Majestad, querido Azael:

Con esta carta, me gustaría consultarle sino es mucha molestia, poder entrenar en vuestras condicionadas salas de entrenamiento, aunque tan solo fuese por un día a la semana. Esta afán por entrenar ha resurgido tras los varios acontecimientos que han tenido lugar ya que me enorgullecería poder defenderme sola, con mis propias manos. Por eso le ruego, que me permita o me ubique en algún lugar acondicionado para poder realizar el entrenamiento físico.

También le deseo que pueda solucionar toda esta horrible situación lo antes posible y que todo vuelva a la normalidad.

Eso si, no he olvidado nuestro segundo encuentro para que me lleve a la ciudadela.

Saludos cordiales,

La mejor guardiana del bosque, Xylia Sylvam.

Al leer la carta, me reí al ver la absurdas tan grande que había cometido pero sinceramente esperaba que esto le ayudase a sobrellevar toda esta situación aunque estaba segura que un macho de 902 años como él ya estaría acostumbrado a esta serie de percances. Sin embargo, no venía nada mal un poco de humor en un ambiente tan tenso. Así que tras doblegarla y meterla en el sobre y sellarla, sin ningún tipo de símbolo. Me dispuse a hacerle entrega a los soldados de la carta pero cuando salí de la habitación, tan solo se encontraba Tyron, Ven debía de haberse marchado por alguna urgencia. Rápidamente, al abrir la puerta, Tyron giró la cabeza para observarme.

-¿Necesitas algo? -preguntó él con suavidad, a pesar de no ver ni su rostro debido al gran casco.

-Si, ¿podrías llevarle esta carta al rey? -pregunté yo llena de optimismo.

-Ahora no será posible, cuando venga Ven, se la proporcionaremos.

No me dolió su sequedad pero tampoco me iba a esperar a que el otro soldado viniera de a saber dónde.

-¿Y si se la llevo yo?

-¿Tu? ¿Quieres interrumpir al rey por una carta?

Arqueé las cejas, ahora si ya molesta por su comentario. Sin darme cuenta de que una persona, en este caso, un macho se acercaba a nosotros, un macho al que herí una vez.

-Tyron, ya te informé que los asuntos de Xylia son de suma importancia para su alteza real.

El soldado reaccionó rápidamente, encuadrándose y poniéndose firme ante la aparición de Cyno que con el rostro serio, se situó enfrente de nosotros.

-Disculpa Xylia, yo mismo te acompañaré a entregársela. Y tu -sentí el pequeño temblor de Tyron cuando Cyno se dirigió a él -necesito que acudas al cuartel, ya.

-Si, señor.

Rápidamente, el soldado de la guardia real se marchó dejándome sola con Cyno, quién con rapidez se centró de nuevo en mí.

-Perdona de nuevo Xylia, les avisé que cualquier cosa que necesitaras respondieran con rapidez pero entiende que cubrir las necesidades de una humana, se sale de la norma.

-No te preocupes por eso, tan solo quería que la carta fuera entregada. Además, Tyron tiene razón, es una estupidez molestarlo por una carta.

-Xylia, te aseguro, que esa carta quitando de su contenido, será lo último con que le molestes y más siendo una carta habiéndola escrito tu con tu puño y letra.

Sonreí notando como mis mejillas se habían sonrojado un poco. No era tan raro que el Capitán de la Guardia o los miembros de la Corte supieran lo que estaba pasando entre ambos. Aún así, simplemente asentí y le seguí cuando empezó a caminar. Y no es que fuéramos solos, ya que Nieve iba detrás nuestra, ahora en su forma pequeña.

La Leyenda Áureaजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें