Frank creyó que se había equivocado de puerta, pero entró y lanzó su mochila y luego tomó asiento en la cama con cobertor azul en medio de la habitación. Su vista se perdió en las paredes y estantes. Había varios posters de bandas y de Star Wars, la mayoría de las figuras también eran de Star Wars, pero también había muchas caras en dos dimensiones. Muchas. Reconoció algunas series pero se perdió antes de llegar a la mitad, y es que le resultaba totalmente extraño que Gerard estuviese tan metido en eso de la animación japonesa.

— Woah —dijo, y no pudo evitar reír— ¿Eres un otaku?

Gerard lo miró con el entrecejo fruncido y luego soltó una risita totalmente contagiosa y agradable.

— ¿Es que un hombre no puede disfrutar de la animación japonesa sin ser juzgado? ¡Los tipos son geniales! Obviamente prefiero los cómics al manga, pero son totalmente geniales. Y tienen una creatividad tan jodidamente enorme. Son genios, Frankie, genios.

— ¡Gee! —escuchó una voz que fue acercándose cada vez más y luego se detuvo frente a la puerta. Era un muchacho con rostro de niño pequeño, aunque alto y delgaducho. Recordó entonces que Gerard tenía un hermano menor, y posiblemente él era ese hermano menor.

— Mikey —dijo Gerard—, él es Frank.

— ¿Es ese Frank? —preguntó el niño mientras acomodaba sus anteojos, y Frank se entretuvo demasiado mirando el gesto avergonzado de su amigo como para recordar preguntar a qué se refería con el énfasis en el adjetivo antes de su nombre.

— Sí —respondió simplemente, intentando pasar rápido aquel momento. Y como recurso urgente recurrió a su hermano menor—, ¿quieres enseñarle la armadura de Seiya que estamos haciendo?

— ¡Sí! Ven, Frank —exclamó el niño con efusividad y salió de regreso al pasillo. Frank dejó la mochila y luego de intercambiar una mirada con su amigo siguió los pasos de Mikey. Fueron a una especie de estudio que estaba en una de las esquinas de la casa. Las ventanas eran enormes, y cerca de las mismas estaba un pedestal con una armadura tamaño real a medio construir, había también espadas enormes y otros trajes que no reconocía de nada, aunque al parecer habían sido hechos por ellos, y usados por ellos— ¿Conoces a Seiya? —preguntó, Frank negó— Es Seiya de Pegaso, el protagonista de los Caballeros del Zodiaco. Es mi favorito y Gee está ayudándome a hacer esta armadura para la Comic-Con de New York, dentro de dos semanas. ¿Vas a ir?

— No suelo ir a esas cosas —murmuró Frank.

— Pero esta vez va a ir con nosotros —dijo Gerard—, necesita algo de cultura en su aburrida vida.

Frank se giró a mirarlo, pero recibió un guiño y sintió que ninguna de sus palabras era lo suficientemente fuerte como para contrarrestar ese guiño. Se vio guiado a través de la habitación escuchando con sincera atención a Mikey, conoció la procedencia de cada traje y cada espada, y cuando terminaron realmente estaba pensando en llegar a casa a ver todas esas series porque la forma en que Mikey las contaba las hacía ver genial.

— Ahora ve a ordenar tu cuarto, mamá se va a enojar si sigue siendo un basurero cuando llegue —dijo Gerard, salvando a Frank de una visita a la habitación del niño para conocer su colección de figuras de acción—. Yo soy más obsesivo, eso te lo aseguro —murmuró para Frank cuando Mikey se fue.

— Es muy agradable —sonrió Frank—, ¿Crees que le caí bien?

— Claro que sí —asintió Gerard—, sino ni siquiera se habría molestado en hablarte. Ahora, ¿Quieres comer algo? Ya es bastante tarde, ¿hasta qué hora puedes estar fuera, princesa?

Frank puso los ojos en blanco.

— Tengo que llamar a mamá para que venga a buscarme a las nueve —suspiró—, lo repitió unas veinte veces esta mañana.

— Cuando ya no esté sobre ti vas a extrañar esto —le aseguró Gerard y lo guió de regreso a la planta baja.

La cocina era de película y se sintió intimidado ahí. La cocina en su departamento era una triste habitación con muebles totalmente presionados y además no olía tan bien como ese lugar. Sentía que podía vivir en esa cocina, o quizás era sólo porque Gerard estaba ahí.

— Tengo algo de pastel de papas, sabe genial —dijo Gerard, mirándole por sobre el hombro desde el refrigerador—, y algo de comida china.

— El pastel de papas —respondió Frank, protegiendo su estómago.

Gerard lo calentó en el microondas y luego comieron directo de la fuente, con dos tenedores y un vaso de jugo para cada uno. Gerard no hablaba mucho cuando comía, pero sonreía cada vez que cruzaban las miradas y de vez en cuando reía de manera infantil e incómoda. No era necesario charlar cuando podía tener eso, no era necesario absolutamente nada.

— Según el reloj, ya deberías estar llamando a tu madre porque dentro de diez minutos se harán las nueve —Gerard dijo de pronto.

Y Frank decidió que, de necesitar algo, sería una réplica del giratiempo de Hermione Granger de uso exclusivo para tener más tiempo con Gerard porque claramente unas pocas horas al día no eran suficiente.

the drama club • frerardNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ