- ¡Eh!

- Ya sabes, el tabaco. 

- ¿Y el móvil de Paula?

- Primero lo mío.

Le miro mal, pero cedo y deshago su agarre. No me queda otro remedio que viajar con el. Pero no quiero que sepa donde vivo, eso sería muy… ¿arriesgado? No se, simplemente no me fío para nada. Andamos en silencio. Miro al suelo sin pestañear, sintiendo la fija mirada de Mikel clavarse en mi persona. Escucho como ríe en voz baja.

- ¿Y ese silencio?

- ¿Acaso te molesta?

- Un poco, la verdad. Cuéntame de tu vida.

- No…

Suspira y guarda las manos en los bolsillos de su pantalón. Sigo en silencio, bastante incomoda. Se va notando en el ambiente, ya que le noto más tenso. Llegamos a la puerta del instituto, la cuál yace cerrada, y a unos metros de ella, luce la bonita moto de Mikel.

Avanzo a ella y la toco. El sonríe y se monta sin decirme nada, por lo que aplasta mis dedos con el culo. 

- ¡¿Qué haces bestia?! – grito mientras muevo los dedos, dolorida.

- ¡¡Me has tocado el culo!! 

- ¿Pero que…?

- ¡¿Por qué me manoseas?! 

- Tu…

- Anda, anda, lo dejaré pasar por una vez, pero a la próximo hablaremos seriamente.

Me quedo rallada y le miro. Sigue riendo como un niño pequeño. Cabrón.

Bufo y hago el intento de sentarme detrás de Mikel. Misión imposible. Con estos jeans tan apretados es imposible subir la pierna. Otra vez empieza reír y se baja de la moto. Sin que me de tiempo de nada, me agarra por la cintura y me sube a la moto. Luego se vuelve a montar el con una pequeña sonrisa en la cara.

- ¿Dónde está tu casa?

- No pienso decirte.

- Pues vamos mal.

Suspiro y pienso.

- Me dejas en una calle cerca de ella. Yo voy, cojo los porros y vuelvo a donde estás.

- Guay.

Sonrío un poco.

- Agárrate fuerte, muñeca.

Instantáneamente le hago caso. Rodeo mis brazos por su torso y me aprieto a el.

Diré la verdad, por mucho que diga que ojala tuviese moto para manejarla a mi aire, me dan un miedo que te cagas. Puede que me vuelva loca la velocidad, pero el miedo que siento no puedo evitarlo.

Arranca y mueve la moto hacia delante, frenándola para que de un extraño brinco. Lo hace para asustarme, y lo consigue. Le rodeo más fuerte y cierro los ojos.

Ahora arranca en serio y conduce la carretera, dejando a toda velocidad la puerta del instituto. Sigo con los ojos cerrados y no me atrevo a abrirlos. Poso mi cara en su espalda para sentirme protegida, aunque Mikel no me transmita buenas sensaciones.

- ¿Tienes miedo? – dice apartando la vista de la carretera para mirarme.

- ¡¡No apartes la vista de la carretera!!

Ríe y masculla un ‘’parece ser que si’’. Abro la boca para protestar, pero la cierro, no tengo ganas de discutir, sobre todo cuando sé que mi excusa será una mentira.

- Bueno… ¿y a dónde debo ir exactamente?

- Ah… si… vivo cerca de la Barceloneta. Paras allí.

- A sus órdenes.

Avanza un poco más deprisa y el corazón se me aceleró. Abro los ojos un poco, pero los cierro por causa del mareo. Ni idea de cómo puede ver este chico.

* *  *

Hace unos 15 minutos que Mikel espera en la Barceloneta. Me he tomado mi tiempo en andar a mi casa, puesto que me da igual todo lo que él tenga que esperar. Llego a casa y abro la puerta sin hacer mucho ruido. Lo mismo que al cerrarla.

Subo a mi habitación y ahí esta, los porros guardados en el cajón de la mesita de noche. Los cojo y salgo, esforzándome para que mis padres no noten mi presencia.

Al salir, suspirado de alivio y me doy la vuelta. Aguanto un grito al ver a Mikel detrás de mí. Ríe con fuerza, pero le empujo lejos de mi casa, con miedo de que alguno de mis padres me vea con el.

- ¡¡Te dije que me esperaras en la Barceloneta!!

- Quería saber donde vives, para acostumbrarme y eso.

- ¿Acostumbrarte?

- Hombre, te vendré a recoger muchos días – me guiña el ojo.

Hago una mueca y me cruzo de brazos. Le miro seria y finalmente sonrío levemente.

- El móvil de mi amiga.

- ¡Hostiaaaaaaaaaa! Verdad, verdad.

Saca el móvil del bolsillo y me lo entrega. No puedo evitar reír. Finalmente me lo guardo.

- Esto… bueno…

- Me largo, tranquila.

Se dirige a la moto, la cuál ha aparcado justo en la cancela de la casa de mi estúpido vecino. Me de la espalda y mueve el culo y las caderas como las modelos en la pasarelas.

- Disfruta de mi buen culito, nena.

- ¡Pero, pero, pero!

Me tapo los ojos más roja que nunca. Se me ha quedado TODO grabado y será muy difícil de olvidar. Tampoco es que quiera hacerlo. Al quitar las manos, ya está en su moto. Me mira con una sonrisa que nunca le he visto. Yo en cambio me mantengo seria.

- Hasta otro día.

- Si, claro…

- Ey, nos volveremos a ver, y si no… siempre puedo aparecer misteriosamente por tu casa.

Me lanza un beso y sin darme tiempo de protestar se ha largado incluso a más velocidad que antes. Miro anonada el sitio en el que la moto reposaba antes. Niego con la cabeza y suspiro indignada, entrando en casa, esta vez haciéndome notar. 

No te alejes de mi.Kde žijí příběhy. Začni objevovat