─Aunque no lo parezca ─Robert musitó─, soy Señor de Storm 's End, Mae. Puedo encargarme de éstas actividades, porque he pasado toda mi vida siendo entrenado para cumplir con mi rol.

─Sí, deberías enviarle palabra a tú madre para que envíe todas tus responsabilidades hasta aquí.

Robert hizo una mueca.

─Ella y Steffon están haciendo un trabajo maravilloso.

Maegelle rodó sus ojos.

─Ve a descansar, tonta; te aseguro que no voy a romper nada.

Maegelle hizo una pequeña mueca antes de asentir con su cabeza.

─Si algo sucede...

─Me despellejas vivo, lo sé.

─Iba a decir que me busques rápido ─musitó ella─, pero es bueno que sepas lo que te sucederá.

Robert sonrió asintiendo y alcanzó su mano hasta el estómago de su esposa. Maegelle bajó su mirada hacia donde se encontraba su mano y puso la de ella sobre la de él.

─Haz que nuestro hijo descanse, debe ser tan fuerte como su madre.

Maegelle asintió y se alejó de Robert.

─¡Hazte cargo de la comida también!

─Lo sé.

El solar que compartía el matrimonio era cómodo y ella escogió ese en específico, porque adoraba la vista hacia el mar. Era lo suficientemente grande como para que ambos tengan sus cosas por separado y tampoco los hacía sentirse tan apretados dentro de un mismo espacio.

Margelle abrió las ventanas, necesitaba del aire fresco que no sólo era frío, sino que la hacía sentirse un poco más tranquila. Oía con claridad las llamas de la chimenea, y con ese sonido, más la brisa que ingresaba, se recostó en la cama con una mano sobre su estómago. Las pesadillas de Viserys sólo avivaron un sinfín de dudas en ella, habían pasado tres días desde que Sir Lewin dejó Dragonstone, y aunque le aseguró que al príncipe nada iba a sucederle, empezó a sentir la confianza flaquear con cada segundo que pasaba.

Su padre, su pobre y desquiciado padre, podría haber hecho con él cualquier cosa. Aprovechando que Maegelle estaba lejos de él, y que su ejército no podría hacer nada si no ingresaba a la Fortaleza Roja, posiblemente se hallaba confiado porque tenía fuego valyrio en toda la capital, y que, la Fortaleza nunca había caído, ante ningún enemigo. Pero ella conocía cada entrada secreta, explorarlas había sido lo más entretenido durante su niñez.

Cerró sus ojos e intentó dormir. Pero su mente la atormentó incluso en medio de sus sueños. Escuchó una balada y el nombre de su hermano resonó en cada rincón de su cabeza, Maegelle se sintió cada vez peor mientras dormía, por ello, cuando sus ojos se abrieron de par en par con un susto de los siete infiernos, encontró un poco de tranquilidad en los huevos cerca del fuego.

Entre sus manos tomó uno y lo alcanzó a las llamas, sentía que el fuego comenzaba a quemar sus manos, podía soportarlo pero de un segundo a otro, se hizo insostenible y el huevo cayó sobre la fogata. Maegelle hizo una mueca y atinó a tomar el mismo cuando Robert apareció por la puerta, acercándose a ella de manera inmediata al verla quejarse por tomar un huevo ardiendo entre sus manos.

─¿Has perdido la cabeza? ─le preguntó, haciendo que ella suelte el huevo y Robert gire sus manos para asegurarse de que las palmas de éstas no tengan ninguna marca. Él suspiró viéndola─. Sé que crees que son invencibles y que el fuego jamás les hace daño, pero no eres un Dios, Mae, el fuego te puede aniquilar tanto como a mí.

call of silence.       robert's rebellionМесто, где живут истории. Откройте их для себя