__ Tampoco sabía que me lo encontraría aquí. - digo quitando los auriculares que cuelgo de mi cuello. - No se supone que debe estar haciendo cosas de... candidatos.

Sus labios se extienden. Mira la seguridad que lo acompaña como si odiara la falta de privacidad.

__ Si te molesta, ¿porqué sigues cargando con ellos? - pregunto directamente.

__ He sufrido atentados. Muchos más últimamente. Y se niegan a que pase por algo que no tenga remedio como...

__ Encontrarse a algún desconocido en el camino. - termino por él. - Si me ven como un peligro, me derriban con sus armas de seguro. - ríe más. - Ya en serio. Si tienes tantos enemigos que quieren tu muerte, deberías permanecer en tu casa y así evitar que lleguen a tí.

Comenzamos a caminar, sin prisa. Teniendo una conversación cual grandes amigos.

__ No les quiero dar gusto de verme escondido. - declara. - No lograrán intimidarme. No debo nada más que querer un buen desempeño si llego a ser gobernador. Ya la política se ha vuelto fuera de lugar y aquellos que llegan al poder se vuelven avaros al tener un poco más de lo que tuvieron antes.

__ ¿Que te asegura que no sucederá lo mismo contigo? - indago. - Las personas cambian, los objetivos también y ese deseo de ser bueno, después puede transformarse. Quizá solo quede en un pasado que querrás borrar después.

__ Si no lo intento, no lo sabré. - dice seguro de su respuesta. - Pero dime ¿Que haces aquí a esta hora? Se supone que deberías estar en reposo por tu herida, pero estás como si nada. - muevo mi pie para que lo vea.

__ No voy a echarme a una cama solo por una herida superficial. Cicatrizará como las demás y dejará de doler o me acostumbraré al dolor. Lo que pase primero será bueno. - se detiene. Detalla mi rostro y puedo ver qué no le gustó que dijera algo como eso, retrocedo cuando alcanza mi mejilla en un movimiento sutil que me congela. - ¿Que haces?

Suspira. Sonríe y destroza mi seguridad con una mirada limpia. Sin malicia. No hay doble intención porque puedo leerlo a la perfección ya que no esconde sus deseos.

__ ¿Porqué siento que eres un ser lleno de luz que no sabe cómo encenderlo? - increpa desarmandome. - Sofía...

__ ¿Podemos olvidar esto? - no tengo mis armas. Aquellas que uso como escudo tampoco las puedo levantar en este momento. Solo soy la Sofía herida que no tiene una idea de como defenderse y más cuando lo siento abarcar mi mano.

Su toque me da paz por algún motivo, aún cuando no me gusta el contacto con nadie. No debería ser así ya que es un objetivo más, no alguien para querer o verse en algo más que en el trato que quiero hacer con él.

Me suelto con rapidez. Como si sus dedos quemaran y destrozaran hasta lo más indestructible. Me mira desconcertado, pero no cambio mi semblanza.

__ Lo siento. Me tengo que ir. - camino en dirección opuesta.

__ Sofía.

__ Fue un gusto verlo, candidato. - me despido. Sin verlo.

No puede ser que un poco de atención me haga pensar en cosas que quiero olvidar, porque lo probé y se dió de manera atroz. Tanto que me gustó como dolió y ahora es extraño sentir la benevolencia.

Casi huyendo llego a casa. Corriendo desde que entro, evitando mirar a todos.

__ Sofía. - me hablan y solo muevo la mano para indicar que no quiero ser molestada. No estoy de ánimos y tolerar otro problema no quiero, sería demasiado para resistir estando en la posición débil que he adquirido.

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