19. Yo fui tuyo y tú mía

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La posiciono dejando su espalda pegada a mi abdomen, y es entonces cuando haciendo un esfuerzo sobrenatural abro mis piernas de manera lenta provocando que dicho movimiento también abra las de ella con lentitud.

Ahora está completamente abierta de piernas, expuesta al aire libre.

Mi pene está más rígido que nunca y que Katherine sea quien lo provoque no sé si esté bien o mal, por primera vez le tengo miedo a una mujer.

Deslizo mi mano por su cintura de manera lenta para que disfrute mi toque, sigue bajando hasta llegar a su vientre, deslizándola un poco más hasta que tengo buscar entre sus pliegues y continuar acariciándola, aumentando el ritmo de mis movimientos cosa que hace que ella haga su cabeza hacia atrás, recargándola en mi hombro desnudo dándome una amplia vista de sus pechos.

—¿Qué sientes? —le pregunto, aunque sé que posiblemente sienta exactamente lo mismo que yo, placer.

—Delicioso —contesta, entre jadeos—. Dame más.

Introduzco mi dedo en su sexo y este entra con facilidad debido a que está completamente húmeda. Un <Deblyn> sale de su garganta pero esto tan excitado que ya ni siquiera esa palabrita me suena patética. Aumentó el ritmo de mi dedo en su sexo porque ya no me es suficiente en respuesta su cuerpo en modo de auto reflejo intenta cerrar sus piernas pero claramente lo evito.

La sostengo con firmeza con mi otra mano mientras le digo cosas sucias pero con un toque de romántico para ella a mi modo.

— No tienes idea de cuantas pajas me haré recordando este momento—le susurro en su oído y seguido le doy un pequeño mordisco en su contorno.

Una risita supongo que nerviosa y a la vez de placer sale de un garganta.

Empujo más mi dedo con fuerza sintiendo cada rincón íntimo de ella.

— Joder, estás tan apretada—le digo, siendo sincero me encanta que sea así, jamás había he estado con una virgen y saber que tendré el privilegio—claro si ella me lo concede—, me hace sentir el hombre más afortunado del puto mundo.

— ¿Eso está mal?—me pregunta con voz entrecortada.

Joder que no, no está mal, está muy bien.

— Para nada—le respondo antes de que un gruñido brote de mi garganta al escuchar sus gemidos cuando introduzco otro dedo en su interior.

Ya que su cuerpo se acostumbro a mi dedo, empiezo aumentar mi ritmo a gran medida, dentro y fuera, afuera y adentro. Puedo sentir como cada vez se humedece más. Una de mis manos viaja hasta su seno y lo magreo con fuerza la suficientemente tolerable para ella. Ella ladea y con ferocidad salta a mi boca, gustoso la acepto lamiendo su labio inferior, mordiendo y succionando.

Está a punto de llegar a su clímax.

— ¿Estas cerca? —le pregunto sabiendo que ella sabe a lo que me refiero.

En respuesta, recibo un ronroneo como de un gatito asustado.

Sonrió.

— N-nathan—tartamudea encajando sus uñas en mis piernas pero por tener aun el pantalón puesto no siento nada. Es débil y frágil.

Le ayudo a llegar más rápido incrementando todas mis caricias un 200%.

Beso, muerdo, succiono y lamo su cuello, mandíbula y hombros sacándole todos los jadeos de placer que me es posible de este modo.

Su cuerpo se tensa por completo como ya lo venia venir, la oleada de placer le pega de lleno provocando que soltara un gritito sensual de su parte, sus caderas se alzaron con fuerza y yo mantuve mi agarre fuerte y firme mientras ella absorbía todos los espasmos de su orgasmo.

Medio kilómetro de distanciaWhere stories live. Discover now