—Gracias GaYyoon, con permiso —le sonrió y entró a la casa para pasarse a la cocina.

—¡Feliz cumpleaños Gyujin! —el mayor abrazó al festejado. Al momento, Gyujin sintió su corazón salirse de su pecho, estaba muy emocionado y contento.

No podía haber mejor cumpleaños junto a Wei. Lo había estado esperando desde que amaneció.

—Toma —le dió una caja envuelta con un pequeño moño para decorar.

—Gracias —le sonrió y volvió a abrazarlo. Sungjoon se separó para sacar su cámara fotográfica y apuntarla hacia ellos dos. Ambos sonrieron y al instante se escuchó un flash.

Aquel día habían sido risas, comentarios vergonzosos de la abuela hacia Gyujin, abrazos de parte de Wei y sonrojos del cumple añero.

El día se dio por terminado. Wei se fue a casa y sacó su álbum de fotos que Gyujin le regaló en su cumpleaños. Contempló cada una de las fotos que tomó desde el inicio.

Esas fotos que son pequeños momentos y recuerdos congelados en una imagen, esos recuerdos importantes para él.

Desde que se graduaron de la primaria, comenzó a reír por acordarse que aquel día Gyujin cayó de las escaleras por pisar su propia toga.

Luego en secundaria, y ambos con esos frenos en sus dientes. Junto con otras fotos de la misma etapa, como cuando asistieron al baile en uniforme porque no recordaban como debían ir.

Montones y miles de fotos que observó. Hasta que una llamó su atención, esa que capturó el día en que fueron al parque de diversiones. La foto que tomó cuando agarró desprevenido a Gyujin.

Observó que Gyujin lo miraba fijamente y con esa sonrisa encantadora. Sonrió al recordar, siempre supo que Gyujin lo miraba de una forma diferente a los demás.

Y en esta ocasión, observó minuciosamente a Gyujin. Era un chico muy apuesto y de linda sonrisa. Por eso le gustaba tomarle fotos, para después mirarlas en secreto.

La mayoría de las veces pensaba que Gyujin le guardaba secretos o cosas que prefería no decir. Eso lo hacia dudar de su confianza como amigos.

Confianza. Es una palabra muy fuerte y que no debe olvidarse en una amistad. De ella dependen muchas cosas.

Mañana mismo hablaría de eso. Porque si no lo hacía, después sería muy tarde.

Y Gyujin no estaba dando confianza a Wei. Ya estaba perdiendo la esperanza y estaba tan frágil como una flor marchita. Tenía que hacer algo rápido. Quizá simplemente debía poner en práctica lo que Namjoo le sugirió, aunque era muy arriesgado.

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22 de noviembre del 2015

Al día siguiente, el menor se levantó con su estómago extraño. No se sentía mal, pero era una sensación extraña.

Hizo lo que tenía que hacer para irse a su escuela. Perdido en sus pensamientos sobre él y Wei. Ignoró todo a su alrededor, estaba demasiado frustrado por no decirle nada.
La primera hora clase había comenzado y ambos chicos se quedaron en silencio en el lugar donde siempre perdían esa clase.

—Gyujin, quiero preguntarte algo —dijo con un tono de seriedad.

—¿Qué es? —respondió nervioso.

—¿Confías en mí?

—S-si, ¿por qué? —respondió el menor.

—Siento como si me ocultaras algo.

—No, para nada.

—¿Seguro?¿no mientes?

Mentir, otra cosa que no se debe practicar en una amistad.

—No, no miento.

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Al final de clases caminaban juntos para dirigirse a sus hogares. El menor iba perdido en su mente pensando en la mentira que le había dicho a Wei. Pero no esa simple mentira sino que él ya se dio cuenta que no hay confianza entre ellos dos.

—Gyujin, ¿te encuentras bien?

—No —esta vez dijo la verdad.

—¿Qué te sucede? Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.

—A-ah...hay algo que no me hace estar cómodo.

Llegaron a casa de Gyujin, y él tocó la puerta.

—¿Qué te hace estar incómodo? —suspiró. No lo miró en ningún momento.

Nadie abría la puerta. Así que la abrió, al fin y al cabo era su casa.

—¡Ya llegué abuela! —gritó el menor sin obtener respuesta. Fueron a la cocina a buscar.

—¿Habrá salido? —preguntó Wei.

—Me iré a fijar a su recámara.

Entró a la otra habitación y la vio dormida en su silla, enfrente del televisor. Sonrió.

—G-gyujin —habló Wei.

—¿Si? —dijo estando en la cocina de nuevo con SungJoon.

—La estufa está encendida.

Observaron la estufa y la apagaron, viendo encima de esta una vasija sin agua, seguramente evaporada.

—Tu abuela no es de dejar las cosas encendidas.

Gyujin volvió a donde estaba su abuela y se acercó. Se le hizo extraño no oírla roncar.

—Abuela — la movió un poco—, abuela ya llegué.

No le contestaba. No despertó. No respiraba. No estaba con vida.

Se quedó ahí unos minutos y Wei fue a buscarlo.

—¿Gyujin...?

No, no iba a llorar enfrente de Wei. De nadie.


Los sentimientos de Gyujin están como si fuesen hojas a punto de abandonar el árbol en el otoño. ◀

Seasons ➳ WeiJin Where stories live. Discover now