Perdido

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Theodore se pasó buena parte de la tarde buscando a Lovegood, la encontró cuando ya empezaba a anochecer en los límites del bosque prohibido. No estaba sola, un gran ejemplar de Thestral le hacia compañía.

No se acerco de inmediato, mantuvo su distancia para ver como aquel caballo alado se dejaba acariciar con docilidad por la rubia, incluso inclinando su cabeza para invitarla a montarlo.

-Prefiero caminar. –Dijo acariciando detrás de sus orejas, dándole un par de suaves palmadas en el lomo le hizo caminar a su lado como si se tratara de un dócil cachorro bien entrenado y no un semental alado de apariencia intimidante.

Nott no puedo evitar sentir curiosidad y los siguió de cerca.

Luna caminaba descalza, llevaba sus zapatillas deportivos atados por los cordones sobre el hombro derecho. Parecía una niña pequeña haciendo una travesura. Su rostro siempre sereno, tenia dibujado una sonrisa encantadora y su cabello largo hasta las caderas se agitaba un poco por el suave vientecillo nocturno.

Caminaron un buen trecho entre las gruesas raíces de los arboles, adentrándose cada vez mas en el bosque prohibido. La rubia parecía conocer perfectamente el camino, pues sus pasos eran seguros y su acompañante se mantenía tranquilo, ajustando su trotar a los pasos de la chica.

Se detuvieron cerca de un claro. El Thestral bufo un par de veces como si se encontrara repentinamente incordiado por la situación.

Theo comprendió al instante el comportamiento de ese imponente ser obscuro. En el claro les aguardaba un unicornio que empezó a golpear sus patas contra el suelo con fuerza como si intentara alejar a los visitantes.

-¡Calma! –Pidió la rubia con su voz cantarina y al instante ambos animales se tranquilizaron un poco, al menos lo suficiente para que dejaran su comportamiento agresivo.

Luna camino un par de paso hacia el unicornio, se movía lentamente para no asustarlo, con la vista inclinada con respeto y la mano estirada como si intentara tocarle. Mientras eso ocurría el Thestral se quedo quieto, sin moverse nada, como esperando cualquier reacción.

Si alguna duda le quedaba a Nott sobre la virginidad de Luna, en ese momento se aclaro. El unicornio le permitió tocarle, el ejemplar era una hembra que después de oler la mano que le ofrecía, inclino su enorme cabeza para que la acariciara. Era bien sabido que ese tipo de animales mágicos solo se dejaban tocar por doncellas. Y a pesar de su encuentro en el baño de prefectos, no había culminado nada de lo que pudiera hacer que ese hermoso animal no le dejara tocarle.

El thestral relincho enfadado como si ese acercamiento entre Luna y el unicornio le molestara. Luna giro un poco para sonreírle y esto logro calmarlo un poco.

-Ven. –Invito estirando su mano libre –No pasa nada.

El caballo alado relincho de nuevo moviéndose de un lado a otro antes de atreverse a acercarse lentamente.

-Todo este bien. –Dijo en voz alta. Cuando el Thestral ya estaba a su lado y era el unicornio el que intentaba alejarse.

Con paciencia la rubia siguió prodigándoles caricias a ambos hasta que logro calmarlos por completo.

Theo observo maravillado lo que ocurría. Nunca había sabido que algo así pudiera ocurrir. La naturaleza de ambos animales era completamente opuesta. Pero se encontraba ahí, observando con sus propios ojos que los animales no solo podían convivir en paz, sino que comenzaron a olerse antes de ponerse a jugar como si fueran de una misma especie.

Escucho la risa de Luna explotar al verlos juguetear. El contraste era indescriptible. Por un lado a la apariencia tétrica y temible del thestral, su piel oscura como la noche, la temible mirada de sus ojos rojos contra la blancura impoluta del unicornio, su pelaje brillante y el aura mágica que lo rodea.

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