Eras tú el que tenía que estar ahí

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–Shawn... No digas eso, sí te importa

–¡NO! ¡NO ME IMPORTA! ¡NO ME IMPORTAN LOS PLANES QUE TENGAS! ¡NO ME IMPORTAN LAS MALDITAS CAJAS DE MI MADRE! ¡NO ME IMPORTA NADA, ¿¡VALE?!!

–Deja de gritar, te vas a hacer daño en la garganta– él se está comportando como un maldito estúpido y yo lo único que hago es preocuparme por él, doy pena.

–¡DEJA TÚ DE COMPLICARLO TODO!

–¿Yo?, pero... ¿Que he hecho?

–¡SHAWN PORQUE NO VINISTE, SHAWN PORQUE FALTASTE, SHAWN PODEMOS HACER ESTO! ¡ESTOY CANSADO, HABER SI LO ENTIENDES DE UNA VEZ!

–Yo también estoy cansada

–¿Tú, cansada, de qué? Di no haces nada– dice burlándose de mi

–¡Estoy cansada de tener que hacerlo yo todo sola, estoy cansada de tener que hacer lo que tú no haces porque estás pendiente sólo de lo tuyo, estoy cansada de que me pregunten por ti y tener que decir que estabas enfermo y no durmiendo, estoy cansada de tener que mentir por ti, estoy cansada de tener que hacer tu trabajo fuera de tú carrera! ¡Parece que es lo único que te importa, alejas a todos y a todos! ¡¿Que te está pasando Shawn?! ¡Tú antes no eras así de imbécil!

–¡No me hables así! Y ahora dejame– dice volviendose a tumbar boca abajo.

–Shawn...– le digo en modo de advertencia

–¡Que te calles! ¿¡O es que eres demasiado estúpida como para entenderlo?! ¡No sé como la gente te aguanta... No sé como te aguanto!– aunque parezca que no eso último me ha dolido como si fuera una bofetada.

Y al parecer él no tiene remordimientos de haberlo dicho, lo pensaba desde hace mucho, pero no lo ha dicho, eso me duele, me duele aún más, tanto que me enfado por no haberlo visto antes. Cojo un cojín y se lo lanzo a la cabeza con toda la fuerza que tengo.

–¿¡Pero que haces?! ¡Aparte de estúpida, ¿imbécil?! – dice enfadado porque le he dado.

–¡ERES UN GILIPOLLAS! ¡LA QUE NO TE AGUANTA AQUÍ SOY YO!

–¡Mira, no quieras empezar ahora una pelea por que vas a perder!– dice levantándose del sofá

–¿Empearla ahora? La pelea ya estaba empezada desde que empezase a ser un gilipollas, si es que alguna vez lo has dejado de ser

–Mira mejor callate la boca, que no sabes lo que dices– dice entre dientes y agarrandome la muñeca.

–Si te duele será porque es verdad– le digo yo también entre dientes.

Shawn empieza a apretar su agarre en mi muñeca, y justamente es la mala, me está haciendo daño.

–Para– le digo, pero él sólo lo apretaba cada vez más. La muñeca me estaba dando pinchazos tan fuertes que me daban ganas de llorar, pero no lo haría.

–Dime que lo sientes– dice enfadado

–Perdona, pero eres tú el que tiene que pedir perdón por ser un gilipollas– Shawn empezó a retorcerme la muñeca y unos pequeños gritos ahogados se me escaparon– Shawn para, me estás haciendo daño– él solo la retorcía más y yo no lo soportaba más, el dolor era tan intenso que las lágrimas salían solas –¡QUE ME SUELTES!– grite llorando.

Shawn me soltó, pero por el grito que di, no por nada más. Él al verme con la mano en la muñeca, ahora morada tirando a negro, se queda inmóvil.

–T-t/n, ¿estás bien...?– dice preocupado caminando hacia mi.

–¡No te acerques, tampoco me toques!– él se para en el sitio.

–¿Como te has hecho eso?– no sé a que viene tanta preocupación ahora, cuando hace un momento probablemente él me la rompiera del todo.

–¿Quieres saberlo, de verdad quieres saberlo? – digo con burla porque se que no le va a gustar, tampoco se lo diré con delicadeza, él no me ha contestado con delicadeza, yo tampoco– pues verás, cuando había que llevar las cajas a tu madre, resulta que nadie estaba en casa, y tampoco había alguien conmigo para ayudarme, las cargué yo todas, las metí y las coloqué, me retorcí la muñeca a la tercera, pesaban más de veinte kilos cada una, tuve que seguir con el dolor y el cansancio hasta acabar, para luego venir y verte durmiendo, queriendo la cena más tarde, cena que tendría que preparar con la muñeca mal. Luego en la reunión familiar tuve que decir que estabas enfermo, se ha organizado un viaje familiar. Ah, y tu abuela está en el hospital, no muy bien la verdad, ayer era el último día de visitas antes de la operación, fui a verla, preguntó por ti y le tuve que decir que estabas enfermo, no me creyó por supuesto, incluso a su edad y apunto de entrar en el quirófano es más lista que tú. Estaban todos ahí, todos preguntando por ti, preocupados por ti cuando la prioridad era la abuela, y tú aquí durmiendo. Todo esto, tal vez no te importe, pero eras tú el que tendría que haber estado ahí. Tengo la sensación de que ya no te conozco, y es tan real esa sensación que me la estoy creyendo. No puedes seguir así Shawn, es un último consejo, por favor tenlo en cuenta– digo caminando hacia la salida.

–¿Ha donde vas?– dice desorientado.

–Al hospital, creo que me la has roto– le digo señalando a la muñeca.

–Lo siento– dice en bajo

–Yo también lo siento. Siento tantas cosas... ¿Pero sabes lo que más siento?– él me mira esperando a que continúe– no haberme dado cuenta antes de que esta relación no iba a ninguna parte.

–¿Te vas?– dice con miedo en la mirada.

No se que papel está actúndo ahora, pero ya no le creo, he pasado por esto tantas veces...

–Me voy, y ten en cuenta mi consejo, te irá bien en el futuro si lo sigues– habrí la puerta para salir pero me frene en seco– ah, mañana tu abuela puede recibir visitas, si es que te importa– dicho esto me dirijo al hospital y efectivamente, le la había roto, dolía, dolía y mucho, ambas cosas y todo a la vez, necesito un calmante para poder vivir esta vida, demasiado dolor como para estar cuerdo.

Imaginas de Shawn MendesOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz