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Después de aquella noche de confesión, y pasión en la bañera, cayeron dormidos en la gran cama. Abrazados cuán enamorados.

Leonardo había despertado media hora antes, y ahora estaba embobado mirando a la menor que se aferraba a su torso, aún dormida. Ella vestía un enorme polo suyo y solo ropa interior, mientras que Leonardo solo usaba una piyama de abajo.

¿Se apresuró en confesarle lo que siente?, ¿se apresuró en pedirle que se quedara con él?, sí, pero no le importa, el la quiere y será un egoísta de primera pero no la dejaría ir, y lo mejor de todo es que ella aceptó. No esta seguro de lo que siente la menor pero si no está enamoranda de él, hará lo posible para que sí lo este.

Ella se removió y aplastó su mejilla sobre su pecho, cosa que lo hizo sonreír.

—¿Qué fue lo que me hiciste, bebé?, todo paso tan rápido que me siento estúpido, —susurró, acariciando la mejilla ajena. —¿Cómo fue que acabé enamorado de ti?.

—Te di un puñetazo y te revente el cerebro... —habló Alexa abriendo de apoco sus ojos. —Por eso estas estúpido...

—Tienes razón, estoy estúpido, pero no por el golpe, sino por ti. —Beso sus labios, —y lo estaré más si sigues poniendo esa carita.

—Cuál carita... seguramente estoy horrible...

—Para mi sigues hermosa, de verdad me tienes idiota... —Se rió ante sus palabras. —Puedes hacer lo que quieras conmigo, adelante, hazlo, bésame, tócame, pégame, arañame, muerdeme, violame, soy todo tuyo. —Alexa se carcajeó con fuerza.

—Eso no es muy dominante de tu parte... —Alexa acarició ligeramente sus brazos, se sentía cálido estar con él.

Jamás creería que estaría tranquilamente acostada y a gusto con el hombre que le trajo problemas a su vida, bueno... al menos antes, ahora solo se encargaba de alegrarle, cada palabra, cada caricia, cada beso, solo la hacían sentir querida. Se está encariñando de él y eso la asustaba, ¿y si después la tira?, esas son las preguntas que siempre están en su cabeza ¿y si solo es un juego?.

—¿En qué piensas, bebé?. —Tan pensativa que no se dio cuanta de que estaba mirando un punto fijo en la nada.

—En mi teléfono, —quiso levantarse pero Leonardo la detuvo, haciendo un sonido lastimero. —No seas llorón, suéltame, no me iré, —él puso sus labios de piquito, y Alexa entendió lo que quería.

Le dio un beso y ahí la soltó. Gran cambio que tuvo con ella, es muy infantil, volvió a la cama con su teléfono, estaba apagado.

Leonardo se posiciono sobre ella, solo que más bajo, apoyando su cabeza sobre su abdomen. Levantó el polo más arriba de su ombligo y repartió besitos por todo su vientre para después frotar su mejilla sobre esta.

—¿Qué estás haciendo?, —aquello le resultó extraño.

—Me gusta estar aquí, es cómodo y lindo, —dijo Leonardo besando otra vez.

—No le veo lo lindo, no es especial, —pero Leonardo no paro con sus caricias.

—Cuando era niño y tenía miedo, siempre me abrazaba a la cintura de mi madre para apoyar mi cabeza sobre su vientre, era mi lugar seguro, —apoyó su mentón sobre el vientre para mirarla con una sonrisa dulce, —ahora éste es mi lugar seguro, también es mi favorito.

Alexa lo miro extrañada. —¿Por qué tu favorito?.

—Ya lo sabrás... —le sonrió de forma risueña.

Alexa iba a decir algo pero una llamada la interrumpió, era Marta, después de encender su teléfono encontró cuarenta y tres llamadas perdidas.

—Hola...

RETORCIDO CAPRICHO (Ese Es El Trato 1) en edición Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ