Es de día además que estaba en un lugar que no conocía, con personas extrañas hablando en un lenguaje que desconocía creo que las noches pasaban en milésimas de segundos, y estaba exactamente donde la enfermera la había dejado hace unas horas,  en este lugar que parecía ser como un hospital, no comprende muy bien porque esta en este lugar, solo sabe que comenzó a sentir un fuerte vacío en el estómago que la hace llorar, el dolor es tan fuerte que incluso pudiera retorcerse del dolor, al menos si tuviera la capacidad de voltear su cuerpo, cuando entra una enfermera a la habitación  y compacta las cunas de los recién nacidos para llevarlos a los cuartos, cuando arrastra a Ana Juana a un cuarto y lo primero que ve es a esa señora de ayer que al igual que ella aún esta en este hospital, pero esta señora tiene algo extraño: se abre la blusa y pone su pecho en la boca de Ana, Ana se horroriza por esta acción tan vulgar, quien inmediatamente rechaza el pecho, ¡Esta mujer esta loca! 

_pensó Ana_ pero la mujer insiste en regresarle el pecho en la boca, que tal vez, por un instinto natural y dejando de pensar en lo raro de esta acción  descubre que sale una sustancia dulce, que la ayuda a desvanecer el dolor de su barriga y una sensación de alivio siente mientras puede absorber aquello que extrae con su boca del pecho de la mujer, la que se hace  llamar mamá y luego de algunos segundos de esa escena extraña se abre la puerta y entra el hombre de ayer se hace llamar papá y otra vez besa en la boca a la mujer, mientras se queda mirando por un momento Ana con ojos de amor, luego la toma y la lleva a una pequeña sala, en donde la cambia de ropa, cuando salen del mudador, Ana ve a la mujer de pie, esta vez con ropa distinta, luego se le acercan unas de las personas que ayer estaban con esos trajes verdes quienes parecen despedirse y por alguna razón deseando suerte, luego son escoltado por un enfermero, hacía la salida  luego estas personas suben a un auto y ve a los lejos al enfermero despidiéndose de ellos, Ana esta consiente de su interior y sabe las emociones que esto le provoca, no recuerda haberse sentido de esta manera, todo parecía  quizás al ver rebobinado, había escuchado en varias ocasiones, de múltiples maneras  describir lo que era   sentir la felicidad, creo si alguien es estos minutos le recalcara esas no le pareciera tan absurdo, o sea para ella a felicidad todavía podría llegar hacer una utopía, pero la sensación que tenia desde algún tiempo del que era imposible contar, Ana había perdido la noción del tiempo y por cierto no había visto a nadie, ni tampoco había asistido a clase, cuando se da cuenta que el automóvil  se detiene al llegar una casa, el hombre ayuda a bajar a la mujer con mucha delicadeza y sobre todo tienen sumo cuidado en el cesto donde se encontraba Ana, era tan pequeña era capaz de meter su cuerpo dentro de un cesto. No sabía como explicar lo que había sucedido, pero hoy esto era posible, caminaron hacia la puerta el hombre aún ayudando a su mujer a sostenerla abrió la puerta con unas llaves pero al entrar a esa casa, habían personas, algunas decoraciones y hasta parecía haber algunos bocadillos especiales, todos preparados para algún evento especial, era difícil ignorar las miradas de curiosidad o de alegría de la multitud, sobre todos los niños que parecían haber olvidado que Ana era el equivalente a la peste bubónica del siglo veintiuno, los niños se acercaban al cesto con curiosidad, para acariciarla  y por la curiosidad que puede traer un bebé, sobre todo cuando las predicciones que la bebé venía con un color de cabello excepcional, que hacía a esta muñeca viviente para rimbombante para la audiencia infantil, estos niños son agradables y amables  Ana se siente a gusto  con ellos, aunque es un poco extraño que quieran ser amigos de ella, ya que siempre Ana había sido la peste bubónica en persona o tal vez el Corona virus pandemia que había azotado al mundo hacía dos décadas atrás, y además estos niños pacieran como si quisieran jugar con ella aunque por alguna razón, Ana parecía haber perdido la capacidad de moverse ya que  por mas que intentaba ponerse de pie sentía que no lo podía lograr, hasta intentaba hablar pero solo era capaz de emitir algunos balbuceos además de ni siquiera saber donde se encontraba, estas personas parecían hablar en un lenguaje extraño, a veces lucían enojados casi como reclamando algo, pero no le duro demasiado en comprender  que solo de su léxico y había entendido que sus intenciones no eran malas solo por las expresiones faciales de las personas quienes no paraban de mirarla amorosamente, Ana no recordaba un solo momento donde ella pudo ser feliz y no recordaba lo que era la felicidad pero esto de no ser admirada y que la trataran de una manera amistosa era casi surreal, parecía estar viviendo una utopía, nadie la había tratado así en años, mas los niños que solo parecían querer jugar con ella, pero se le acerca  la mujer que la había traído del hospital, que decidió llevarla al segundo piso de la casa para que Ana pudiera descansar, Ana no estaba cansada y no quería dormir, solo quería seguir jugando con los otros niños o solo la entretención ya que el juego solo era desplazarla en algo que parecía ser una carriola ya que tenia el presentimiento que esto de poder juntarse con los demás niños no duraría mucho tiempo, trato de hablarle a la mujer que quería seguir en el primer piso pero su capacidad de hablar se había esfumado,  pudo enojarse, ni siquiera reclamar   solo pudo llorar pero no fue tan malo ya que pareció ser depositada en una cama acolchada quien pudiera estar en ese lugar olvidaría sus tristezas, luego la mujer puso música, una relajante música que compensaba que la hubieran apartado de sus nuevos amigos, luego la mujer comenzó acariciar a Ana muy suavemente que era  inevitable comenzar a sentir sueño, mucho sueño hasta caer en un maravilloso sueño, como si estuviera siendo llamada, o esta vez las puertas del edén si estaban abiertas para ella, era como si el mismo cielo la llamara, entonces ¿allá arriba que  querían? solo sabía que atolondrada estaba subiendo en lo   más supremo que se pudiera elevar una persona, cuando las amarguras dé las vidas están destinadas a extraviarse y  desaparecer, pero  había algo que se había opuesto a tanta felicidad  de Renata, entonces  otra vez cayó, para encontrarse en el punto de inicio estaba en el sótano del manicomio, mientras la enfermera obesa la sujetaba de la camisa azotándola contra la pared, como lo hacía cada vez que Ana Juana tenía un ataque de ira, no estaba tan furiosa para decir que otra vez tenía un ataque, pero estaba lo suficientemente furiosa como para saber contestar al ataque de la enfermera, Ana la aparta  de un puñetazo, que detiene las agresiones de la enfermera, pero no solo estaba la enfermera Bernarda, sino que además se encontraba Pedro, el conviviente de su madre entonces solo bajó las escaleras para tomar Ana del cuello y hacerle unas preguntas;

El nuevo amanecer de Ana JuanaWhere stories live. Discover now