Una eternidad en las llamas ardientes del infierno no se comparaba a lo que él estaba viviendo. Como si cada segundo alejado de ella no fuese suficiente tortura, verla cada día, cada hora, cada minuto, en los brazos de otro era un sufrimiento constante. Él ya estaba en el infierno.
A los ojos de Severus Snape, James Potter no era nada expecional. Sí, era un buen jugador de Quidditch, ¿y eso que?, cualquier idiota podía montar una escoba, no era una cualidad destacable. Ademas, Potter era estúpido, soso, un imbecil... y aún así, Lily lo seguía a todos lados, como una colegiala enamorada, enamorada y estúpida. Pero eso no era lo peor: ¿Por qué Lily no quería escucharlo? Conforme pasaba el tiempo las cosas no mejoraron para Severus, ya que todo su último año en el Colegio tuvo que ver como Potter, su mayor enemigo, toqueteaba a la que había sido su mejor amiga. Pero sin duda el mayor golpe para él fue escuchar como la pareja proclamaba a los cuatro vientos que iban a casarse en cuanto terminaran el colegio.
Cuando Severus se enteró, un instinto asesino se apoderó de él: quería destrozar a su enemigo, arrancarle la cabeza, beber la sangre que saldría a borbotones de su cuerpo sin vida. Sí, con eso bastaría, si lograba acabar con Potter podría reclamar a Lily como suya. suya, solamente suya, las veces que quisiera, y hacer con ella lo que seguramente ese sujeto hacia. No le importaba si ella lloraba al ver el cuerpo mutilado de la persona a la que creía amar, cuando la tomara para si, las lagrimas se transformarían en sollozos de placer. Este fugaz pensamiento se convirtió en una obsesión. Aunque no decía estas cosas en voz alta, Severus sabía que era perfectamente capaz de hacer todo eso, cumplir con sus más íntimos y enfermos pensamientos. Qué importaban las consecuencias, él ya estaba en el infierno, que más daba si su alma se condenaba.
Severus guardaba la esperanza de que Lily se daría cuenta tarde o temprano que él seguía ahí, de que pronto volvería, de que se daría cuenta del error que fue haberse casado con Potrer. Obviamente, él estaría esperándola con los brazos abiertos, pero su esperanza se esfumó cuando supo del engendro que Potter había plantado en ella, ¿cómo Lily había permitido eso? Y de pronto todo fue claro para Severus: James Potter usaba amortentia en Lily. ¡Claro! ¿Cómo no se había dado cuenta? No era normal que después de tanto tiempo odiándolo, ella repentinamente se hubiera enamorado de él, que se hubieran casado y ahora tuvieran un hijo.
Tenía que salvar a Lily, tenía que hacer que se diera cuenta del embrujo. Incluso, de ser necesario, la recibiría con todo y engendro, no le importaba, después podría deshacerse del niño, los accidentes infantiles ocurren. De cualquier forma a Lily se le olvidaría del niño cuando tuviera los hijos que él podría darle. Solo tenía que darse cuenta de lo que pasaba
Severus empezó a acechar el hogar de los Potter día y noche sin descansó, como un lobo cazando a su presa. Los vio unirse una, y otra, y otra vez torturándo sus oídos con los sonidos que producía de la boca de la pelirroja, deseaba ser él quien los provocara. Se imaginaba en el lugar de su enemigo, pensando en la suavidad de la piel de su amada, en el sabor de su boca, en cómo reaccionaría a sus caricias y a sus mordidas. También imaginaba cuanto se enrojeceria cuando él la tocara, con el tono de púrpura que adquirirían los hematomas que rodearían sus pezones. Imaginó cómo le temblarían las piernas cuando terminara dentro de ella y cuando le rogara que parara. Pero en el fondo sabía que no era él quien estaba con Lily: era el estúpido de Potter quien tenía ese privilegio. Con cada día que pasaba estaba más convencido de que tenía que actuar ya: James había profanado el cuerpo de su amada tantas veces y nuevamente lo profanaba cada noche, no podía permitir que eso continuara. Lily seguía hechizada y sólo él se había dado cuenta. Tenía que hacerla entrar en razón, y sólo él podía conseguirlo pues la única forma de hacerlo era matar a James Potter. Severus tenía el poder, los motivos y unas ganas insufribles de matar ya que Lily era suya, sólo suya.
