20. Camareras deslenguadas y Regalos de Cumpleaños.

Începe de la început
                                    

Por otra parte, como persona extremdamente racional, le parece que existe una contradicción intrínseca entre el culto a la muerte cristiano y la creencia en el más allá.

Cuando tenía doce años le planteó esa duda al padre Agustín, le parecía que los entierros, las flores y todo lo que rodeaba la muerte no tenía demasiado sentido si el difunto estaba en un lugar mejor.

El padre Agustín, un franciscano bastante razonable, le hizo copiar cien veces una frase de Santo Tomás de Aquino que nunca olvidó: Para aquel que tiene fe, no es necesaria una explicación. Más para aquel sin fe, no existe explicación posible.

A lo largo de su vida adulta, Luis ha aplicado este principio infinidad de veces.

Por eso nunca ha visitado la tumba de Muriel.

Al principio se sentía culpable por permitir que su madre, en contra de los deseos de ella, la enterrase en lugar de incinerarla como Muriel había dicho en alguna ocasión.

Por supuesto entonces estaba demasiado abrumado por todo, por lo inesperado de su muerte, las preguntas de Olivia y el llanto incesante de Oscar como para oponerse a ninguna decisión.

Después, simplemente, cuando cada mañana era una pelea para levantarse no creía que visitar el cementerio le pudiera aportar algún consuelo.

Lleva unos días dándole vueltas a la idea, pero esa misma mañana, en lugar de sentir dolor o rabia al pensar en Muriel solo ha sentido una punzada dolorosa de melancolía y el deseo de poder estar junto a ella una vez más.

Por eso le pide a Olivia que recojan juntos un ramo de tulipanes del jardín, de los violetas, los favoritos de Muri, aunque no le explica a donde tiene pensado ir.

No tiene claro si algún día esa gran masa de piedra con un nombre grabado podrá proporcionarles algún consuelo a unos niños que perdieron a su madre demasiado pronto, pero tiene bastante claro que no les hará ningún bien ahora.

La lápida de Muriel está cerca del antiguo ábside en ruinas de la iglesia, junto a una glicina trepadora que cubre las piedras. Se trata solamente de una lápida de mármol blanco en la que se han grabado el nombre y las fechas de nacimiento y defunción. Debajo una frase en caligrafía delicada "amada madre, hija y esposa".

Dejarle a él en último lugar es una forma muy habitual de demostrar el desdén de la abuela de sus hijos, pero en esta ocasión solamente le hace esbozar una sonrisa triste.

Aparta un ramo de flores seco que debe llevar un tiempo ahí y posa los tulipanes frescos junto a su nombre. No aparta las hojas de glicina que se han ido desprendiendo de la planta porque le dan un toque de color a la lápida que a ella le habría gustado.

O no.

Intuye que lo que necesitaba esa mañana, estar cerca de Muriel no lo conseguirá con esa visita.

O sí.

Últimamente no está seguro de nada.

- Hora Muri- mira a su alrededor, algo azorado, para comprobar que nadie puede escucharle pero el resto del cementerio está completamente desierto- perdona por no venir antes.

Está bastante seguro de que se habría reído de él. Muriel era una atea feroz y militante y jamás creyó en la vida después de la muerte.

Luis tiene una relación bastante más complicada con el más allá.

- Echo de menos que te rías de mi.

Echa de menos un montón de cosas porque compartió seis años con ella y lo cierto es que Muriel está en todas partes. En la casa, en Innisfree y, sobre todo, en Oscar y Olivia.

En las pequeñas cosasUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum