—Tienes la mente hecha un asco. Lo sabes, ¿no? Parece que solo piensas en cosas sexuales.

—Pero... ¡¿Ya estabas así de loca cuando salíamos?! Lo dice la que en una tarde me exprimió seis veces. ¡Seis!

—No estaba así de loca, tú me lo contagiaste. ¿Y cómo te puedes quejar de las seis veces de hoy? Dijiste que te debía mucho.

—Y tú tan obediente, ¿no? —ironizó él—. También te dije que dejaras a Dain.

Ella se encogió de hombros.

—Y aquí estoy.

—Me refiero a dejar de «dejar», no a dejar un rato mientras te aprovechas de mi nobleza.

—Va. Llamo a Dain y le digo que se acabó, que me quedo contigo porque tengo putos veintiocho años y no estoy muerta, así que escojo estar con el vampiro que me vuelve poco racional. ¿Y qué con lo que viene después? ¿Cómo enfrentas eso?

Aaron se alejó de Aysel con el ceño fruncido. Tomó tanta distancia como para ser capaz de procesar sus palabras sin que estuvieran sugestionadas por el efecto de su piel.

—¿Sí estamos teniendo esta conversación? —se cercioró.

—Claro, tú la empezaste.

—Aysel, ¿considerarías dejarlo en serio? ¿Qué con eso de que es tu familia?

—Esa no es la pregunta que debes hacerte, sino, de dejar a Dain, ¿de verdad me quedaría contigo?

—Por supuesto que te quedarías conmigo, nena.

La risa que salió de él fue obvia, confiada, rayando en lo arrogante.

—No puedes ni tenerme en tu suite sin que te corten hasta los suministros de agua, Aaron.

—Eso es un castigo patético, ignóralo. Soy heredero de un puto imperio, y no solo el club sexual, sino todo el clan vampírico que le juró su lealtad y servicio al linaje Jesper. Además soy carismático, no te quiero asesinar cuando ves Violeta a todo volumen, finjo que tolero tu fanatismo y evito burlarme mucho; te cojo como nadie, te ríes conmigo, no te denuncio por tu maltrato físico y es que encima estoy pudriéndome en atractivo físico y no envejezco. ¿A quién carajo quieres engañar diciendo que lo pensarías? Te mueres por ser la emperatriz de mi reino de perversión desde hace mucho.

—Y te faltó agregar que tienes una humildad inigualable... —Aysel se levantó de la mesita y caminó hasta Aaron, sus manos buscando el cabello del vampiro para desordenarlo todavía más—. ¿Cómo funcionaría algo entre nosotros?

—No funcionaría. Ese es precisamente el motivo por el que vale la pena. Sino, solo mírate a ti y Dain, funcionan perfectamente, y ese es el motivo por el que estás aquí chupándome la verga cada cinco putos minutos.

—Me haces sentir como una puta, Ibrahim.

Aaron la tomó por la cintura, sus labios tentando los de ella, su sonrisa burlándose de sus palabras.

—Eres una puta, Aysel. Y puedes ser mi puta si eso quieres.

—Aaron... —dijo ella en un jadeo por cómo él empezó a trazar círculos con su lengua en el cuello de Aysel—. Luego dices que yo empiezo.

—Yo no me estaba quejando —dijo él con una sonrisa sobre su cuello.

—Mentiroso de mierda, estabas a punto de denunciarme.

Aaron se separó.

—Entonces... Volviendo al tema de tu marido.

—No me preocupa tu seguridad, no te voy a mentir, y sospecho que a ti te preocupa menos. Pero debo recordarte que Dain Mortem es el líder de una brigada criminal con una tecnología del demonio y una fuerza formada por tiburones letales que prefieren morir antes que perder una misión.

Nerd 3: rey del tablero [+18]Место, где живут истории. Откройте их для себя