Vecinos

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Steve Rogers es un alfa viudo, tiene un hijo de cinco años de edad y vive en un departamento de dos habitaciones en un edificio bastante tranquilo. Se dedica al arte, es un pintor con suficiente éxito como para no preocuparse demasiado por el sustento, pero también es un ex militar condecorado. Dejó el servicio cuando perdió a su esposa en una misión; ella también era militar. Quizás por la vieja costumbre del ejercicio en el ejército, Steve se mantiene en forma, así que es un hombre de constitución fuerte, además de ser muy, pero que muy guapo.

Tony es un omega muy, pero que muy atractivo. No sólo físicamente, sino también por su carácter lúdico e inventivo y por su inteligencia innata y práctica. Vive en el mismo edificio que Steve, de hecho, en el departamento contiguo, y como él tiene un hijo de cinco años de edad.

A pesar de su manera de ser abierta, Tony jamás le habría hablado a Steve (le imponía un poco), sino hubiera sido por su propio hijo, Peter.

Peter asistía al mismo jardín de niños que James, el hijo de Steve. Los dos niños se habían hecho amigos desde el primer día y habían descubierto que vivían uno al lado del otro. Entonces, aunque sus padres no pasaban del saludo cordial de bueno vecinos, ellos se pasaban el día ya fuera en la casa de uno o en la del otro.

Un día, James se quedó dormido en el sofá de Tony y Steve fue a recogerlo.

—No habría imaginado que es tu hijo —dijo Tony medio en broma, ya que James era un alegre y enérgico niño pelirrojo, y Steve era rubio, además de sosegado y prudente.

Steve sonrió.

—Se parece a su madre —dijo.

—Pero tiene tus ojos —dijo Tony sintiendo que había metido la pata de alguna manera.

Steve volvió a sonreír y tomó al pequeño en brazos.

—Gracias por llamarme, mañana saldremos temprano y no querría venir a despertarlos.

Tony le aseguró que no había problema. En la puerta, Steve se despidió, pero antes de dar dos pasos hacia su departamento, dio media vuelta.

—Aunque, me preguntaba si no querrán venir con nosotros. ¿Les gustaría?

Tony no supo que contestar. Había escuchado a los niños charlar, James había dicho algo sobre ir de pesca a la casa de un tío suyo que vivía en el bosque. Peter había parecido interesado, porque ellos casi no salían.

—Yo... no lo sé, tendría que preguntarle a Peter y está dormido.

—Bueno, si se animan, saldremos a las 7 am —dijo Steve con una sonrisa comprensiva —. Sólo vayan abrigados, porque hace frío.

Tony asintió y Steve se marchó. Al día siguiente, Peter lo convenció de ir con ellos. Pasaron un fin de semana en una cabaña y, en ese tiempo, Tony y Steve se volvieron amigos, igual que sus hijos.

A decir verdad, Tony estaba sorprendido con Steve, principalmente porque no era como los otros alfas que había conocido. Era muy amable y considerado, y lo más importante era que nunca mencionaba su superioridad de alfa, ni hacía menos a los que no lo eran. No era como los demás alfas, ni como otros omegas ni betas, no lo trataba como ellos.

Tony era un omega "en desgracia", como suelen llamar despectivamente a los omegas que tienen hijos, pero no una pareja. Steve siempre lo corregía cuando se dirigía a sí mismo con esas palabras: "Eres un padre soltero en todo caso" le decía. Tony apreciaba eso tanto como el hecho de que a pesar de ser evidente la marca en su cuello, Steve jamás le hizo preguntas incomodas al respecto.

Así, al término de unos días, Tony se dio cuenta de lo evidente: sentía algo por su vecino alfa. Pero, como también era evidente, que aquello derivara en algo mutuo no era más que una fantasía de su cerebro inquieto. Él no podía unirse a nadie más, jamás. Lo decía la marca en su cuello, esa que todavía escocía, diciéndole que su lazo seguía vivo.

Espero que les haya gustado

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Espero que les haya gustado

Este fic se publica  (como Sugar) en el grupo de Stony Shippers por FB. La pueden leer y seguir en ambos lados. 

Por inauguración (?) hoy dos capítulos arriba XP 

¡Nos estamos leyendo! 

Segunda oportunidadKde žijí příběhy. Začni objevovat