado inexistente y hallara incorrecto que un ser tan poderoso bajara la cabeza ante él, un chiquillo débil incapaz de ganar una batalla contra una chica.

—Me disculpo por importunarlo, príncipe Loki— murmuró— Hace años hice un trato con un hechicero, al cumplir yo mi parte y no recibir nada a cambio pensé que todo trataba de un cruel engaño, pero no fue así, sólo debía esperar por el momento correcto.

Loki apretó los labios, sintiendo su cuerpo tenso.

—Si es así, debo imaginar que ese trato suyo tiene que ver con su inoportuna visita— contestó tragándose sus nervios.

—En efecto.

El hombre se levantó, demostrando en toda su extensión lo inmenso que era estando tan cerca suyo. Ni siquiera poniendo sus pies en puntas lograría estar a su altura, Loki bufó en su interior.

—¿Puedo preguntar de que consta su trato? ¿Y cuáles son sus intenciones?

El extraño desvió su vista hacía esa luz dorada que bañaba todo cuanto tocaba, en su expresión se leía lo maravillado que estaba.

—...El sol volverá a brillar sobre nosotros— murmuró devolviendo su atención a él. Una suave sonrisa se cruzó por su rostro y Loki pudo jurar que una lágrima efímera abandonó su ojo celeste aunque tampoco podría asegurarlo, después de todo era cegador ver de frente a tan deslumbrante ser—el trato consistía en que si lograba derrotar a un despiadado enemigo, el hechicero me permitiría regresar a casa y volver a ver a mi hermano.

—¿Entonces, es usted Asgardiano?

—Lo fui, aunque eso se siente muy lejano ya. Como si fuera parte de un sueño o una pesadilla...

—¿Y sus intenciones?

—Nada más que dar un breve paseo por acá y guardar luto por mi familia. Tampoco cuento con más tiempo que eso— explicó —Aún así sería prudente hablar con el Padre de Todos, lo que menos deseo es causarle problemas o importunarlo, joven príncipe.

Algún díaWhere stories live. Discover now