-Buenos días. –Respondemos Theo y yo.

-Ahm, Sophie... No iré al hospital hoy. –Me tenso, pero siento los brazos de Theo pasar por mis hombros y me relajo un poco.

-¿Por qué? ¿Pasa algo? –Pregunta preocupada.

-Me siento mal, creo que algo me causó malestar en el estómago. –No me gusta estarle mintiendo a mi mejor amiga, pero no quiero involucrarla más en este asunto.

-Entonces me quedo aquí. –Me dice.

-Está bien, ve. Yo me quedaré con ella. –Dice Theo, detrás de mí. Sophie y yo sonreímos.

-Okay, entonces ya me voy. –Dice Sophie mirándome.

-Puedo dejarte en el hospital, iré a mi casa por unas cosas y vengo otra vez.

-Sophie, -Le digo y la abrazo. –Cuídate por favor.

-No te preocupes, Crystal. –Dice devolviéndome el abrazo.

Theo se voltea hacia a mí. –Traeré café. –Dice y me besa antes de irse.

Aprovecho el momento a solas, y me voy al baño y lleno la bañera de agua caliente y me sumerjo en ella con la esperanza de relajarme un poco.

Una hora después, tengo mi desayuno preferido sobre la mesa, hotcakes con mermelada de fresa, jugo de naranja y el café que Theo traerá.

Tocan la puerta y está de pie allí, vestido con esa ropa que me hace querer tirarme encima de él. Pantalones de algodón y una camiseta negra.

Comemos tranquilamente el desayuno, cuando terminamos, me invita a dar un paseo.

Fue un viaje relativamente largo, pero el más cómodo que he tenido. Todo el trayecto lo pasamos agarrados de la mano, con miradas breves. Creo que en algún momento me quedé dormida, porque cerré los ojos y cuando los abrí ya habíamos llegado. Estábamos en la playa.

Se baja sin decir una palabra y rodea el auto para abrir mi puerta.

-¿Qué hacemos en la playa?

-No preguntes. –Me sonríe.

Da la vuelta hacia la parte de atrás del auto y saca una venda y me tapa los ojos con ella.

Me deja por un momento y está a mi lado de nuevo. Me sostiene suavemente del brazo, guiándome.

-Juro que si me caigo... -Le digo pero me interrumpe.

-Jamás te dejaría caer. –Me dice susurrando al oído.

Caminamos un poco y me detiene cuando llegamos al sitio. Me quedo un momento de pie, sin quitar la venda. De repente está detrás de mí, deshaciendo el nudo.

Parpadeo un poco y veo lo que ha hecho por mí. Hay una manta extendida en la arena, una cesta de mimbre, algunas mantas más y una hielera con una botella de vino y un par de copas.

-Ven. –Me dice tomándome de la mano. Ambos nos sentamos y toma la cesta y la pone sobre sus piernas.

La abre y saca una tarta de limón de ella... Quiero gritar, es mi favorita.

-¿Quieres un poco? –Me ofrece.

-Por supuesto que quiero. Es mi favorita. –Digo más que feliz. Me mira y me guiña un ojo.

-¿Cómo supiste que era mi favorita? –Le pregunto mientras tomo el plato con tarta que me pasa.

-Sophie. –Responde sonriendo.

-¿Qué hacemos aquí?

-Quería que te relajaras un poco y olvidarás todo el asunto de Jason, aunque sea prácticamente imposible.

-Gracias. –Me inclino para besar su mejilla pero voltea la cara y termino besando sus labios. Sonrío.

-Hay algo más. –Dice separándose un poco para poder verme a los ojos.

-Es muy rápido, lo sé. Pero este último tiempo ha sido, sin duda alguna, el mejor. No puedo dejar de pensarte. No puedo sacarte de mi cabeza, ni siquiera en sueños. Eres la indicada, lo sé porque no quiero besar a nadie más, no quiero conocer a nadie más o tan solo ver a otra mujer que no seas tú.

-Así que... ¿Quieres hacerme el honor de ser mi novia? –Mis ojos están demasiado húmedos para poder distinguir la expresión de su cara, pero una cosa es segura... Por supuesto que quiero ser su novia.

Asiento frenéticamente. –Quiero que tengas en cuenta que no voy a poder estar todo el tiempo conmigo debido a mi trabajo, si puedes lidiar con eso entonces, sí. Si quiero ser tu novia.

Sonríe, una sonrisa de verdad.

-Puedo lidiar con cualquier cosa, siempre y cuando este junto a ti.

Me besa, me besa como no lo había hecho antes, sin ninguna prisa, demostrando todo lo que siente por mí en un beso.

Me va empujando suavemente hasta que estamos acostados.

-Te quiero. –Susurro contra sus labios.

-Te quiero. –Me responde besándome otra vez.

♦♦♦

Nos quedamos un buen rato acostados juntos, tomados de la mano, hablando sobre nosotros, nuestras cosas preferidas, que odiamos, que amamos.

Conduce de vuelta a casa y ninguno de los dos puede quitar la enorme sonrisa del rostro. Nunca antes me había sentido tan complacida como me siento ahora.

Estaciona su auto fuera de mi casa y se baja junto a mí.

-¿Te quedarás? –Pregunto esperanzada.

-Solo si tú quieres que me quede.

Sonrío y abro la puerta dejándolo pasar. Rodea mi cintura con sus fuertes brazos y deja pequeños besos en mi mejilla y cuello.

Al llegar a mi habitación, me voltea y me besa. El beso se vuelve más y más apasionado cada vez, mientras me guía a ciegas hacia mi cama.

Mi indiscreto y muy inoportuno teléfono suena desde mi bolsillo. Trato de ignorarlo hasta que se calla, pero vuelve a sonar.

Lo saco y tiemblo cuando veo la pantalla. Contesto.

-¿Interrumpo algo? Apuesto a que estabas a punto de acostarte con él perra. –Escucho la voz de Jason del otro lado. Corro hacia la ventana de mi habitación, está cerrada y no se ve nadie afuera.

-No te estoy espiando, si es lo que pensabas. Por cierto, que linda escena en la playa, digna de una película romántica.

-¿Qué mierda quieres, Jason? –Los brazos de Theo se tensan a mí alrededor al oír su nombre.

-A ti... Para terminar lo que empecé –Cuelga. Tiro mi teléfono sobre la cama en un acto de frustración y pongo mis manos sobre mis ojos.

-Mírame. –Me dice Theo. Obedezco.

-Estoy contigo en esto. No te dejaré sola, mucho menos ahora.

-¿Qué voy a hacer? –Digo desesperada.

-Algo se nos ocurrirá, ya verás. –Me dice –Ahora, tenemos que dormir. –Sonríe


One Night in ParisKde žijí příběhy. Začni objevovat