—¡Eleanor! —gritó bajando los escalones de dos en dos—. ¡Eleanor! ¿Dónde estás?

 La voz de Kyle.

 Al principio pensó que lo había soñado. Debía de haberse adormilado a pesar de lo incómodo de la postura y de las cuerdas que se le clavaban en las muñecas y en los tobillos. La oscuridad todavía la envolvía, no tenía ni idea de la hora que era ni de cuánto tiempo llevaba allí.

 —¡Eleanor!

 Sí, era su voz.

 —¡Kyle! ¡Kyle! —gritó—. ¡Estoy aquí!

 La puerta se abrió de par en par, se encendieron las luces, y el perfil de Kyle se recortó contra el umbral, la mirada inflamada, los gestos nerviosos.

 —¿Te ha hecho daño? —le preguntó, precipitándose a liberarla de sus ligaduras.

 —Sólo un rasguño, no te preocupes —respondió ella. Estaba tan contenta de verlo que se le cortó la respiración, a pesar de que hasta hablar la agotaba—. Entonces es verdad que no me has delatado.

 Kyle la miró por un instante.

 —De haber sabido lo que tenía en mente…

 —¿Qué habrías hecho? —preguntó Landon, que había aparecido tras ellos pistola en mano—. ¿Habrías corrido a salvarla como su príncipe azul? Ahora ella sabe quién eres. No puedes seguir mintiéndole.

 —Nunca lo he hecho.

 —Has mentido a tu familia. Seth te lo hará pagar —continuó Landon—. Pero quiero darte una posibilidad, ya que seré yo el que le cuente todo.

 Alzó la pistola muy despacio y apuntó a Eleanor.

 —Si tuvieses que elegir, ¿querrías que te matase a ti o a ella?, pequeño Kyle. ¿Ella o tú?

 —Dispárame. Dispara a tu hermano —replicó él, poniéndose delante de Eleanor y mostrándole el pecho. Levantó el mentón un milímetro—. No me das miedo.

 —Tú no eres mi hermano —replicó Landon. Le encañonó la frente con la pistola, pero él no se movió.

 —Nunca me dejaste serlo.

 Eleanor sofocó un grito. Tenía libres las muñecas pero seguía teniendo las piernas trabadas. Tiró de la cuerda con los dedos y trató de desatarla a pesar de que le temblaban las manos. Landon se dio cuenta y descargó una patada en la silla donde ella estaba sentada, haciéndola caer. Eleanor se golpeó la cabeza contra el suelo y perdió el conocimiento.

 —¡Te mataré! —gritó Kyle. Se abalanzaron el uno sobre el otro. Landon efectuó un disparo que dio en la puerta de madera, sacando a Eleanor de su desvanecimiento. Abrió los ojos y vio a los dos chicos forcejeando. Landon soltó la pistola, que cayó al suelo y se deslizó hasta la esquina donde estaba ella.

 Pero también Kyle dejó caer el arma, arrastrado por la furia con la que Landon le había respondido. Se golpearon con tanta rabia y violencia, que Eleanor estuvo tentada de volver a cerrar los ojos para no ver cómo los puños de su contrincante desfiguraban el rostro de Kyle. La nariz le sangraba y tenía un ojo morado.

 —Me has jodido la vida —resopló Landon mientras le golpeaba—. Y ahora yo te voy a joder la tuya.

 —Te has jodido tú solito —dijo Kyle, devolviéndole los golpes.

 En el suelo, Eleanor  pensó en apoderarse de la pistola de Landon. Con las piernas todavía enredadas en las cuerdas, hizo fuerza con los brazos y trató de arrastrase hacia el arma. Cuando estuvo lo bastante cerca, se estiró y la alcanzó con la punta de los dedos. Sintió el metal frío sobre la piel y agarró la empuñadura como Kyle le había enseñado.

Die TogetherWhere stories live. Discover now